
No hay cicatrices que sangren muy despacio
solo hay regueros de luz y oscuridad
y a veces,
sé que lo hacen con demasiada intensidad.
Yo me considero un hombre lobo
que no se entiende con la gente de la ciudad.
Yo me entiendo conmigo mi mismo
y con unos cuantos más que conocen la luz de mi intensidad,
y además,
no me gusta mencionar ni señalar a nadie que no conozco
y repito de nuevo
no tengo necesidad de conocer.
Al final siempre quedamos
el lobo y yo
y al fondo del todo
queda la ciudad
(siempre queda la ciudad)
y esos árboles que dan un toque verde
a tanta imbecilidad.











