LA NOCHE MÁS OSCURA


Hay instantes que se transforman en momentos 
y todo por la magia del tiempo.
Hay momentos que jamás podrán ser escritos.
Hay días, como el de hoy,
donde amanecí mojado bajo la intensa lluvia
pero no hay que fiarse de las lluvias del mes de mayo,
detrás de la lluvia se esconde el sol más ardiente del verano,
tal y como detrás de tí 
se ocultaba la noche más oscura.

¡NO NOS DEJAN SALIR DE ÉL!


Pues claro...
yo no soy el tipo de hace 2 meses
ésta pandemia ha pasado factura a algunos,
pero a mi en concreto... 
me ha sentado de bien como mil pares de cojones,
y soy mejor
y soy mucho mejor que hace 2 meses,
he visto el vértigo que lleva la muerte
he palpado pánico en muchas rostros casi agónicos,
pero también he sentido solidaridad entre humanos,
digamos que para mi,
el ser humano ha ganado otro punto,
además éstas situaciones tan radicales
te ayudan a saber mejor quién está contigo
y quién está contra tí,
para mí los días de cuarentena fueron fructíferos,
yo me he visto más sólo que nunca
pero me sentí sólido, consolidado y fortalecido,
mis ganas nunca dejaron de ser ganas,
mi entusiasmo vital nunca decayó
y sino fuera por todas las muertes que hubo
yo pediría seguir viviendo en cuarentena,
pero claro... llega el realismo pragmático
y te da una patada en la nuca y una bofetada en la boca,
no se puede vivir sin producir
y menos sin consumir
porque el consumo hace aumentar la producción
y la producción estimula el consumo
y vivimos dentro de ese círculo vicioso
y no sabemos salir de él
o mejor dicho,
¡no nos dejan salir de él!.

EL OLOR DE LA GASOLINA (J.J. Millás)



De pequeño había oído hablar muchas veces de la Sierra de Madrid. Algunos de mis compañeros la conocían, y la gente con dinero presumía de tener una casa en Cercedilla. Yo guardaba frente a estos comentarios la perplejidad muda de los niños cuando no entienden una cosa. Una sierra era una herramienta de trabajo. En casa había dos, una para la madera y otra para el hierro. Aprendí a serrar pronto, pues en aquella época hacíamos mucho bricolaje, aunque entonces no se llamaba así. No se llamaba de ningún modo. Si había que arreglar una puerta, cogías la sierra, cortabas por lo sano y punto. Un día mi padre se compró una Vespa. Yo no tardé en descubrirle el tapón del depósito de la gasolina, que se encontraba debajo del asiento. Se parecía a los tapones de las botellas de gaseosa, sólo que al abrirlo salía un olor que a mí me volvía loco. Entonces no sabía que tenía propiedades estupefacientes. Todavía no estoy seguro. En cualquier caso, conmigo operaba de ese modo.
En el verano, después de comer, cuando mis padres se echaban la siesta, yo iba al parking donde estaba aparcada la Vespa y asomaba las narices al depósito. Podía estar horas absorbiendo aquellos efluvios que ponían mi imaginación a cien. No era raro que bajo sus efectos imaginara que teníamos una casa en la Sierra en lugar de dos sierras en casa.
Por alguna razón que ahora no recuerdo, un día nos quedamos solos mi padre y yo. Debía de ser julio o agosto. Yo acababa de darme una dosis de gasolina y estaba en el sofá, con los ojos cerrados, presa de una ensoñación. Entonces vino mi padre y dijo:
-Nos vamos a la Sierra.
-¿Qué?
-Que nos vamos a la sierra tú y yo ahora mismo, a pasar la tarde.
Dicho y hecho. Nos montamos en la moto y después de una hora o así el paisaje dio un brusco cambio y se convirtió en un decorado. Mi padre me paseó por aquel escenario gigantesco, donde había una roca terrible y lejana, llamada La mujer muerta, y me invitó a una Coca-Cola, que en España acababa de ser comercializada. Luego, cuando empezó a atardecer, iniciamos el regreso. En esto, mi padre detuvo la moto en la cuneta y me pidió que me fijara en la luz.
-Fíjate en esta luz. Ahora mismo no es de día ni de noche. Éste es el momento de mayor incertidumbre del día. Puede pasar cualquier cosa.
Nos quedamos quietos, en silencio, conteniendo la respiración, pero no ocurrió nada. El sol cayó unos metros más y el atardecer se convirtió en noche pura y dura.
-Ya ha pasado el peligro -dijo mi padre-. Vamos.
Dio una patada al pedal de arranque, rugió el motor de la Vespa y cuando ya estábamos a punto de montarnos añadió:
-Dentro de muchos años, cuando tú seas una persona mayor y yo ya no esté entre vosotros, tendrás tu propio coche y pasarás por este paisaje más de una vez. Es posible que en alguna ocasión pases a esta misma hora y recuerdes este día en el que tú y yo vinimos juntos a la Sierra. Si es así, detén el automóvil un instante y permanece atento a lo que sucede en el aire: si ves pasar un pájaro negro, ese pájaro negro seré yo.
Me quedé impresionado con el suceso, que en mi memoria quedó asociado a las fantasías provocadas por el olor de la gasolina. Mi padre había dicho: 'Este es el momento de mayor incertidumbre del día'. No sé si fue la primera vez que oí esta palabra, incertidumbre, pero fue la primera vez que me estremeció. Su sabor es idéntico al de esa hora en la que la tarde no es carne ni pescado y puede sucederte cualquier cosa. Su compañera, certidumbre, no es mucho más tranquilizadora.
Olvidé la historia. Pero hace poco regresaba del norte de España en coche y pasé por la Sierra justo en el momento en el que la tarde parecía dudar entre resistir o entregarse a las fuerzas de la noche. Podía, en efecto, suceder cualquier cosa. Detuve el automóvil en el arcén y salí a la carretera con los pelos de punta. Había un silencio que debía de ser el silencio que precedió a los segundos anteriores a la Creación. Entonces, algo se movió a mi izquierda y de repente un pájaro negro atravesó la carretera y se perdió en la oscuridad, que parecía avanzar desde el horizonte. Entré en el coche y lloré como no había llorado cuando murió mi padre. Esta historia es falsa del principio al fin, pero habría sido hermoso que sucediera.

LA BELLEZA


¡Joder y joder!
como a veces echo de menos mi tierra gallega,
teño morriña
teño saudade
teño mis santos cojones encogidos como huevos pasados.
O vamos a ver...
o yo paso de todo
o me moriré de ésta pena inmensa,
veo mi tierra gallega
con la morriña del que la añora,
veo a mi otra tierra gaditana
con el otro ojo todo cariñoso,
y a mi isla de menorca
sólo necesito estirar un dedo
para sentir su pálpito danzar como una bestia enfurecida,
mis viejos huesos están sobre ella
y mis carnes se desgarran
al ver tanta belleza comprimida.
En realidad casi todo es bello
si lo ves con el cristal de la belleza
y eso no quiere decir
que no pueda haber días negros y espantosos,
días pintados de negro y donde la belleza es una mierda,
que en el fondo...también me encantan
la belleza no siempre son arco iris de colores
y lunas llenas y atardeceres que te cagas,
la belleza a veces...
está dentro de una mano que no sujeta nada
o encima del tejado del vecino...
En realidad nadie sabe
de donde nace y de donde crece,
la belleza en sí, se presenta sin más
y te da una lección sin previa presentación,
se pone delante de tus ojos
y de repente, 
se abre el telón de uno de los mejores placeres que tiene la vida...

EL ROTO

 



INSISTENCIA


Se levanta el viento,
entra por una puerta de mi casa
y sale por la ventana,
limpia tristezas
destruye malas ideas
desordena penas
acaricia con dulzura mi delicada piel,
me habla, me dice,
me cuenta, me explica
y cuando yo le contesto,
hace tiempo que el viento que se ha marchado por la ventana,
pero yo insisto e insisto y persisto...
pues es mi insistencia
la que en la vida me ha traído hasta aquí,
yo espero siempre
la respuesta del viento
y cuando escucho sus silbidos,
es cuando pienso que me está hablando a mí.

EL PERRO FANTASMA (J.J. Millás)


Paso todos los días con mi perro por delante de una casa con jardín donde en tiempos vivió otro perro que nos ladraba. Al mío se le erizaban los pelos unos metros antes de llegar a la verja tras cuyos barrotes aparecía el rostro oscuro de su adversario. Una vez cara a cara, se enseñaban los dientes y hacían grandes manifestaciones de odio mientras yo sujetaba al mío de la correa. Se trataba de un rito más o menos inocente al que todos estábamos acostumbrados. Un día el perro enemigo no apareció tras la verja. Casualmente, esa misma tarde me encontré en el mercado con su dueño, que me dijo que había muerto. Le di el pésame y pedí tres cuartos de kilo de chuletas de cordero.
De eso hace ya un año, más o menos. Sin embargo, cada vez que pasamos por delante de la casa del perro muerto, el mío se eriza como la primera vez y lanza hacia el interior del jardín tres o cuatro ladridos de advertencia. A mí me hace gracia, pues ya le he dicho varias veces y en distintos idiomas (menos en el suyo, evidentemente) que su enemigo está muerto, y que por lo tanto hace un gasto inútil de agresividad y adrenalina. El otro día, sin embargo, se me ocurrió de súbito la posibilidad de que mi perro ladrara al fantasma del animal fallecido. Es obvio que él no está, pero cómo asegurar que no se ha quedado su fantasma. Se lo comenté aun amigo aficionado a asuntos esotéricos y no le pareció descabellado. El mundo, dijo, está lleno de espíritus que los seres humanos no percibimos porque hemos perdido esa capacidad, si algún día la tuvimos. Mi gato, añadió, juega todos los días en el jardín con el fantasma de otro animal cuya naturaleza no he logrado averiguar.
Fantasmas. Estuve dándole vueltas al asunto y pensé que yo mismo me pongo muchas veces en guardia para defenderme de situaciones irreales. Basta que algo evoque un asunto doloroso de la infancia o de la juventud para que reaccione como si la situación aquella volviera a repetirse. A veces soy yo, sin darme cuenta, quien provoca su repetición, para justificar mi agresividad sin duda. El mundo está, en efecto, lleno de fantasmas. La pregunta es si se encuentran dentro o fuera de nuestra cabeza. 

SI POR MI FUERA

Si por mi fuera
no estaría siempre buscándome,
simplemente dejaría pasar la vida
y jugaría a tachar días y meses del calendario,
sería como un día más dentro de mi caos,
y sería como perder un minuto más entre tantas tardes muertas,
pero sería el apéndice más humano de mis intestinos,
y sería un esqueleto que busca completar su osadía,
sería aquél hermoso ser que quiso ser
y que un día se encontró
que tanto no pudo ser...
pero que aún así, 
persistió en el intento
y que hoy en día,
sigue persiguiendo sus sueños.


ERRORES (J.J. Millás)

 

Si el mundo estuviese hecho de harina, querríamos conocer los secretos de la harina; si de huevo, los secretos del huevo; si de plastilina, los de la plastilina. Nosotros estamos hechos, sobre todo, de palabras. Cuando nacemos, alguien toma en sus brazos ese trozo de carne fresca y comienza a amasarlo con palabras. Somos niños o niñas, altos o bajos, feos o guapos, porque nos cuecen en una salsa de adjetivos, pronombres, verbos, adverbios y preposiciones. Un hombre hecho, incluso a medio hacer, es el hijo de, el novio de, el padre de, el amigo de, del mismo modo que es ingeniero o médico o mendigo, además de español, inglés o lituano. Por eso, conviene conocer el funcionamiento de las palabras con la precisión con la que conocemos el de los pulmones.
El corazón mata, pero las palabras también. Si a usted, por ejemplo, le asignan la palabra mujer, corre el peligro de perecer a manos de un marido (llevamos 38 mujeres muertas en lo que va de año). Y si le asignan el término inmigrante, tiene bastantes posibilidades de ahogarse al cruzar el Estrecho en una balsa. Vamos al cardiólogo cuando nos duele el corazón, pero no se nos ocurre acudir al gramático cuando nos duele la vida. Y hacemos bien, porque lo cierto es que cada uno debería ser su propio gramático. Acabo de comprar una novela titulada Cuando éramos mayores, de Anne Tyler (Alfaguara), cuya primera frase dice así: 'Érase una vez una mujer que descubrió que se había convertido en la persona equivocada'. No puedo decirles cómo sigue porque llevo varios días intentando digerir ese comienzo tan terrible como esperanzador.
Es cierto: a veces no eres capaz de sacar adelante el proyecto que tenías de ti y te sale un individuo detestable. Pero si dispones de los recursos verbales necesarios para darte cuenta, quizá puedas rectificar. Me pregunto si no nos habremos convertido en las sociedades y en las naciones y en los países equivocados. Y si todavía estamos a tiempo de construir una frase tan sencilla, pero tan eficaz, como la de esa novela: érase un mundo que descubrió que se había convertido en un mundo equivocado. Hay que hacer un pequeño esfuerzo sintáctico, pero vale la pena. Viva la gramática.

¿SABES UNA COSA?


¿Sabes un cosa?
mis ojos son verdes
porque la esperanza baila dentro de mi nervio óptico
me siento más caballo desbocado que domado
dentro tengo una bomba de relojería
que convierte las horas en días
y los momentos entrañables en cerezas rojas y maduras,
ahora mismo paso de la carne,
claro que es muy fácil de decir
cuando no tienes la carne delante de ti,
de todas formas he conseguido relativizar
su aspecto más bucólico y más idílico
y hoy en día prefiero pasarme de largo y varios pueblos,
que quedarme corto y colgado de tí o de quién sea,
hoy digo,
tú sigue tu camino
que yo seguiré el mío
y quién sabe
si en cualquier cruce de caminos
nos volveremos a encontrar,
hoy prefiero vivir en el reino de las sombras
que sentirme un ser dependiente de tí o de cualquiera,
ni cuerpo, ni piel, ni labios,
ni ese hueco tan maravilloso en medio de tu espalda,
ni tu sonrisa de vampiresa a punto de morderme en la yugular,
ni tu pelo mecido por el frío viento del norte,
ni tus dedos afilados acariciando mis manos,
ni yo, ni tú, ni nadie entremezclados en un frenesí apoteósico,
al final, solo yo y solo en el equinoccio,
solo yo a bordo de mi propia historia,
¿y porque no?,
una página de mi vida
la podríamos escribir juntos,
¿empezamos ya?
o acaso piensas
¿qué es una proposición indecente?.

"XEROME"

Ahora leyendo por las redes,
salta una tía y no sé lo que decía,
porque tampoco me interesaba lo que decía
mi atención se dirigió hacia su nombre
se llamaba "Buensuceso",
demasiado largo y feo
y comprimirlo se hace sumamente difícil
a no ser que la cosa se quede en"Bue" o "Buen"
y claro mi pensamiento se dirige a quién pone ese nombre,
mi duda es
¿ si lo hace como castigo hacia su hija o hijo
o si lo hace como venganza de por vida?
"Buensuceso",
buenos sucesos hemos tenidos todos,
pero castigar a un hijo para toda la vida con ese nombre
porque para más inri, porque tú hayas tenido un buen suceso,
pues como mínimo tiene cojones,
"Buensuceso" es el que te daría yo
cuando nos cruzáramos en el otro lado,
pero bueno,
a la tía se le veía contenta y satisfecha
y aunque no recuerde bien su comentario,
sé que era un comentario con ánimo...
aunque también hay otros que se llaman
"Dionisio" y siguen vivos
o "Buenaesperanza" y no se mueren de vergüenza
o "Jerónimo" el más indio de la tribu.
Tenía un amigo que así se llamaba,
pero el menda se hizo nacionalista gallego
y ahora se hace llamar "Xerome"
que no sé cual de los dos es peor,
creo que por mucho que lo ponga en mil idiomas
el nombre es insultantemente feo
y como insulto no estaría mal
pero como nombre tiene su aquél
y hasta puede que ese día sus padres
estuvieran viendo una película de indios y vaqueros
y entonces salió "Jerónimo" por la pequeña pantalla
y una luz se les iluminó dentro de sus cerebros,
pues nuestro hijo se va a llamar "Jerónimo",
claro que nosotros usábamos el diminutivo
y le llamábamos "Jero" que suena mejor
y claro tuvieron que pasar más de 40 años
para ahora enterarme de que se llama "Xerome",
los nombres pueden cambiar a lo largo de nuestras vidas,
pero las caras, no,
sigue igual pero más viejo,
siempre perfectamente peinado (no se le escapa ni un pelo)
sigue presentando el mismo ángulo de cara,
(debe ser su ángulo más guapo)
hay el mismo toque de fina ironía en su sonrisa
y toda su cara indica que tiene orden interior,
que es escrupuloso,
ordenado,
incluso maniático,
que no come con los dedos,
que es disciplinado y metódico,
que le gusta el orden en su vida,
que se siente guapo pero que no lo dice,
a él le gusta que se lo digan
y ahora me acabo de enterar
de que le gusta que se lo digan en gallego...
a mi no me lo dicen ni en gallego ni en castellano
y eso que me llamo Bruno,
que es un nombre mucho más bonito...
pero eso son celos de envidia cochina.
Todas las reacciones:

¡MALA SUERTE!


Tengo la vida dentro de un pañuelo,
lo miro y sé que está lleno de mocos,
el pañuelo y mi vida, los dos son un todo...
...pañuelo de tela usaba mi padre,
también mis tíos y muchos otros,
yo nunca entendía como después de sonarse
se metían en el bolsillo el pañuelo lleno de mocos
y así estaba establecido y era norma social,
y claro,
cuando tenías una herida que sangraba,
cosa bastante habitual en un niño peleón y rebelde,
mi padre se metía la mano en su bolsillo
y extraía su pañuelo
y con todo el cariño del mundo me decía:
toma y límpiate,
pero yo desconfiaba
y antes de cogerlo lo revisaba minuciosamente,
si por algún lado estaba mojado, mal asunto,
si estaba encogido y arrugado,
el pronóstico también era de horrible a pésimo,
es decir, o estaba limpio de verdad
y pasaba la prueba del poligrafo,
o yo prefería dejarme desangrar...
hay cosas y escrúpulos que resultan ser inexplicables,
mira que de aquellas éramos niños sucios y guarros al
cuadrado,
y en cambio a mi me preocupaba más que nada y por encima
de todo
el tema del pañuelo y los mocos...
más tarde vinieron los pañuelos de papel
que serían tirados
después de un acto de servicio
y entonces cambió la cosa y cambió el mundo...
se dejaron de ver niños mocosos
y con una vela o dos velas colgando de su nariz,
porque resulta que el pañuelo de tela
lo llevaban los tíos adultos
y a los niños no nos quedaba otro remedio,
que sorber los mocos
y al querer sorberlos aquello era tan denso que era un sube y
baja,
el moco ascendía con el sorbo
y en cuanto dejabas de sorber, volvía a bajar,
era un moco ascensor...
nosotros o mismo yo,
fuimos niños mocosos,
nos encantaba hurgar con el dedo
y hasta casi tocar el cerebro,
después, mirábamos el moco arrancado de la cueva,
y entonces hacíamos una bolita con él,
y cuando se iba solidificando a base de amasarlo como una
miga de pan,
le dábamos con un dedo
y como si fuera un lanzamiento de canica hacia el infinito
y así era lanzado al espacio de tu alrededor
y si a alguien le caía encima,
¡mala suerte!
no sé, sería algo que cayó del cielo...

LA DIFERENCIA

 



Quizás se hubiera nacido de pie
ahora sería de suponer que estaría harto de estar erguido,
porque se diga lo que se diga,
todo dios se harta de todo,
y también se harta de nada
pero hablando de ir erguido y bien enderezado
mi madre me lo decía constantemente:
"hijo ponte derecho
que te va a salir chepa",
y mientras me daba un golpe seco y contundente en el hombro
me decía:
¡¡es que no sabes andar derecho!!
en tono sargento coronel,
y yo obedecía a regañadientes,
pero obedecía,
ahora bien, el tema me duraba medio minuto
y justo hasta que mi madre se despistaba con otra historia,
(tenía la suerte de que se despistaba fácilmente),
pero lo más curioso del caso,
es que sólo le preocupaba mi andar desganado y desgarbado
cuando caminábamos por la calle,
en casa le importaba un huevo mis andares estilo zombi
porque el meollo del tema era...
que yo tenía que andar recto y derecho para los demás,
como si el resto de la gente estuviera preocupada
por mi andar dejado tirando a caótico
pero en la calle y para reforzar su línea argumental
se apoyaba en alguien que miraba a tierra de nadie
y que lo mismo estaba mirando al horizonte
que a esa paloma que estaba a punto de cagar sobre su coche,
pero dicho sujeto que no se enteraba de nada
así y todo, mi madre se lo añadía como testigo ocular
de que yo era un incipiente chepudo,
por eso en mi futuro, me veía así....
trabajando en un circo junto a otros seres deformes
hay los enanos de los circos que no sé a quién hacían reír,
pero para eso estaban
y por eso actuaban en el mismo número que los payasos,
porque al parecer la deformidad hacía reír a alguna gente
hay algunas obesidades mórbidas que venden su aspecto de morsa
hay los amputados a lo que les gusta lucir sus muñones sudados,
hay los que tiene un ojo de cristal
y les gusta jugar a las canicas con él,
hay aquellos siameses que de aquellas había
que iban unidos por su cuerpo o su cabeza
y era todo un desafío médico quirúrgico
de como podían separarlos sin que uno de los dos muriera,
hay que decirlo todo...
algo hemos evolucionado,
digamos que poco a poco hemos aprendido
a respetar la diferencia y la deformidad
no todos tenemos que ser bellos y guapos,
ni super inteligentes,
ni tener andares perfectos,
ni está escrito en ningún lugar
que tengamos que tener 4 extremidades,
a veces con 6 u 8 se funciona mejor
ni siquiera hay una ley que dictamine
que tenemos que andar hacia delante,
pues a veces vas más rápido
y llegas antes a un sitio
si vas caminando hacia atrás como los cangrejos,
y es que para llegar a un objetivo no siempre hay que ir de
frente
a veces es mejor ir por la puerta de atrás
o por la puerta de servicio....
Y ya véis las vueltas que da la vida,
empecé hablando de mi futura chepa
y acabé andando hacia atrás...

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...