"La vida
no es más que un ensayo
sin fecha de estreno
pero con fecha de caducidad".
Despertar cada mañana
y acariciar el sol con sus nubes blanquecinas
y medio tímidas que apenas tosen.
Mientras la luz inunda tu cara
y poco a poco
te levanta los párpados
y la razón del sin sentido en el que has vivido.
Entonces
das gracias a la vida
y por tanta belleza que han visto tus pupilas,
pero en realidad...
es una pena
que cuando te sientes en la cima del mundo,
vengan a decirte...
que bajes,
que no subas tanto,
que no hay pista de aterrizaje.
Pero resulta que tú
ya estás al otro lado
y cuando te lo están contando,
estás en la otra orilla
y te de igual,
lo que te digan o lo que te dejan de decir.
Yo,
no puedo llorar sobre mis huesos.
De momento
no estoy muerto
y no voy a ser tan simple como para decir
que estoy más vivo que nunca
porque no es verdad...
En fin,
estoy vivo
pero no estoy para echar cohetes,
estoy, como decirlo,
vivo pero en plan decreciente
y esperando que alguien recoja mi testigo
pero que tampoco
me pida demasiada prisa.
Yo sé lo que me espera
al final de mi vida
y lo que me espera,
se llama muerte,
pero que nadie ose empujarme hacia ella
y por su ambición ciega.
Un día y de buena mañana
vendrá la muerte con su guadaña
y me dirá al oído
Oye... es tu hora
y yo traspasaré la frontera entre la vida y la muerte
como un suspiro desesperado
que apenas se oirá.
No dejarme solo en éste equinoccio.
El mundo desde que existe
da vueltas sobre lo que sea
y es verdad... yo me veo reflejado en él
y no paro de dar vueltas con el mundo.
Mis vueltas son más copérnicas y más astronómicas
y también,
menos geométricas y menos predecibles
y porque amo las tangentes
y los atardeceres donde se tocan el sol y la luna.
En general, me gusta la vida.
Disfruto del paso de los días
amo la noche más oscura
y si alguien me acompaña
le puedo enseñar hasta donde quiero a la luna.
Poco a poco
me duele el alma un poco más
pero ese dolor me hace ser más grande
y menos mezquino,
porque ese dolor
me hace crecer y me hace ser más sensible.
Os puedo decir
que una hoja de hierba,
al tocarme,
me produce escalofríos
y espasmos neuronales.
Os puedo volver a decir,
que la brisa y el viento
son mis mejores aliados
y pido salir como una bala
y el viento crea ciclones
y pido vivir en paz y en calma
y la brisa me desplaza a la isla en donde vivo.
Lo efímero
tiene cuerpo de pez
y alma de druida con mucho de mago.
Lo efímero es bestial,
un día te demuestra su porqué
y al día siguiente te escribe
desde el otro lado del mundo.
Lo efímero nunca se queda
lo efímero entra sin permiso
te sorprende
y cuando lo empiezas a disfrutar
está abriendo la puerta que le lleva a otro lado.
Por eso se llama efímero
y porque en definitiva
lo efímero es como una estrella fugaz
y en la fugacidad
es donde reside toda su belleza.
No partas mi corazón en dos,
pártelo en millones de partículas
que a su vez
se convertirán en moléculas y átomos
y para que al fin,
alguien abra una puerta
y se los lleva una corriente de aire
y ya después,
todo dependerá del destino del polvo en suspensión.
Lo mismo,
queremos volver atrás
y para remover las cenizas de aquél ayer
pero éste destino
está condenado al fracaso
y porque nada puede ser igual que antes
O lo mismo queremos olvidar
y queremos olvidar el antes, el después y el ahora
y borrón y cuenta nueva.
¿Y que hiciste en esos años?
Pues no me acuerdo
tengo un vacío de aquellos años,
supongo que algo haría...
pero es que tengo muy mala memoria
y me parece que eso, viene de familia.
O lo mismo queremos regodearnos en el sufrimiento
y buscar abrazos compasivos
y besos compungidos
y carantoñas y palmadas en los hombros
y un montón de "pobrecitos de mí"
y ¡joder! cuanto has debido de sufrir
y así podrás demostrar
que eres el ombligo del mundo
y que el universo gira alrededor de ti.
Para dolor...dolor
el de algunos otros que yo conozco.
Mi dolor al lado del suyo
no es comparable
y hasta puede parecer un insulto dicha comparación.
El mío es el dolor cotidiano de cada día
sumado al dolor de un viejo que va camino de ser más viejo.
Pero el suyo resulta ser tan inhumano
que hasta su nombre "dolor oncológico"
no lo representa visualmente ni metafóricamente.
Dolor oncológico...
tortura viviente.
Dolor oncológico...
asesino despiadado
que disfruta como poco a poco se come
y se devora el alma, el cuerpo y por fin, la vida.
Odio el verano.
Odio su calor inhumano
y al veraneante que piensa que vivimos gracias a él
y debido a su puta limosna de mierda
que a algunos, deja.
Odio al guiri,
bueno a ese lo odio todo el año
pero en verano
mi odio se dispara de tal forma
que no los mato
pero porque no gusta matar a nadie
y no por la cantidad de odio que supuran mis poros,
porque tengo que reconocerlo,
a veces me desborda
y mi odio se convierte en lava incandescente
que me quema y me destruye por dentro.
Odio al verano
y al veraneante
y al guiri blancuzco
que después se torna rojo perdido
y porque el sol lo ha quemado como un camarón
y odio al que presupone
que como es verano
lo tienes que pasar bien sí o sí
y le da igual que sean las cuatro de la madrugada
y porque el verano está hecho para él
y para joderte a ti.
El hombre solo -que ha estado en prisión- regresa a la prisión cada vez que muerde un pedazo de pan. En prisión soñaba con las liebres que escapan sobre el manto invernal. En la niebla de invierno el hombre vive entre muros de calles, bebiendo agua fría y mordiendo un pedazo de pan. Uno cree que después renace la vida, que la respiración se calma, que regresa el invierno con la fragancia del vino en la cálida hostería, y el buen fuego, la cuadra y las cenas. Uno cree, mientras está adentro, uno cree. Se sale una noche, y las liebres las cazaron y las comen al calor los otros, alegres. Hay que mirarlos desde el vidrio. El hombre solo se atreve y entra para beber un vaso, cuando ya se está helando, y contempla su vino: el color humoso, el sabor pesado. Muerde un pedazo de pan, que sabía a liebre en prisión, pero ahora no tiene sabor a pan ni a nada. Y el vino no sabe más que a niebla. El hombre solo piensa en esos campos, contento de saberlos ya arados. En el salón desierto, en voz baja, prueba cantar. Vuelve a ver, a lo largo del terraplén, el penacho de las zarzas despojadas, que en agosto fue verde. Le da un silbido a la perra. * Y aparece la liebre y ya no tienen frío. |
Breves acotaciones para una biografía Cuando tengas dinero regálame un anillo, cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca, cuando no sepas qué hacer vente conmigo, pero luego no digas que no sabes lo que haces. Haces haces de leña en las mañanas y se te vuelven flores en los brazos. Yo te sostengo asida por los pétalos, como te muevas te arrancaré el aroma. Pero ya te lo dije: cuando quieras marcharte ésta es la puerta: se llama Ángel y conduce al llanto. |
Que raro se hace poder respirar sin mascarilla.
No sé si es bueno o si es malo o peor
volver a ver las caras al desnudo,
porque lo tapado siempre es intrigante
y es dado a ser imaginado.
Y suele ocurrir que lo imaginado
es mucho mejor que lo real.
Pero claro
nos estábamos perdiendo las sonrisas
el movimiento de labios
y el gesto sensual de los besos.
El caso es que yo de momento
no me atrevo a quitármela,
aún no veo el panorama tan claro
ni tan libre de coronavirus.
De niña metí un dedo en el fuego para convertirme en santa. De adolescente todos los días me golpeaba la cabeza contra la pared. De joven salí al tejado por la ventana del altillo con la intención de saltar. Ya mujer tuve el cuerpo cubierto de piojos. Crujían cuando planchaba el suéter. Esperé seis minutos a que me ejecutaran. Pasé hambre durante seis años. Entonces di a luz un niño, me apuñalaron sin haberme puesto a dormir. Entonces una bomba me mató tres veces y tres veces tuve que volver de la muerte sin que nadie me ayudara. Ahora estoy descansando después de tres resurrecciones. Anna Świrszczyńska (Varsovia, 1909-Cracovia, Polonia, 1984) |
Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...