Día duro para mis principios. Murió Pepe Mújica y una parte de mí murió con él. Hace unos días murió el Papa y nada de mí murió con él. Desde luego no son comparables, yo solo hablo de la importancia que para mí tienen cada uno de ellos. Y eso que este Papa era progresista o eso decían que era, claro que viviendo en pleno emporio del Vaticano, cuesta creer que como decían sus huestes más fieles, que era sencillo, honrado y que defendía a los más pobres. Bueno, hizo cosas buenas y entre ellas, se declaro contra las guerras y contra las inmensas desigualdades sociales que hay en este mundo. Pero el Pepe no siendo Papa, era más claro y más consecuente con sus ideas y pensamientos. Para mí solo tenía un punto débil (que tendría más y porque al fin y al cabo era un simple ser humano), su forma de vivir me resultaba ser un poco o un mucho cutre y casi rozaba lo espartano. Pero era su forma de ser y de estar en la vida y además, no hacía apología sobre su forma de vivir y que en consecuencia, todos deberíamos vivir como él. Vivía con cuatro cosas y si llegaban a ser cuatro, pues poco gastaba y hasta gastaba tan poco, que a mi parecer y con el mayor de mis respetos, yo en su caso entraría en una profunda depresión. De ropa lucía cuatro harapos a los que se les notaba el paso de los años.
Su choza era una verdadera choza y nada de lujos ni hostias benditas. No creo que bebiera alcohol, tampoco que fumara. Su coche era un viejo volkswagen tipo cucaracha que el cuidaba con sumo mimo (esto último me lo supongo). Cuando se cuenta una historia sobre alguien hay que meterle algo de magia y para lo bueno y para lo malo. Lo veo con su gato y/o con su perro de raza callejera y cuidando un gallinero donde recolectaba sus huevos caseros. Su aspecto era de viejo adorable y con un conocimiento muy profundo de como funciona este mundo. Pero no se las daba de catedrático sabelotodo. Ya digo que era un ser sencillo hasta su médula. Y es de suponer que si volviera a nacer, sería otro gran luchador y tal y como lo fue a lo largo de su vida.
Yo tengo que reconocer que nunca sería como él y porque a mi me gustan un buen montón de pequeñas cosas a las que él no les daría casi ninguna importancia. A mi me gusta todo lo bueno: el jamón ibérico de bellota, el mejor marisco, el mejor pescado y la mejor carne del mercado. La fruta más rica y sabrosa. La ropa no la quiero de señor pijo, pero la quiero buena y todo esto que he dicho sale demasiado caro. Por tanto, yo no quiero vivir en una choza, pero tampoco quiero vivir en un palacio con grifos de oro y wáter de plata. Yo quiero vivir cómodo y sobre todo, que mi casa tenga buenas vistas al océano, aunque también me conformo con tener delante de mi casa, un hermoso río o un frondoso bosque. En todo lo demás, estoy más de acuerdo con él y me hubiera encantado conocerlo personalmente.