Es difícil entregarse, entregarse de cuerpo y alma y porque entregarse, significa dejarse llevar. Uno se puede entregar a una causa o a una persona querida o al trabajo o a cualquier actividad, pero entregarse en estos casos significa dejarse hasta la piel en ello. Yo prefiero las entregas por capítulos y hoy me entrego y mañana ya veremos. Ahora el día en que me entrego, lo hago a fondo y sin frenos, pues yo ahí no tengo punto medio. Cada uno es como es y yo prefiero el desenfreno que al tedio.
Pero no todos los días uno se puede dedicar al desenfreno de las pasiones, hay que saber reponer energías y ganas. Porque el peligro del entregarse reside en que si lo haces a diario, se puede transformar en una más de tus costumbres y entonces se borra la magia. Y ya sé que esto suena a una de cal y a otra de arena, pero así es la vida, un día te apasionas desaforadamente y al siguiente repones fuerzas. Bueno por el tiempo que llevo yo sin apasionarme, ya pueden tocarme varios años de pasiones seguidas, como decía el otro, tengo acumulados muchos puntos.

Pasión es una cosa y entregarse es otra. La pasión puede ser momentánea y en cambio el entregarse a tope también, pero con condiciones. Entregarse es hacerlo de cuerpo y mente y eso te pasa factura y si en principio era solo el momento, después se convierte en un hábito. Por tanto y pongo por ejemplo una relación, ya tienes tu papel en esa relación, el ser esclavo de la otra persona. Y yo no soy esclavo de nadie, yo si me entrego algo, es con la condición de que me sea devuelto. ¿Cuestión de desconfianza o cuestión de ser un tío prevenido?.