LA COHERENCIA
Que nadie busque coherencia en todo lo que digo y pienso, porque no va ser así y además, el mundo evoluciona y yo con él y mis ideas de antes no son exactamente igual a las de ahora. Llevo 11 años escribiendo y he visto mi evolución dentro de mi propio autoconocimiento. Y no sé si me conozco mejor que antes, aunque es de suponer que sí, pero ¿quién puede asegurar ciegamente que estoy en el camino correcto?. Yo no, desde luego. Yo puedo suponer que he evolucionado hacia el lado más positivo, pero a lo mejor hay alguien que me vió hace 12 años y me vuelve a ver ahora y piensa todo lo contrario, es decir que he involucionado. Eso de porque seas todo un viejo pellejo al que le cae la experiencia por todos los lados, no te puede llevar a la conclusión de que eres mejor persona. A veces la experiencia en la vida ha sido tan negativa que eso te convierte en un viejo cruel y lleno de odio. Buscar siempre la coherencia en todo es una nueva atadura que no dejará dar dos pasos. La coherencia sólo hay que buscarla a veces y para no perderte demasiado entre pajas mentales.
La coherencia me diría, tío deja de escribir en ésta mierda de blog, al cual estás encadenado desde hace 11 años y has dedicado horas y días y meses y años. Y sueños y esfuerzos. Lo coherente sería eso, cerrar la puerta, abrir la ventana, soltar un fuerte grito y tirar el portátil a la calle...pero en cambio, sigo aquí encadenado y maniatado. O tío vete a darte un baño en el mar mediterráneo, que lo tienes a escasos 50 metros o coge la bici eléctrica y ve hasta la otra punta de la isla (que son 45 kilómetros) o date un paseo andando tranquilamente y como el que no quiere la cosa. Correr, sí que no. ¡Joder! yo tengo mis principios y en esto en nada he cambiado en 12 años y ni evolución ni hostias benditas, ni cambio de ideas sobre los que quieren correr. Volar sí que lo haría, pero como en parte ya lo hago con mi avión medicalizado, no tengo mucho mono sobre el tema.
Cada día que pasa me preocupa un poco más mi jubilación y porque ahora la veo tan cerca que me pasa como aquél que desea tanto una cosa y los días y las horas no le pasan. Yo debo estar muy loco y porque seguir currando con 68 años y medio, tiene su punto raro y extraño, pero como decía el otro, tengo mis propias razones para seguir haciéndolo. Ahora bien, que nadie piense que sigo currando para no aburrirme, porque yo preguntaría ¿qué es el aburrimiento? y con eso lo digo todo.
...SOMOS...
MERECES...
EL DÍA DE LOS "SIN MIEDO"
SALTAR
Mi próxima parada, es la vida,
la siguiente, es la vida después de ésta vida
allí donde vive el rinoceronte con sus alas blancas
o donde estás tú saltando charcos,
porque tu saltas charcos y yo salto ríos
o tu saltas océanos y yo salto gotas de lluvia,
me da igual...,
la cuestión es que los dos saltamos
y que saltamos sobre el agua
y no somos ranas ni sapos,
sólo somos dos personas que a veces saltamos
y porqué nos gusta cambiar de orilla.
DISTINTOS TIEMPOS...DISTINTAS ESTUFAS
Ya van pasando los días de verano y ya hemos pasado el ecuador del mes de agosto y si estuviera en mi tierra gallega diría, o inverno se cheira (el invierno se huele). Bueno, hablo de aquellas épocas donde no se hacía notar tanto el cambio climático y el refrán mencionado tenía su razón de ser, porque a lo mejor ahora el invierno se huele en el mes de diciembre. Claro que también de aquellas, empezaba el invierno en el mes de septiembre y hasta finales de junio el invierno no se iba, por lo menos esa pasaba cuando vivía na Costa da Morte. Primer tractor de leña, el día 1 de septiembre y el último sería en el mes de mayo y en todo ese largo invierno la estufa de leña permanecía encendida casi todo el día y todos los días o sea, de forma casi permanente. Yo vivía alrededor de la estufa de leña y es curioso esto que digo, porque ahora sigo viviendo alrededor de ella, de otra estufa, claro. Yo de pequeño ya sabía que me atraía el fuego y el olor a leña y por eso el día en que mis padres nos dejaban encender la chimenea, que era una vez al año y nada más y por esa razón tan simple y tan banal, de que la leña ensucia la casa, puese ese día era el niño más feliz del mundo. Después y más tarde dejé de ser niño y ya no fuí tan feliz. Pero a veces lo fuí y en esas veces siempre o casi siempre, tenía una estafa o una chimenea a mí lado. Salvo cuando estudiaba medicina y porque vivíamos en pisos colmena y pegados a esas estufas eléctricas que tenías dos barras y cuando estabas tieso de frío casi te llegabas a quemar.
Desde aquellos tiempos odio ese tipo de estufas, pero bueno hay que reconocer que fomentaron mi instinto de supervivencia. Como quemaban tu piel aquellas cabronas, pero no había otra forma de entrar en calor. Alguna vez que otra me las volví a encontrar en algún cuarto de baño y normalmente y no sé muy bien el porqué, estaban colgadas en la pared. Sería para que te broncearas rápidamente. Tufillo a piel tostada y quemada. Sabañones en estado de alerta. Yo me acuerdo cuando meterse en la cama era todo un suplicio y porque la cama eran sábanas pegadas por la humedad reinante y había que despegarlas para ir introduciendo tu cuerpo muy poquito a poco y para no morir de sopetón. De Santiago de Compostela tengo mis mejores recuerdos, pero también tengo alguno que otro malo y éste de esa humedad tan bestial, la tengo grabada en la médula de mis huesos. Aunque de niño también pasé mucho frío y porque de aquellas no existía la calefacción o por lo menos, no existía en mi casa y lo único que estaba permitido para luchar contra el frío era el llevarse a la cama bolsas de agua caliente o recién hervida.
Y esa bolsa en los pies hacían verdaderos milagros y cuando los pies empezaban a calentarse un poco deslizabas la bolsa de agua por el resto de tu cuerpo y de alguna manera, acababas entrando en calor. Años más tarde, mis padres introdujeron la estufa de butano, que de aquellas daba una peste que no veas, pero era lo que había para calentar un poco tu medio ambiente (aparte claro está, de la chimenea o estufa de leña...pero ya conocéis el argumento que tenías mis padres, que ensucia mucho el suelo y punto y pelota). Por tanto hasta que me convertí en un ser adulto e independiente, no pude volver a disfrutar del entrañable calor de la leña.
Yo, si viviera en otra tribu
Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...
