GALLO


 

MOMENTOS



Ahora tengo a "Police" de fondo y no me enamoro porque no tengo con quién enamorarme. La música me pone la vena toda loca y a veces, me entran unas ganas de llorar que hasta me pongo del revés. Problema: que al final no lloro, ni siquiera se me asoman los mocos de los compungidos mocosos. Nada, en tal caso se me pone una especie de neblina en los ojos, pero de ahí no pasa el asunto. Estoy seco del todo, no tengo lágrimas en mi almacén de lágrimas. Estoy seco como una mojama  al sol de mi Cádiz del alma.

Llevo muchos años intentando que me salten las lágrimas y en plan catarata. Recuerdo que hubo un tiempo en que lloraba porque tú (no importa quién fuera) cerrabas la ventana que yo quería que siguiera abierta o porque ese día el viento era del sur y yo quería viento frío del norte. Daba igual la razón y el motivo, esas lágrimas siempre estaban al borde del precipicio y hasta un simple estornudo podía producir un lloro incontrolado y lacrimógeno. 

Claro que hubo otro tiempo, en que nada me hacía llorar, ni siquiera que me dejara la que hasta entonces, fuera mi pareja. Era orgulloso y siempre mirando al frente y a los ojos de todos, desafiante y un poco o muy gallo del gallinero. Pero eso dura unos años y solo mientras que piensas que eres el puto amo y nadie te puede toser en la cara. 

Después (años después) pude comprobar que hay muchos que te tosen, que incluso te escupen y que si pueden y si tú les dejas, te pisan la cabeza con su bota militarizada. Y ahora en éste momento de hoy, no estoy en el punto medio y porque no creo en los equilibrios de la ponderación y es que yo creo más, en que un día estoy arriba de todo y otro día estoy a las puertas del infierno y habrá algunos otros días, donde me tocará nadar hacia una u otra orilla. Y ahora os puedo asegurar una cosa: el resumen de mi vida no es una puta línea recta. He tocado el cielo y he estado en el subsuelo del infierno y por tanto, que nadie me venga a decir que lo ideal es vivir en un punto neutro, pues porque me sabe a poco o a nada, porque me hace flotar como un corcho amorfo y porque huele a inodoro y sabe a insípido.

REFLEJOS


 

HUEVOS DE HIELO


 

Susan Sontag


 

Cuando tenía seis años leí una biografía de Madame Curie escrita por su hija, Eve Curie, y por aquella época pensaba que iba a ser química. Luego, durante mucho tiempo -la mayor parte de mi infancia-, quería ser médica. Pero la literatura me arrolló. Lo que yo quería, en realidad, era vivir todas las vidas posibles, y la vida de escritora parecía la más inclusiva.

Cada día vuelvo al mismo sitio.

 


Cada día vuelvo al mismo lugar y sitio.

A través de la misma ventana observo 

como se acerca la noche.

Me gusta ese entrañable momento mágico. 

Se cierra el día y se enciende la noche

y casi siempre escucho algunas voces,

a veces de gente que pasea por la calle

y otros veces son voces que no identifico,

ni le pongo cara, ni ojos, ni rostro.

Son voces anónimas que no sé muy bien de donde salen,

de fuera no son porque las escucho demasiado cerca

y puede que sean de dentro

a lo mejor,

 es mi yo interior que intenta comunicarse conmigo.

Pero mi yo interior debe hablar en otro lenguaje

escucho su voz

pero no entiendo sus sonidos y palabras.

Ahora bien

no hacerme mucho caso

y porque si me lo hicierais

yo sé que más uno pensaría

que no estoy en mis cabales.

Y hasta puede

que sea cierto...

A la cordura siempre que aderezarla 

con un poquito de locura.


 

Gustav Klimt


 

LLUVIA DE SEPTIEMBRE

 

Hoy no llueve. 

No llueve como casi todos los días.

Ahora,

en éste mes de septiembre

estoy esperando la gota fría

que por estos lares

suele causar estragos

y es que se pone a llover tanto

y en tan poco tiempo

que se forman ríos de barro, fango y malas ideas.

Tampoco quiero catástrofes naturales,

yo sólo quiero que llueva

y que todo se moje (incluido yo)

y que al llegar a casa

tenga que secar y limpiar mis gafas.

Necesito sentir la mano templada

de la lluvia de septiembre

sobre mis hombros y manos.

Cumpleaños (Angel González)


Cumpleaños



Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!
Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

Ángel González

 



"Todo amor es efímero
Ninguna era tan bella como tú
durante aquel fugaz momento en
que te amaba:
mi vida entera".

SEPTIEMBRE

 

Ahora me acuerdo de cuando el mes de Septiembre era un mes precioso de necesidad. Era cuando se daba por finiquitado el caluroso verano y el sentir como poco a poco y al lento paso de los días de Septiembre, nos iba envolviendo la mano húmeda del dulce otoño. Volvía la adorable lluvia después de un seco y siempre agresivo verano. Eran Septiembres de vendimias y siempre me acompañará ese olor a uva fermentada de la vendimia y el intenso olor de la tierra mojada. Yo tengo un hermoso jardín lleno de olores, algunos son olores ancestrales cosechados hace mucho tiempo (infancia, niñez, pubertad), otros son más recientes en el tiempo (estudiante, adulto y pasado de rosca) y por fin, otros son actuales y a los que intento, darles forma y contenido con plantas y flores aromáticas (los aromas me inundan de recuerdos y de los más bellos momentos). Y digo, lo intento y porque no siempre consigo. Yo guardo en mi empobrecida memoria de viejo ya medio caduco, el olor a la Naftalina en forma de pequeñas bolas escondidas en los cajones de mi infancia. De vez en cuando me viene un agradable olor a Hierba Luisa que me encandila mi Pituitaria. O a Manzanilla. O a café de pota. Y en los Septiembres me penetra ese olor a tierra mojada y a uva fermentada, aparte del suave aroma de la paja humedecida en los pajares y a maíz recién cortado y a punto de ser desmigado.
Septiembre también es mes de grandes y profundas mareas vivas y todo el mar subía más que nunca y todo el mar bajaba hasta dejar la playa casi desnuda. Claro que ahora vivo rodeado de mar Mediterráneo y el bajar y el subir de las mareas, es mínimo y hasta a veces pienso que es, ridículo. Yo quiero morir mirando al Océano Atlántico (me gustaría) e ir poco a poco apagando mis cansados ojos al mismo tiempo que iría bajando la marea y el momento más sublime de mi muerte coincidiría con el máximo punto de bajada. Bueno también, querría sonidos naturales y que se escuchara al mar en su batir de olas y al viento, levantar arena y espuma. Y en esa cadencia casi perfecta y casi sublime, ir apagando mis velas vitales. En mi tierra gallega se prefiere morir como sea (supongo que siempre será lo mejor posible), pero que te entierren mirando al mar. Es decir, lo que realmente importa a mis paisanos, es que los entierren mirando al mar. Y yo como no creo en la vida después de la muerte, pues pido y ruego que cuando esté en mis últimos estertores, que alguien me acerque hasta mi Océano Atlántico y que allí me deje morir en paz.
Mi visión del mundo y de las cosas la quiero tener y retener antes de picar billete para el otro barrio. Después de muerto, me da igual que me incineren, que me entierren o que me den por el culo. Quién sabe, a lo mejor al otro lado se encuentra la felicidad ideal. Pero yo expongo mis dudas al respeto, pues yo creo que si hemos tenido momentos felices, esos son los que tenemos que retener y nuca olvidar. Y yo nunca fui más feliz en mi vida, que cuando viví en mi tierna y a veces sufrida infancia, pegado al Océano Atlántico y todas las noches escuchaba su maravilloso concierto de olas y no puedo olvidar, todas las ganas acumuladas que me entraban de ponerme a volar. Y por supuesto, que nadie se olvide de ponerme delante los colores otoñales de Septiembre: el sol tangencial dando en mi cara (color ocre con hermosas sombras oscuras otoñales). Las hojas entre verdes y marrones. El mar azul pero mucho más oscuro que en verano. La lluvia en los charcos. El suave gris del cielo. Los reflejos en la arena mojada de la playa. La luz lejana de aquél faro. El cielo pintado de estrellas fugaces. La luna de septiembre, más hermosa que nunca. Y yo de pie y apoyado en mi ventana y percibiendo cada sonido del viento.

LA ENERGÍA

 


Esto decía hace 6 años. Y ahora, seguimos pagando por ello.

JULIO CORTÁZAR