Me da igual
me da igual ocho que dieciocho
o que diez por seis sea igual a 98 y me llevo seis.
Porque no se trata de eso,
no se trata de sumas exactas,
ni se trata que después del uno venga el dos y el tres.
No quiero ese orden
porque adoro el desorden y el caos
porque quiero que después del uno estés tú,
que estés en carne y hueso
luciendo ese fémur desestructurado
y esa rodilla destrozada por el paso del tiempo.
Porque yo adoro las imperfecciones,
y a los defectos les llamo virtudes
y a las deficiencias le llamo sapiencias,
porque yo tengo mi orden dentro de mi desorden,
yo tengo mis reglas irreales
yo tengo mis propias leyes demenciales
y por supuesto,
yo tengo mi propia mierda.
Pero a lo que iba...,
me da igual que uno por uno
sea igual a dieciséis...
porque mi orden, para el resto de los mortales,
resulta incomprensible.