HUBO UN TIEMPO...




Y aquí estoy yo,

un hombre desarreglado

con ese toque entre medio dejado y entre medio 

perdido,

que no perdido del todo

y sin caer en la triste bohemia 

de un hombre triste y ahogado en el mar de las penas,

porque no me gusta arrastrarme por el fango de la mierda,

ni dar pena a nadie,

ni rogar que alguien me preste su hombro para llorar desconsolado

yo en ésta vida,

he aprendido a ser digno

y que la dignidad sea mi mascarón de proa y mi razón de ser,

ni le beso los pies a nadie,

ni me pongo de rodillas en plan suplicante,

ni acepto ninguna limosna caritativa,

yo exijo mi sueldo y mi nómina,

lucho por mis derechos laborales,

y reclamo la dignidad de las personas y del ser humano...

mi vida ha sido de todo y de nada,

hubo momentos intensos

y otros que ya me gustaría poder olvidar,

pero nada se olvida bajo el sol del otoño,

te da de lado,

te ilumina sesgado,

calienta pero no quema,

se junta con el mar y crean

los mejores reflejos que te puedas imaginar,

yo por mi,

nacería en un día otoñal,

el año lo dividiría en cuatro estaciones otoñales

y el verano sería condenado al ostracismo más absoluto,

y hubo un tiempo en que el verano existió...

MALDITO DUENDE






Maldito duende

que no me deja en paz,

que insiste con el bien y con el mal,

como si él supiera lo que es una cosa o la otra,

yo en cambio sé bien que es la maldad,

y de la bondad sé bastante menos,

aunque me gusta jugar en la frontera de las cosas,

y un día tiro esta piedra

y otro día la tiro y escondo la mano,

me gusta ser y a la vez no ser,

me gustan las florecientes flores de la primavera

pero también e incluso más,

la caída de hojas caducas

que nos regala la hermosa estación otoñal,

me gustan los paisajes lunares,

un desierto,

un pequeño oasis medio perdido,

tres palmeras sueltas,

dos dromedarios comiendo hierbas,

y un hombre sediento en medio de la nieve,

me entusiasman los contrastes

y a una isla solitaria me llevaría

un  libro sin apellidos,

una palmera, para que me de sombra y dátiles

 y un río

un río que cruzaría la isla de cabo a rabo,

un río con un precioso puente de piedra,

de antigua piedra,

 tan antigua que no me acordaría de su fecha,

yo me pongo en la isla

y tú le pones las ganas,

es sencillo,

construyes una choza

y piensas que es un castillo.

IGNOMINIA, de Alexander Drake

Ignominia, de Alexander Drake


Cómo escribir un libro de éxito

Lo primero que tienes que hacer es copiar de principio a fin la historia de cualquier otro libro que haya contado con un gran despliegue publicitario. No te preocupes por el qué dirán. La mayoría de los escritores llevan escribiendo el mismo libro durante siglos y todavía nadie se ha dado cuenta. Sólo has de imprimir cuatro pinceladas de tu propia cosecha y cambiar el nombre de los personajes. Así de sencillo. Haz especial hincapié en que la historia que elijas sea lo más aburrida posible y asegúrate de que no suceda absolutamente nada en ningún momento. En cuanto a las frases, procura que sean densas y difíciles de entender. Frases largas, con giros sin sentido y palabras que la gente tenga que buscar en el diccionario para saber lo que significan. Así aparentarás tener un elevado nivel intelectual y un gran dominio del lenguaje. Entonces el público te encumbrará por todo lo alto. La extensión del texto es de vital importancia: el libro nunca debe tener menos de 400 páginas. A partir de ahí puedes seguir añadiendo paja hasta el infinito, cuanta más mejor. Cualquier crítico te alabará por el solo hecho de haber sido capaz de escribir 1.000 páginas; a pesar de que entre todas ellas no haya ningún mensaje que transmitir. Con un volumen semejante nadie se atreverá a cuestionar tu obra. Encontrar un buen título es esencial. Coge el de cualquier otro libro que haya generado grandes beneficios, cámbiale una sola palabra y listo: ahí tienes tu obra maestra.

**

Omega man

Miraba con desprecio a todos esos cabrones ociosos que caminaban despreocupados por las calles. ¿Por qué diablos no estaban trabajando? Encerrados en alguna oficina; o en algún comercio reponiendo el producto; o picando piedra… ¿De qué me servía mi posición de desempleado si estaba rodeado de gente igual que yo? El mayor aliciente que uno tiene cuando está sin trabajar es que el resto de la gente esté ocupada y no sea un obstáculo en tu camino. Quería sentirme como el protagonista de El último hombre vivo. Disponer de todo cuanto quisiera sin tener que toparme con nadie. La gente me asqueaba. Estaban por todas partes. Era espantoso.

**

Saturday night

Me enviaron un SMS para salir por la noche. Lo medité un par de segundos. Tendría que entrar en locales llenos de gente, con una música horrible a todo volumen, donde haría demasiado calor y apestaría a tabaco en cada maldito rincón. Tarde o temprano me presentarían a alguien; y entonces me vería obligado a hablar con esa persona. La verdad, no podía soportar la idea de tener que escuchar la vida de nadie, y mucho menos verme sumido en la tortura de tener que explicar la mía. Cogí el móvil y redacté el siguiente mensaje: "Lo siento, no tengo fuerzas para enfrentarme a algo así". Después pulsé un par de botones y mandé el texto. Esperaba que lo entendieran.

**

Guardando las distancias

Me gustaba sentarme en los bancos del paseo de la playa y observar a las mujeres que pasaban caminando de un lado a otro. Sólo eso. Me conformaba con mirarlas e imaginar sus vidas. En realidad no quería conocerlas. La gente siempre acaba decepcionándome. Prefería construirme una imagen de ellas tan idílica como falsa. Así resultaba mucho mejor. 


BERG, de Ann Quin

Berg, de Ann Quin



Un hombre llamado Berg, que cambió su nombre por Greb, llegó a una ciudad costera con la intención de matar a su padre…

**

Debería regresar pronto, entrar en la habitación, sorprender al viejo solo, un golpe, no hacía falta más, o un buen apretón en torno al cuello, aquella carne hebrosa, correosa, retorcerla como uno haría con un pollo, ¿y lo que quedara? Un cadáver infestado de moscas, despatarrado en la planta superior de una casa podrida ya por exceso de ideales. Si pudiera trazar tan solo una línea bajo la superficie de mis supuestos, ¿llegaría un punto en que la claridad suplantase al caos de lo que había sido? El sentido trágico del destino es inherente a todo hombre; pero yo desafío al hado, yo soy el único responsable de cada acción, de cada escena; desde mi nada crearé la idea, contemplaré lo que he imaginado y solo de ahí brotará la totalidad de mis actos.

**

Siempre este deseo supremo de apurar la carcasa; ¿puede la forma del cuerpo ser el alma, qué manifestación externa revela al fin nuestros sentimientos más íntimos? Aun así hay suficiente verdad en estos pasos que doy, en este cigarrillo que prendo, en esa hoja aplastada en una grieta de la acera y en la mujer que acabo de dejar hecha un mar de lágrimas. Pero una vez integrado es cuando empiezo a hacer preguntas, a demandar. Rodeado de muchos bloques de pisos: ojos cuadrados, bocas cosidas, árboles escamondados, cristales rotos y mi sombra escabulléndose por las esquinas.

**

Alistair Berg, alias Greb, viajante de comercio, vendedor de pelucas, de tónico capilar, amante paranoico, ¿se declara culpable? Sí. Culpable de todo aquello que la condición humana trae consigo; culpable de entregarme en exceso; culpable de defenderme; de defraudar a otros; culpable de amor; de amar demasiado, o no lo suficiente; culpable de actos provincianos, de cumplir deseos universales; de martirio consciente; de masoquismo inconsciente. Horas muertas, dedos inquietos. Alistair Charles Humphrey Greb, alias Berg, se le condena a cadena perpetua hasta que llegue el día en que pueda demostrar que merece la muerte.

**

Entrevió su propio reflejo: maquiavélico como poco, bastante sorprendente ver cuánto revelaba en realidad la superficie de lo que solo en parte sentía. Qué demacradas tenía las mejillas, visiblemente hundidas, que volvían enormes sus ojos, el cuello moteado, de cigüeña. Se sentó en la cama. De algún modo la situación había adquirido proporciones exageradas. No tardaría mucho en ponerse enfermo de la preocupación, si no lo estaba ya. Quizá mejor marcharse, de inmediato, largarse de aquel lugar, de la ciudad, olvidarse de todo aquello. 

[Malas Tierras & Underwood Editorial. Traducción de Ce Santiago y Axel Alonso Valle]

NADA NUEVO BAJO ESTE SOL NUBLADO













Nada nuevo bajo este sol nublado,

la vida transcurre plácidamente,

escucho el sonar de las campanillas de viento,

pero hoy más que viento,

corre una ligera brisa que no refresca el aire ambiente,

hoy hace calor tórrido

y un poco asfixiante,

nada o muy poco se mueve de su sitio,

un coche pasa de vez en cuando,

algunas voces corren por la calle

y el eterno trinar de esos pájaros que después te cagarán en el coche,

está muy bien todo lo natural

pero estaría mejor... si nadie se cagara,

el perro sería mucho más lindo,

el pájaro sería un maravilloso objeto volador cuasi perfecto,

y la abeja maya sería más abeja que nunca

(y ahora...no me preguntéis el porqué),

pero lo que queda más que claro,


es que el mundo sería un lugar mucho mejor

si nadie se cagara.

ME HE PASADO MEDIA VIDA INTENTANDO SER

Me he pasado media vida intentando ser,


ser médico,

ser padre,

ser afable y amable,

ser sincero y claro,

ser empático y simpático,

ser amigo de mis amigos,

ser buen y mejor compañero,

en fin, 

me he pasado media vida intentando ser alguien

ser sin pensar en lo que uno quiere ser,

ser como se debe ser

y aunque no esté escrito en ningún sitio...

modérate,

contrólate,

equilíbrate,

pondérate,

saluda a la peña,

conduce con más cuidado,

quita el pie del acelerador,

mírame cuando te hablo,

modera tus nervios,

no seas tan terco,

explícate mejor,

cuenta hasta tres antes de decir algo,

y uno y dos y tres,

y en definitiva, 

me he pasado media vida,

queriendo ser otro

que nunca he querido ser..

BLANCANIEVES (Sonia San Román)

miércoles, 15 de abril de 2020


BLANCANIEVES por SONIA SAN ROMÁN


Me sorprende que todos os empeñéis
en ser mis madrastras,
mis enanitos,
mis espejitos mágicos,
mis manzanas venenosas.

Soy la Blancanieves negra
inmune a vuestro cianuro,
que escupe
a esos príncipes perfectos
plastificados y púberes.

Soy la Blancanieves
menstruante,
la princesita preñada,
la impúdica y casquivana
Blancanieves de taberna.

La niña despierta,
mientras se hace la dormida.

La Blancanieves
de látigo húngaro,
de katana japonesa
y de puño americano.
La Blancanieves con metralleta.

La princesa de la voz agria,
la de los gritos duros,
la de la cerveza amarga.

Blancanieves sin madrastra,
sin príncipe,
sin enanos.

Sonia San Román, de 23 Pandoras: Poesía Alternativa Española (Baile del Sol, 2009).
Me sorprende que todos os empeñéis
en ser mis madrastras,
mis enanitos,
mis espejitos mágicos,
mis manzanas venenosas.

Soy la Blancanieves negra
inmune a vuestro cianuro,
que escupe
a esos príncipes perfectos
plastificados y púberes.

Soy la Blancanieves
menstruante,
la princesita preñada,
la impúdica y casquivana
Blancanieves de taberna.

La niña despierta,
mientras se hace la dormida.

La Blancanieves
de látigo húngaro,
de katana japonesa
y de puño americano.
La Blancanieves con metralleta.

La princesa de la voz agria,
la de los gritos duros,
la de la cerveza amarga.

Blancanieves sin madrastra,
sin príncipe,
sin enanos.
Sonia San Román, de 23 Pandoras: Poesía Alternativa Española (Baile del Sol, 2009).

CONFESIÓN de C. BUKOWKI

CONFESIÓN por CHARLES BUKOWSKI



espero a la muerte
eescomo un gato
que espera paraes sespero a la muerte
como un gato
que espera para saltar a la
cama

lo siento muchísimo por
mi mujer

verá un
cuerpo
pálido
rígido

lo zarandeará una vez, y
quizá
otra:

"¡Hank!"

pero Hank no
contestará

no es la muerte lo que
me preocupa, sino dejar
a mi mujer con este
montón de
nada.

sin embargo
quiero que
sepa
que todas las noches
que he dormido
a su lado
y hasta la inútiles
discusiones
han sido siempre
algo espléndido

y que ahora puedo
decir
las difíciles
palabras
que siempre tuve miedo de
pronunciar

te
quiero


Charles Bukowski, de Poemas de la última noche en la Tierra (DVD ediciones, 2004)altar a la
cama

lo siento muchísimo por
mi mujer

verá un
cuerpo

 




espero a la muerte
como un gato
que espera para saltar a la
cama

lo siento muchísimo por
mi mujer

verá un
cuerpo
pálido
rígido

lo zarandeará una vez, y
quizá
otra:

"¡Hank!"

pero Hank no
contestará

no es la muerte lo que
me preocupa, sino dejar
a mi mujer con este
montón de
nada.

sin embargo
quiero que
sepa
que todas las noches
que he dormido
a su lado
y hasta la inútiles
discusiones
han sido siempre
algo espléndido

y que ahora puedo
decir
las difíciles
palabras
que siempre tuve miedo de
pronunciar

te
quiero


Charles Bukowski, de Poemas de la última noche en la Tierra (DVD ediciones, 2004)

pálido
rígido

CONFESIÓN por CHARLES BUKOWSKI



espero a la muerte
como un gato
que espera para saltar a la
cama

lo siento muchísimo por
mi mujer

verá un
cuerpo
pálido
rígido

lo zarandeará una vez, y
quizá
otra:

"¡Hank!"

pero Hank no
contestará

no es la muerte lo que
me preocupa, sino dejar
a mi mujer con este
montón de
nada.

sin embargo
quiero que
sepa
que todas las noches
que he dormido
a su lado
y hasta la inútiles
discusiones
han sido siempre
algo espléndido

y que ahora puedo
decir
las difíciles
palabras
que siempre tuve miedo de
pronunciar

te
quiero


Charles Bukowski, de Poemas de la última noche en la Tierra (DVD ediciones, 2004)

lo zarandeará una vez, y
quizá
otra:

"¡Hank!"

pero Hank no
contestará

no es la muerte lo que
me preocupa, sino dejar
a mi mujer con este
montón de
nada.

sin embargo
quiero que
sepa
que todas las noches
que he dormido
a su lado
y hasta la inútiles
discusiones
han sido siempre
algo espléndido

y que ahora puedo
decir
las difíciles
palabras
que siempre tuve miedo de
pronunciar

te
quiero


Charles Bukowski, de Poemas de la última noche en la Tierra (DVD ediciones, 2004)

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...