
aunque también llueve dentro de mi,
estoy inundado de lágrimas de cocodrilo,
mis pies son charcos con renacuajos
mis manos son agallas de pez espada,
mis pulmones son pozos de agua
y mi pobre cerebro
es una isla de barro en medio de un mar de penas,
pero aún así y todo,
yo floto y nado
y refloto y levanto cabeza,
mi lucha siempre fue en terreno adverso,
las trincheras en mis guerras
fueron agujeros negros interminables
y mis granadas eran de mano
y siempre estaban a punto de explotar de ansiedad,
hasta que por fin,
explotaban en mil pedazos,
y entonces aquello,
se convertía en la fiesta de la muerte,
la hierba dejaba de crecer,
el trigo languidecía todo sumiso,
las amapolas se doblegaban como velas de ultramar,
el maíz se quedaba sin espigas ni granos
y el cuerpo del humano se convertía en un colador,
mientras la carne era esparcida
por el impulso de la explosión,
muerte y desolación
desolación y flores en el cementerio
y una hermosa lápida sin cruz
pero con nombre en letras de imprenta
y un precioso
descanse en paz
(D.E.P.)