TQM


Para que complicarse con tantas palabras,
cuando para decir te quiero,
solo hay que decir,
te quiero y punto
y el punto, ya es un añadido.
Incluso algunos lo condensan
y dicen TQ (Te Quiero)
y TQM (Te Quiero Mucho)
o te muestran un corazón palpitante,
todo rojo y apasionado.
Yo soy más de la escuela de las palabras y de los gestos,
y prefiero decir,
Te Quiero Mucho
acompañado de la más preciosa de mis sonrisas,
claro...si realmente es así,
sino fuera así,
no diría nada
y sería el más mudo de la tribu,
porque en el querer no hay puntos medios
o se quiere o no se quiere
y no hay ese consabido dicho,
"de que como te quise un día
te voy a querer toda la vida"
aunque en toda regla hay excepciones
y hay quién se sigue queriendo contra viento y marea.
Yo soy uno de ellos
o mejor dicho...
yo soy de los que tarda mucho tiempo
en borrar del mapa los antiguos amores,
me gusta seguir su rastro durante un tiempo
y hasta comprobar y bien comprobado,
que definitivamente me han olvidado
o que yo los he olvidado
y entonces y solo entonces...
quedan anotados en mi agenda de andar por la vida,
duró un año o meses
o muchos años
o apenas duró un día...
se inició sobre esa época aproximada
que ahora no recuerdo muy bien
y se acabó en un día del mes de julio,
(de las despedidas suelo acordarme mejor)
hacía casi calor de verano,
el viento era suave y era del norte,
el mar disfrutaba de su calma,
mi móvil no paraba de recibir llamadas,
y mis decepciones
empezaban a tocar tambores...

PENSAD EN ELLA

   Pensad en ella,
una tipa rubia,
enfundada en unos pantalones vaqueros azules,
con una sonrisa de mona lisa,
y unos andares entre desganados y estudiados,
mirada escondida bajo unas gafas oscuras,
el viento le pasa de lado,
y un lunar se le descubre debajo del pelo
y tal y como si fuera su punto zen,
pero no lo es,
porque su punto zen no está dentro de ella
pues conforme se acerca,
pude comprobar
que era tan de carne y hueso
como lo soy yo,
su piel brillaba al sol,
la mía, también,
y en realidad pensé,
no es oro todo lo que reluce,
hay veces
que una estrella fugaz
te gusta simplemente, por su fugacidad,
y ahí es donde residía toda su belleza,
en el es y en el ahora
y no en el que vendrá después.



           

RABINDRANATH TAGORE



Durante muchos años
sin reparar en gastos
he recorrido muchos países
he visto las montañas más altas
y océanos enormes...
y sin embargo descubrí el brillo del rocío
en la hierba a la puerta de mi casa.

NO DEJO DE PREGUNTARME...


No dejo de preguntarme...
¿si yo quiero volver a vivir en mi tierra gallega?,
¿si la echo tanto de menos?
y claro, que la echo de menos...
pero ahora he escogido la condición de ser un apátrida sin reino,
me siento forastero o extranjero por donde vaya
y no hace falta salir de España,
en ésta misma Isla en donde vivo,
me siento de fuera
y tal y como hacíamos nosotros en mi Galicia natal,
me cierran el acento de tal manera
que no me entero de la mitad,
pongo cara de que me entero de todo
pero me entero de la mitad
ahora bien, en Cádiz me pasaba lo mismo
y esos giros copérnicos de como se comían el lenguaje
y se comprimían cinco palabras en una sola
me dejaban fascinado por su magia lingüística,
y por como aspiraban letras, verbos y sílabas,
para al final enterarme de poco,
bueno también es verdad,
que con el tiempo te ayudas del contexto,
de los gestos
de las muecas
y hasta del tono que usa el que narra
y te acostumbras a ir descifrando el acento cerrado
y en definitiva,
te acabas enterando de casi todo,
pero es como un sobreesfuerzo contínuo y cansino...
y yo me planteo que a mis 64
no está bien tanto estrés emocional,
pero bueno,
yo ante todo... respeto
y si quieren hablar en sánscrito
son muy libres de hacerlo,
al fin y al cabo, yo soy el extranjero apátrida,
otra cosa, es que yo me entere de todo,
pero en realidad,
¿uno para que quiere enterarse de todo?
tenemos dos orejas,
dos oídos,
dos ojos,
dos piernas,
dos brazos
y un sólo cerebro
y si no es el uno, tenemos al otro,
menos con el cerebro,
que sólo es uno y es único,
por tanto, hay que cuidarlo más que al resto,
no conviene estresarlo demasiado,
porque sufre y se oxigena malamente
y si eso pasa se estimula el nervio vago
y entras en una especie de trance emocional
donde todo va en modo calma y a paso demasiado lento
y como decía el otro,
mucha calma y buenos alimentos,
que somos lo que comemos y lo que cagamos,
en realidad, somos tránsitos
que un día estamos aquí
y al día siguiente
somos extranjeros en nuestra propia tierra,
por tanto volvemos al principio,
no dejo de preguntarme...
¿si yo si quiero volver a vivir en mi tierra gallega?

C. Bukowski

 

"Y cuando en las mañanas nadie te despierta, y cuando en las noches nadie te espera, y cuando puedes hacer lo que quieras...
¿ Como le llamas a eso ?
¿Libertad o soledad ?"

LAS COSAS QUE ESCONDEMOS ((Nakhon Si Thammarat). Blog de "Emma Gunst"

Así que
he tirado lejos
las fotografías,
cualquier resto tuyo
sin dejar ni una pista.
Las cosas que parecen
importar menos
son aquellas que
dejamos a la vista.

TRAFICANTES DE TIEMPO (Irene Vallejo)

 

«Igual que tú, el niño siente la impaciencia del deseo —lo quiero ya—, pero no puede comprender la razón de la prisa. Para qué sirve la rapidez, cuando el placer consiste en entretenerse, remolonear y ser lentos. Qué inexplicables le parecen vuestras bruscas urgencias, los espabila, los venga vamos, los así no llegaremos nunca. Experto en demoras, se recrea en cada juego, en el peldaño de cada escalera, en cada excursión, como una historia interminable. Tu hijo intuye que el amor exige prodigalidad temporal. Si quieres a alguien, le das tu sosiego, tu desaceleración, tu olvido de los relojes.
Sin embargo, tu pequeño sibarita tiene serios competidores: cada instante, los dispositivos digitales y sus voraces pantallas batallan por secuestrar nuestras horas. Los gigantes tecnológicos codician miradas absortas para subastarlas en un frenético mercado de la atención. Las aplicaciones y las redes sociales son gratuitas solo en apariencia. No pagamos por ellas porque el producto es en realidad otro: nuestro tiempo. Hechizados por imágenes palpitantes y estímulos adictivos, regalamos información sobre nuestros gustos, movimientos, opiniones, miserias y sueños. Cuanto más, mejor: alimentamos bancos de minutos y bases de datos que las empresas venderán al mejor postor y que retornarán en forma de publicidad y propaganda personalizadas. Somos nosotros quienes estamos en venta.
En los años setenta, antes de la expansión de Internet y los primeros móviles, un autor de literatura infantil, Michael Ende, escribió una fábula visionaria sobre el saqueo de nuestro tesoro temporal. Los habitantes de una gran ciudad empiezan a recibir la visita de unos misteriosos hombres vestidos de gris, agentes de la Caja de Ahorros del Tiempo. Estos persuasivos recién llegados prometen suculentos intereses a la gente que deposite en su banco las horas ahorradas cada día: en lugar de media hora, dedique un cuarto de hora a cada cliente; reduzca el contacto cotidiano con su anciana madre a unas breves palabras; mejor aún, alójela en un buen asilo, pero barato, donde cuidarán de ella; no pierda ni una fracción de sus preciosos días en cantar, leer o en compañía de sus amigos. Los traficantes de tiempo van conquistando calladamente la sociedad, sin ninguna resistencia. La ansiedad, la urgencia y una prisa obsesiva se apoderan de la gente, que sigue ciegamente los consejos de los trajeados hombres grises tomándolos por decisiones propias. “Un negocio difícil, sangrarles el tiempo a los hombres, segundo a segundo. Nosotros nos lo quedamos, lo necesitamos, lo ansiamos. No sabéis lo que significa vuestro tiempo. Pero nosotros lo sabemos y os lo chupamos hasta la piel. Y necesitamos más, cada vez más”. Solo Momo, una niña huérfana que vive entre las ruinas de un anfiteatro romano, y la mágica tortuga Casiopea consiguen desenmascarar y derrotar a los grises banqueros que aspiran el humo de instantes usurpados.
Frente a nuestro empeño en digitalizar la educación, los gurús informáticos de Silicon Valley están criando a sus hijos sin pantallas. En los carísimos colegios privados de la meca tecnológica, los niños hacen sus cuentas con lápiz, cuartillas y arcaicas pizarras provistas de tizas de colores. Algo huele a podrido en California, cuando los propios cocineros prohíben a su familia saborear el mismo plato que nos ofrecen.
En la mitología clásica existió una divinidad llamada Momo, como la niña de Ende. La legendaria Momo encarnaba la burla irreverente hacia todos, incluso contra los habitantes del Olimpo: opinaba con ironía que la creación de los seres humanos estaba sobrevalorada. A su juicio, los dioses deberían haber previsto una pequeña puerta en el pecho que permitiera vigilar nuestras verdaderas ideas y sentimientos sinceros. No imaginaba que, algunos milenios más tarde, regalaríamos con ligereza datos vitales sobre nuestra salud, nuestras ideas políticas y nuestros secretos, auténticas semillas de control. Hoy, esa portezuela que soñó Momo existe, y ciertas empresas la abren para hurtarnos el tiempo y la intimidad con la ganzúa de nuestras horas cautivas».
Todas las reacc

LA VIDA SIGUE (Karmelo C. Iribarren)


La vida sigue –dicen–,
pero no siempre es verdad.
A veces la vida no sigue.
A veces solo pasan los días.

𝑳𝒂 𝒄𝒂𝒓𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 / 𝐴𝑙𝑒𝑗𝑎𝑛𝑑𝑟𝑎 𝑃𝑖𝑧𝑎𝑟𝑛𝑖𝑘


Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

A. Muñoz Molina, "Vila Morena"

 

"Aparte de la fea y negra dictadura de Franco, con su cohorte de uniformes y sotanas, los dos acontecimientos que modelaron tempranamente mi conciencia política fueron el golpe de estado de Pinochet en Chile y la revolución de los Claveles en Portugal. Abrir el periódico el 26 de abril de 1974 y leer que en el país de al lado unos militares progresistas habían derribado pacíficamente una dictadura fósil de casi medio siglo fue y sigue siendo una de las grandes alegrías políticas de mi vida.
Quizás por eso me emociona más esa protesta mesurada y rotunda en el parlamento portugués: escuchar Grandola, vila morena, que forma parte de mi memoria más honda, y ver a la gente cantar con rabia y melancolía y comportarse con esa buena educación portuguesa, incluso en la abierta rebeldía, tan lejos de la propensión española a las interjecciones crispadas, al grito bronco y amenazador".

REFLEXIÓN EN CADENA (Ni puta idea quién lo escribió)

 

A veces no es necesario buscar en tus propias palabras porque ya está todo escrito y recuerdas esa frase de E. Hemingway que leíste hace ya tiempo: "La mejor forma de averiguar si puedes confiar en alguien es confiar en él." y que te lleva, irremediablemente y casi sin pensarlo, a lo que escribió J. Saramago: "Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos." y te hacen comprender lo que dijo A. Pizarnik: “Cuídate de la sombra de su sombra”. Y pareces perdida y sin palabras hasta que recuerdas lo que le leíste a S. Plath “No es noche ésta de ahogarse” y lo que dijo G. Sainz: "Comprenderlo todo es ver que nada podría haber sido de otro modo del que es." y decides lo mismo que en su momento hizo Chang Soo Ko "Tu voz que salió de la penumbra regresa a la oscuridad.", porque crees lo que dijo R. Tagore: "Yo sé que las nubes duran sólo un momento y que el sol es para todos los días." Y al fin, te quedas con la gran verdad que encerraban las palabras de B. Prado: “Lo que importa de un poema es en quién te convierte”. Y sabes que ya está todo escrito.

LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES (2.020)

















Hoy es sábado y día 25 de abril
y ya debemos estar alrededor de la
cuarentena,
de la cuarentena de verdad
y no de la mentirijillas,
estaremos sobre los 40 días de encerrona (más o menos),
si es más, menuda putada de 40 días hemos pasado
y si es menos, es más putada
y porque nos quedará más tiempo que pasar...
hoy es sábado y me lo repito nuevamente
hoy es sábado y como si fuera un puto rezo
o un puto mantra de ecos de interminables voces,
sábadoooo...sábadooooo…sábadoooo...
y volvemos a empezar y para ver si arranco de una vez...
hoy es sábado
y día 25 de abril,
día de la revolución de los claveles en mi Portugal del alma,
un día como hoy
los portugueses se pusieron las pilas
y salieron a la calle a reclamar libertades
y los claveles les sirvieron como balas mudas,
claro que si te disparaban un clavel
te enamorabas de quién te lo había disparado,
y las bocas de todos los fusiles
fueron tapadas por millones de claveles,
romántico,
poético,
tierno,
utópico pero real,
el problema vino después,
de todo lo que pedía el pueblo
al final, se quedó en la mitad,
pero eso pasa con todo,
tú pides y exiges
y después,
te dan gato por liebre,
o te venden todo como bueno
y en realidad, sólo funciona al 50%,
como los test rápidos del covid 19,
que dicen que funcionan
y que después no funcionan tanto,
algunos dicen que al 60 %
otros que al 80% si se suma una buena historia clínica
y si los tomates bajan de precio
y haces una deliciosa ensalada con ellos,
entonces la cosa se pone al 90%,
y por último están los negativistas que todo lo niegan,
pregonan el no al aislamiento o al confinamiento,
que no entienden como se pudo parar la economía,
pero que sino se llega a parar, dirían lo contrario,
que si los PCR,
que si la Serología o test rápidos
son un pegote bolchevique importado de la china maoísta,
que si lo único que sirve es la lejía en chute y por vena,
que si el Gobierno es una dictadura comunista
o bolivariana
y de tanta mierda que salpican
se llenan la boca de saliva de odio y rabia,
son esa ultraderecha fascista que ladra y muerde,
pero si les vacunas de la rabia y les colocas un bozal,
parece que todo les pasa
o por lo menos los enmudeces,
que es lo que importa
no oír o hacer oídos sordos al odio que emanan,
que sino mis queridos señores fachas,
tendremos que recurrir a nuestra última medida
sabréis que si ladráis en el silencio más mudo
será porque os hemos arrancado las cuerdas
vocales,
porque además creo y está demostrado
que esa enfermedad maligna no la curan ni los claveles en
vuestra boca,
¡la maldad y el odio son un cáncer que algunos tienen dentro
de su podrido cerebro!.
Todas las re

DE MADRUGADA (Pedro M Martínez)


Eran tres, cazadores de tórtolas y mariposas, vestían chaquetas amarillas, cubrían su cabeza con salacot blanco, sus bigotes apuntaban al cielo, adornábanse las rubias barbas con clavelinas, sus voces eran melodiosas, no sabían pescar.

Salían al alba por el camino del sur, acariciando las cabezas de los caballos, besando a las ninfas del bosque que solo ellos veían. Caminaban en un aro de música, con el viento del este, con la firme decisión de contener la vida entre los brazos abiertos, a su paso los ríos se abrían temblando. Recorrían los senderos regalando espejos a las muchachas en flor. Ellas se miraban y en sus rostros descubrían un nuevo país, pasaban las noches en sueños con rumores de luna en cuarto creciente. 

Al crepúsculo regresaban cantando entre los álamos. Tañían laudes, tocaban acordeones y tamboriles. Escondidos tras los zarzales, los niños los admiraban, suspirando, riendo, imaginando amaneceres. Dormían en tiendas color barquillo, con lonas abiertas a las brisas de levante. Búhos, cernícalos y murciélagos volaban en círculos a su alrededor.

Fueron cinco, uno por cada pueblo de la comarca. Ni siquiera tuvieron que discutir el modo, inventarse un motivo, se citaron en el límite entre la envidia, la incomprensión y la ira.
Sin ruido, los perros no ladraron, no se alborotaron los mochuelos, los acuchillaron mientras dormían, quemaron sus cuerpos, las tiendas, los alguaciles miraron hacia otro lado.

Después llegó la niebla y todo fue como era.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...