DESENTRAÑAR LA NADA


Desentrañar la nada,

despedazar lo inútil y lo que sobra y estorba,

hablar con mi pluscuamperfecto

y darse cuenta de que no eres tan perfecto,

ser mejor en todo o casi,

aprender a quererte más y más,

colarte y deslizarte por las fisuras de la vida,

tener y dejar de tener,

ser otro dentro de ti mismo,

mirarte en el espejo cada mañana,

añorar momentos inolvidables,

ser de la otra cara de la luna,

mirar el suelo

y ver si las hormigas siguen en fila india,

cuidar lo entrañable 

y no olvidarte

que tu granito de arena,

siempre será...lo más importante.

NO ME DEFORMO DEL TODO AL PASAR UN OJAL

 


No, 

no me deformo del todo al pasar un ojal,

siempre me queda algo detrás,

algo de carne,

algo de grasa sobrante

y a veces, 

un pequeño trozo de mi vitalidad.

Después...

venga a crecer de nuevo,

con ganas, con entusiasmo,

con fuerzas renovadas e inusitadas,

con esas ganas que nunca sabré de donde vienen,

y es que nunca sabré... 

si estaban latentes en mis venas

o si llegaron con las últimas lluvias.

PUERTO (Pedro M. Martínez)

 


Hoy he vuelto al pueblo. Está casi desierto. Las barcas, alineadas, cabecean en la pleamar. Los gatos ni nos miran. Aquella ventana era la de Vicente y Charo. En aquel balcón se asomaba Iñaki. En esa piedra nos sentábamos cuando volvíamos de la romería de Aingerutxu.


Sopla un frío viento del norte. Desde esas escaleras nos tirábamos de cabeza al agua. Solo quedan dos barcos de aquella flota que ocupaba todos los bolardos. Ya no está el bote de Kepa. Ya no está Kepa. Ni Andrés. Ni Carmen. Ni mi madre sentada en el muelle.

Comienza a llover. Aquella casa era la de Begoña. En la de al lado vivía Mikel. Sigue el bar de Santi. Las redes están recogidas. La cofradía, cerrada. Seguro que desde las casas de arriba alguien vigila nuestro paseo nostálgico por los muelles.

Cierro los ojos y el pueblo se llena de siluetas, de olores, de sol de verano, de risas, de un tiempo feliz, pasado. Mi padre no bajará nunca más por esa sinuosa calzada. Abro los ojos. Un pescador rema para salir a txipirones. La mar está rizada.

Vamos –digo-. Y al subir la pronunciada cuesta dejo atrás tanto espacio de mi vida que hasta que pasamos Gernika no vuelvo a hablar.

CASI SIEMPRE

 


Casi siempre...

he vivido sin vivir en mí

y ahora, 

que he encontrado éste cuerpo,

en el que ahora vivo y a veces, sobrevivo,

quiero darle unas manos de pintura

a mis partes más oxidadas,

ahora tengo obligación de cuidar mi cuerpo

y limpiar mi alma de tanta mierda acumulada.

OLVIDAR...NO


Olvidar...no,

olvidar es luchar contra la memoria grabada a fuego,

y lo que fue... fue...

y lo que ahí quedó

ahí se debe quedar.

Y olvidar ¿qué?

que fuí olvidado

o que me olvidé de que te había olvidado.

Olvidar es quedarse en medio del vacío de la noche,

olvidar es renunciar a lo aprendido y desaprendido

es renegar de todo lo anteriormente vivido

y ya sea bueno y ya sea malo o ya sea neutro.




FORGES


 

ALEJANDRA PIZARNIK


 El poema que no digo,

el que no merezco.

Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.

EQUILIBRIO IMPERFECTO

 


Cada uno tiene su momento y yo estoy viviendo el mío y desde hace como trece meses (esto decía en el 2.013, año en el que empecé a escribir). Trece que bonito número, más bonito que doce, el año debía tener trece meses como el calendario Celta y todo debía ser múltiple de trece, como los chinos piensan que el ocho que les trae suerte y casi todo tiene que terminar en ocho o en múltiplo del ocho. Antes de que se me escape el mes trece y entre de lleno en el catorce, tengo que decir varias cosas. Primero, que en cambio de trece meses parece que han pasado trece días, trece días-meses de mucha gloria y arduo sufrimiento. El tiempo, salvo por sus prisas angustiosas, ha sido bondadoso conmigo, me ha regalado momentos inolvidables, otros de recuperar sensaciones perdidas, otros de vivir nuevas experiencias, otras de disfrutar de nuevos descubrimientos. Pero no todo ha sido felicidad, que va, hubo momentos de sufrimientos y miedos, hubo dudas, hubo arrepentimientos, hubo penas y lloros, hubo un poquito de todo. Y ahí está la grandeza de estos trece meses, que hubo de todo un poco y eso equivale a vida y elevado al cubo.

Yo no disfruto viviendo eternamente en un jardín lleno de flores, me gusta sí (más bien me encanta), pero no de continuo y siempre conviviendo con las mismas plantas y flores. Pues a mi también me gusta el campo con sus malas hierbas, me gustan los desiertos y los descampados de los barrios, igual que me gusta el mar y el bosque y el agua de un río. Me gustan los contrastes y no sólo verlos, sino que también, vivirlos. Hay personas que buscan sólo el equilibrio perfecto y se fijan esa meta para andar por la vida, la meta de la perfección del equilibrio perpetuo. Yo eso lo respeto, pero no lo comparto, pues yo busco siempre el equilibrio, pero a base de andar de un lado al otro un poco descontrolado. Hombre, sin escorarte demasiado hacia un lado, sino después ni equilibrio ni hostias. Las personas que se escoran demasiado hacia un lado, se quedan encasquilladas o en la depresión o en la euforia constante de su inmensa alucinación.

 Yo viví escorado durante mucho tiempo hacia el lado de la depresión y la verdad es que no saco grandes conclusiones. Quizá, que se sufre demasiado gratuitamente. Quizá que sólo te ves tu ombligo. Quizá que te encierras tanto en ti, que al final no sabes como salir de tu propia celda. Pero por suerte no muchas veces más. Pero en concreto de esa vez, fue un puñado de años. Y sinceramente el quizá que yo más siento, es el haber perdido todo ese valioso tiempo. Tiempo echado por la borda y ese es el quizá que más me duele y más me sangra.

 Ahora bien, ¿qué sería de mí sin ese tiempo perdido?, ¿podría estar como estoy ahora?. Puede que sí, pero eso no tampoco me reconforta, pues igualmente me sigue doliendo el tiempo perdido. Por eso mi obsesión no es tener el equilibrio perfecto o imperfecto (que también). Mi obsesión, es recuperar el tiempo perdido y por eso no me doy licencia para entretenerme, ni para pasear, ni para darse una vuelta por el precioso muelle de mi pueblo. Lo mío es obsesivo y no entro en si es lo correcto (que estoy seguro que no, que no lo es), por eso hablo de mi equilibrio imperfecto (mi obsesión, es otra de mis imperfecciones). Hay que tener en cuenta, que no existen fórmulas magistrales y universales sobre el  equilibrio de una persona. Hay líneas maestras y como tales, son imperfectas y se hacen aún más imperfectas cuando cada persona se las aplica o se las adapta. Parto que cada persona es un mundo distinto. Por tanto, cada uno debe buscar su equilibrio, su equilibrio imperfecto. Yo mientras tanto, sigo ganando el pulso al tiempo o mejor dicho, pensando que se lo gano y haciendo lo que puedo con mi equilibrio imperfecto.

UN PEDAZO DE NADA (Juan J. Millás)


Estamos sucediendo todos los segundos, todos los minutos, todos los días, todas las semanas, todos los meses, todos los años de nuestras vidas. Cada latido de la sangre es un suceso; cada respiración, un acontecimiento; cada parpadeo, una aventura. ¿Cómo averiguar si llegará el siguiente parpadeo, si sobrevendrá la respiración sucesiva, si comparecerá el próximo latido? ¿Quién sabe, cuando se mete en la bañera, si volverá a salir de ella? Se me ocurre esto mientras subo las escaleras porque el ascensor está averiado. El esfuerzo me hace consciente de la condición accidental de la existencia, de la calidad de peripecia de todas las biografías. Entonces suena el móvil. Es un señor que me ofrece gigas sin límites a un precio de risa.

- ¿Quiere

 usted decir gigabytes? -pregunto.

-Eso es, gigabytes

-Estoy subiendo unas escaleras -le digo.

-Pagará menos de la mitad de lo que paga ahora -insiste.

Cuelgo y continúo mi ascenso pensando ahora en este comercio nuevo, el de los bytes, de los que hablo a veces sin saber nada de ellos, más allá de que constituyen una unidad de almacenamiento. ¿De almacenamiento de qué? De datos, supongo.

Me parece mentira que las compañías telefónicas se hagan millonarias con la venta de esa cosa inmaterial. ¿Dónde adquieren los bytes estas compañías? ¿O los cultivan ellas? ¿Podría yo tener un huerto de bytes como el que tiene un huerto de lechugas?

De modo que una unidad de almacenamiento. ¿Podríamos decir que un byte es un cofre digital, un joyero en el que guardar nuestras riquezas virtuales? Soy capaz de imaginar el tamaño de una botella de un litro, pero ignoro cómo representarme un byte. O un gigabyte, que son mil millones de bytes.

Acabo de llega al sexto piso casi sin darme cuenta, enredado en estos pensamientos. Pero respiro mal. Y ahí es donde caigo en la cuenta de que estoy sucediendo, de que soy un suceso que en cualquier momento puede dejar de suceder. Una ocurrencia que en cualquier momento puede dejar de ocurrir. Una mota de polvo llevada por el aire. Un pedazo minúsculo de nada. Suena otra vez el móvil, pero no lo cojo..

INFANCIAS

La patria vende voluntades y crea más descerebrados con bandera que gente de bien sin fronteras. Y de bien, me refiero a gente que no piensa igual que yo, pero que me respeta como a un ser humano que soy o que pretendo ser. Además... no agredo, ni muerdo, ni la chupo a la primera de cambio y a la segunda, puede que un poco. Pero que tampoco nadie se engañe, yo no soy un chollo. Dicen las malas lenguas que verbalmente agredo y puede que sea verdad, pero también hay que entender que yo era un ser agresivo por todos mis poros y si me ha quedado alguna reminiscencia verbal...pues que le vamos hacer. Algo siempre tiene que quedar del chasis inicial con el que salí al mundo. Y porque además y si nos ponemos en ese plan, yo empiezo a dar explicaciones y entonces, os vais a cagar patas abajo (puedo escribir una enciclopedia sobre mí y mis huesos). Podría empezar por mi puta infancia, que según me dijo aquella psicóloga infumable que parecía toda una señora de alto postín y con cara de lechuga (además de psicóloga), pues decía que en mi infancia tenía el comienzo y causa de todas mis inseguridades y problemas de comportamiento y como si yo fuera todo un vil asesino en serie y porque en definitiva, no tuve una infancia feliz. Y todo porque me lo decía ella. Añadiría yo, que ésta es su versión del tema y no la mía.

Y ahora sería el momento de hablar de que mi madre me dio leña a destajo y que hubo un par de curas al que les gustó demasiado mi culo prieto sonrosado (a mi también, me gustaba)... y esa brecha la aprovechó la psicóloga (y con otras palabras más finas... pero vino a decir lo mismo). Y claro, yo me quedé a cuadros y porque le había narrado como si nada, mis disfunciones de niño de clase media con aspiraciones (así era mi familia y la ideóloga era mi madre. Mientras mi padre, se hacía el tonto), pero el tema siempre nos dio suficiente para poder veranear y en la mejor playa de mi Vigo natal (playa de Samil) ... y va la tía se aprovechó de esa brecha (que yo le había contado con todo mi dolor) y lo hace de forma descarada y a todo trapo. Entonces va la tía y concluye lo que ya quería concluir previamente. Que yo fui un niño mal criado que por una parte, un niño que sufrió violencia y que por la otra, fue toqueteado por las manos grimosas y asquerosas de algún desaprensivo cura lascivo.

Pues si señor, todo eso ocurrió. Pero mi diferencia con la señora psicóloga que parecía toda una princesa de sangre azul (además de psicóloga), se basaba en que yo (según ella) no me había quedado colgado de aquellas patéticas y dolorosas historias. Y no fue a sí (según yo),pues a los curas les mandé a tomar por el culo cuando cumplí exactamente 12 años y a raíz de ello tuve que cambiar de colegio y pasar a un instituto sin pretensiones. Y de mi madre ¿qué os puedo decir?... pues que durante un tiempo sólo quise venganza y sangre por esa parte de mala infancia que me había dado...Pero que llegado a esa especie de estado adulto y donde se caen las manzanas por su propio peso, pues pasó... que le perdoné y que la perdoné y borrón y cuenta nueva. Sin rabia y sin resentimiento. Por lo tanto después, me tocó sufrirla mucho más...pues mi madre era insufrible y terca y pesada y descerebrada y autoritaria y no sigo porque sino me pierdo, pero que una vez que yo dí ese grito lleno de rabia, creo que me vacíe por dentro. Y entonces se acabó de una vez por todas aquella autoridad materna con sus putas pamplinas de películas de buenas normas y de clases sociales que solo tocaban el piano en las grandes fiestas de sociedad tipo "lo que el viento se llevó".

Pues todo esto que os acabo de contar, la psicóloga no me creyó ni una sola palabra. Yo para ella, era un payaso que no sabía en que circo había caído y ella se sintió con la obligación de mostrarme el camino correcto y no se cortó ni un pelo y venga a darle vueltas al tema de que yo había sido un niño infeliz y resentido. Y vamos a ver...y como yo podía contarle a la señora psicóloga que mis veranos fueron los mejores del mundo y que mis septiembres fueron maravillosos de necesidad y que mis inviernos y junto a mi chimenea (la que había en mi casa de mis padres) era como encender mi nave espacial y para salir volando hacia el espacio...pues ¿qué pasó?...que yo me quedé en silencio viendo como mi nave espacial llegaba hasta el espacio y yo seguí con mi tema y la psicóloga siguió con el suyo. Y es que hay cosas que no merecen la pena ser contadas, sobre todo si  la otra persona. no tiene nivel para escucharlas.


MINIMALISTA


Decir en 3 o 4 palabras

lo que se podría decir en 16,

esa es mi meta,

esa es una de mis metas,

...escribir poco 

y decir mucho...

Pero es lógico de suponer

que todos, sin excepción,

somos igual de primarios

y con un grito queremos tener una conversación..

 

ÉRAMOS

 


No cabíamos todos en aquél tugurio donde nos reuníamos,

éramos pocos pero ocupábamos mucho,

íbamos de sobrados,

de invencibles, de intocables,

de sobrepasados e ingobernables.

Éramos pocos pero hablábamos mucho

y protestábamos y ladrábamos más...mucho más.

Y ahora, el paso del tiempo

nos ha ido enterrando

y sólo quedan las cenizas

 de aquella pequeña hoguera...

En realidad

nunca fuímos tanto

ni ahora somos tan poco.

MI JARDÍN DEL EDÉN


Si tras la verja de mi casa,

hay espacios
por donde circula la vida a su libre albedrío,
por dentro de la verja
está la vida en su estado más puro.

Y esto no lo digo por decir,
lo digo porque es evidencia que cae por su propio peso,
porque la vida se palpa en cada losa de cemento,
en cada pino y en cada fruto de un árbol,
y en cada pensamiento, palabra, deseo y gesto,
hasta en los gritos de los chiquillos
y hasta en sus lloros inconsolables,
todo es vida en mi jardín del edén.

La vida florece por todos los rincones,
las flores se ríen a carcajadas
 y se divierten a su manera,
los jazmines se perfuman de esencias nobles,
la madreselva trepa y trepa, 
y hasta alcanzar la cima de su osadía.

Todo  es un canto a la vida
 en éste jardín olvidado de la mano de dios,
desde el perro que ladra al viento
hasta la tortuga que anda buscando su caparazón.
Desde el difícil equilibrio del camaleón 
hasta la culebra que sisea para adormecer a su presa.
Todo es vida a mi alrededor
y yo he sido nombrado
su fiel cuidador.

Mi jardín es una olla en ebullición constante,
y es como una burbuja de aire en una cama de agua
En mi jardín las flores no son flores,
son corazones que laten hasta la extenuación,
y hasta la sombra de la buganvilla,
no es una sombra cualquiera, 
y es un tesoro escondido
al que pusieron nombre de sombra.

La vida allí, en mi jardín,
está tejida por una inmensa araña,
 los hilos que la unen
son finos hilos de terciopelo,
y en el centro de la telaraña,
aparecen colgadas,
cuatro letras que brillan como soles,
VIDA.

Y éste es mi jardín del Edén,
un jardín que no tiene estatuas de bronce,
ni baldosas con escaleras de cemento,
ni estanques artificiales con un chorro de agua en el medio,
simplemente, hay tres niños preciosos,
tres niños que irradian vida por sus ojos,
un perro, una tortuga,
unas culebras 
un camaleón buscando su eterno tesoro
y unos cuantos pinos grandiosos,
cuatro árboles frutales
y unas ganas bestiales
de que ese jardín siga creciendo
y que nunca...y que nunca deje de crecer.

TUTE


 

TENGO UN ALMA QUE NO ME CABE DENTRO


¿Qué estoy pensando?..

Pues pienso en mi existencia, 

también pienso en la tuya y en la de todos o mejor dicho, 

pienso en la de muchos (algunos no merecen mis pensamientos). 

Pienso en que el tiempo pasa sin remisión y sin compasión. 

Pienso en los desdichados que no tienen nada para llevarse a la boca. 

Pienso en los puristas del todo y de todo 

y en como poco a poco se van convirtiendo en putos fanáticos. 

Pienso que a ésta hora (las 6 de la tarde) la luz que flota, 

ejerce un poder embriagante y sedante.

Pienso, que me estoy haciendo viejo. 

Pienso que se acerca el otoño y eso levanta mi ánimo

más allá del tejado que cubre mi casa. 

Pienso en un campo de trigo verde y en otro de centeno amarillo. 

Pienso en las cloacas y todo lo que en ellas se cuece y malvive. 

Pienso en ti, que un día te fuiste y que dejaste la puerta abierta

y ahora, está entrando el frío por ella.

Pienso en los alfileres que tengo en la garganta

y en mis demonios que están afónicos.

Pienso en la profundidad de tu mirar 

y en tus gestos de pantera negra.

Pienso que hoy es sábado

y mañana domingo

y sino será hoy,

pues será mañana.

Pienso que alguien me está mentando...

siento pinchazos de agujas de acero

y noto el quebranto de mis pobres huesos.

Pienso y de verdad lo pienso,

que tengo un alma que no me cabe dentro...

LOS DÍAS, COMO HOY

 


Los dedos de la nada son fríos, afilados y cortantes.

Los dedos del todo están rellenos de chocolate.

Los dedos cerebrales son neuronas apiladas dentro de un espacio 

perfectamente delimitado.

Los dedos de la higuera tienen higos en la cuenca de sus manos.

Los días, como hoy,

son fruta madura que va cayendo por su propio peso.

NO AÑORO

 


No añoro los días de guardia. Es más, me dan por el culo. Y me entra una pereza universal y volátil, innombrable y casi inhumana. Porque habría que ir entendiendo (digo yo) que yo voy avanzando y a pasos de gigante, hacia la decrepitud casi total, casi absoluta y que voy oliendo más a muerto que a vivo (me encanta engrandecer mis desgracias, pero me encanta porque sí y no por ser un llorón que sólo busca dar pena). Por eso digo y por tanto, porque antes lo he pensado y meditado:

Que se me caen trozos de mi cuerpo,
que cada día tengo un nuevo dolor en mi bolsillo,
que si me quejo es porque algo me duele
y si me duele no es porque sí ni porque no,
es porque algo más se está pudriendo dentro de mi  corazón...

Los días de guardia se los regalo para quién los quiera y sus noches de puta tortura no se las deseo ni a mi peor enemigo. Bueno, seamos sensatos y valoremos todo en su grado más exacto: me cago en los días de guardia y en toda su parentela resacosa de duerme vela. Pero justo hasta ahí llego y por eso digo, punto y punto final y aparte.

Por eso cambiemos de tema y hablemos de mi pueblo (no quiero ser más mala sangre). Y os voy a comentar una cosa que pasa en mi pueblo. Pues, en éste pueblo en donde vivo, del que se habla y se dice que su puerto (precioso puerto por todas sus esquinas) representa a un pueblo pesquero. Y ¿cuántos pescan de verdad en éste pueblo?...pues os lo digo yo...dos o tres barcas y el resto de barcas, están para salir bien en la postal y junto al resto de embarcaciones de recreo y toda ésta película está creada, para hacernos sentir que algo tiene sentido en éste mundo de mierda. 

Pero los guiris tragan y porque en realidad nos gusta pensar (a todos) que vivimos en el cuento que nos han querido contar. Como ese niño que ahora está llorando por la calle y que parece todo desconsolado y en realidad, todo es una pamplina de la plaza de Mina y el niño está llorando porque por algo tendrá porque llorar (ésta frase, se decía en mis tierras gaditanas y porque hay una plaza que se llama así, plaza de Mina). Bonita y preciosa la plaza de Mina, salvo los domingos y festivos, después de un puto botellón de mierda y porque al día siguiente, aparecía toda llena y hasta la bandera, de plásticos asquerosos y trozos de vidrio y con un asqueroso y fuerte olor a meadas y a alcohol reseco y pegado al suelo como garfios. Y a eso, le llamaba un botellón en condiciones y yo le llamo...vergüenza ajena y porque la última vez que vi la plaza de Mina en esas condiciones, se me cayó el alma al suelo. Que guarrada de mierda malsana. Y digo yo, uno no se puede sentir orgulloso de semejante montón de mierda acumulado en una sola noche...


UNA DISLEXIA HISTÓRICA

Hay viajar...viajar y un largo e infinito suspiro...y en sí, a mí el hecho de viajar no me gusta nada y lo que me gusta es adonde me dirijo, hacia ese lugar soñado y ansiado, pero el hecho de viajar para mí casi ha perdido todo su encanto y porque desde que hay aviones comerciales e inmensos aeropuertos, la temática romántica del viajar se desmoronó como un castillo de naipes. A mi me gustaba viajar en antiguos coches que no pasaban de 100 kilómetros y el poder parar en cualquier sitio o bar o posada que tuviera una vieja parra de uvas y unas mesas de puro granito y seguir atravesando los pueblos por el medio y descubriendo así sus entrañas más íntimas y vitales.
Y los viejos y entrañables trenes, trenes de muchos vagones y que llegaban hasta el infinito. De lo primero que me quedo de los trenes son con sus estaciones, con sus preciosas estaciones llenas de oropeles y hierros fundidos y esa cafetería cutre llena de viejas sombras de despedidas. Me gusta ese aire a despedida y porque siempre me gustaron más las despedidas que los recibimientos y ese aire melancólico que tienen las auténticas estaciones de tren, solo se consigue a base de ver pasar gente y percibir las sensaciones que van dejando a su paso. El recibimiento es fácil, recibes, te abrazas y te das un beso insondable, pero te vas contento y dichoso y porque a lo que esperabas, lo has conseguido y además, lo llevas entre tus manos. Y a mi gusta más el deje, el sentir que pierdes algo en lo físico y ya depende de ti y de la persona despedida que mantengas ese hilo mental con ella.
Y lo segundo que me gusta de los trenes, son sus vagones, sus viejos vagones de madera noble y desgastada por el paso de innumerables huellas humanas y sus largos pasillos llenos de reflejos y sombras y sus chirridos que suenan a almas desgarradas y abiertas de carnes y hasta el revisor con su ridículo sombrero y su pito en ristre, me gusta. Y sus olores y su karma y su alma y me estoy dando cuenta, que yo no debí vivir en la actual época y debí haber nacido en los años 20 y eso se llama tener una DISLEXIA HISTÓRICA.
Todas las reaccione

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...