MARUJA TORRES

De modo que me declaro apátrida y me exilio hacia adentro, allá donde no pueda alcanzarme la lobotomía colectiva de los pueblos que siguen comprando burras y vendiendo coces.

Feliz, dulcemente apátrida hasta disolverme en la nada.

Dadme pan con aceite. Aceitunas, vino y miel. No preguntaré origen.





































¿COMO DECIRLO?

 

¿Cómo decirlo?...

A mi no me gusta atarme a nada, ni a nadie,

a mí me gusta despertarme libre de cadenas,

y sin ataduras que me impidan moverme de sitio,

y al posar un pie en el suelo

me gusta sentir el suave tacto de la madera

y al mismo tiempo,

al pasar mi lengua por mis agrietados labios

quisiera notar el sabor amargo del que se encuentra sólo,

y al mismo tiempo, me gustaría sentir 

la dulce ternura que tiene un beso,

y no importa en que orden,

porque lo amargo me atrae por su ácido escalofrío

y porque lo tierno me ennoblece como un entrañable roble viejo...

























CONOZCO...

 

"Yo no sé donde habita el olvido,

pero conozco el hueco donde ha vivido".


































"Jane Eyre"

 

"La vida me parece demasiado corta para perderla alimentando animosidad o recordando los errores de los otros. Todos cargamos con nuestras faltas en este mundo, pero llegará el día en que nos libraremos de ese peso".




























Karmelo C. Iribarren


Que te cansas
de tu sombra,
vas al bar,
que el mundo
se va al carajo...
otro vino.


































UODRD

 

"Utilización óptima de recursos disponibles" (UODRD).



























UN ZOMBI


Claro que hoy y cuando estaba desayunando, vino un tío al que no veía desde hacía mucho tiempo y al que le tengo un alto aprecio y nada más verlo, le pregunté ¿como estás?. Y yo la pregunta se la hice pensando que me iba a responder...pues bien... y porque así es el puto trámite que algunos nos hemos inventado para andar por la vida y a poder ser, sin tener que molestar demasiado a nadie (no está escrito, pero así es). Y si le preguntas ¿qué tal?... te tiene que responder ¡bien! y a continuación él te vuelve a pasar la pelota a tu tejado y te dice ¿y tú que tal?...pues también ¡bien!. Esto es lo que dice el puto protocolo de los cojones que dicta nuestro funcionamiento normativo que rige nuestra puta vida diaria. Y un protocolo hay que seguirlo a pies juntillas. Pues el menda me contestó con una frase que hablaba de la muerte y que decía algo así, como que yo me quiero morir sin molestar...Y claro tocó la tecla de mi alarma que me viene a indicar... que éste tío está fatal y sin decirle nada más al respecto del tema problema (cualquiera insistía), cambié de conversación. Pero poco más tarde, el tío volvió a insistir en el tema de la muerte y para demostrarme claramente que estaba metido y hasta el cuello en ese asunto tan tenebroso que se llama, puto pozo de la depresión. Claro que mientras hablábamos del tiempo y de otras cuatro vicisitudes más, el tío se zampó un vaso pequeño lleno de ginebra (eran las 9 de la mañana y a esas horas lo que hay que hacer, es desayunar).
Pues ya estamos con la puta ecuación que viene a demostrar que depresión más alcohol es igual a más depresión y que ésta a su vez trae consigo, más ingesta alcohólica y en esa secuencia exponencial el tío posteriormente... primero, tendrá que desintoxicarse del alcohol y segundo tendrá que pasar por un puto psiquiatra que lo pondrá del revés a base de pastillas de todos los colores. Y el tío depre medio alcohólico o muy depre y alcohólico empedernido, pasará a ser un puto zombi de mierda que no se enterará de nada y a partir de esas, su día de fiesta va a consistir en mezclar unas cuantas pastillas dormideras con unos cuantos lingotazos de alcohol. Y bueno en esos días de fiesta, rozará el estado casi de coma y en resumen su puta fiesta de mierda, consistirá en dormir 12 a 14 horas seguidas y más muerto que vivo. Por lo menos se dirá, durante 12 o 14 horas no he pensado en nada que me vaya hacer más daño (el que no se consuela es porque no quiere).
A éstas edades en las que andamos, no le auguro al muchacho un futuro muy prometedor (pero tampoco se lo iba a decir). Porque después de todo esto viene lo siguiente..... y esa persona se hace super dependiente y por tanto, quiere tener toda la atención del que esté más cerca de su radio de acción. Se hacen chupadores de energía y van anulando toda la energía positiva que puedas tener y además, hasta que la chupen toda no se van a quedar tranquilos. Y vamos a decirlo claro, ya pasas de los 60 años (y ya tienes tus propias manías, vicios y malos rollos). Además, de que casi te llegan los huevos al suelo, aparte del exceso de pellejos que te cuelgan por doquier, de los dolores crónicos en el día a día, de los huesos más quebradizos y siempre emitiendo quejidos, de las articulaciones pastosas, oxidadas y por supuesto, menos ágiles y un largo etc...) y en esas condiciones mentales tan deplorables con te obsequia la depresión, nadie te va a querer y nadie te va aguantar y pasarás a ser un plasta coñazo que sólo sabe hablar de su puto Yo deprimido.
Por tanto todo suma y el resultado final es igual a depresión al cuadrado mezclado con un muy severo cuadro de alcoholismo. Claro que esto que digo, ningún psiquiatra te lo va decir. Él te dirá, que todo tiene cura y que hoy en día hay unas pastillas que son alucinantes, que te levantan y que te estabilizan el ánimo, pero no te dirán que a partir de ahora, tu estado del ánimo será el que más o menos tiene un zombi o una cucaracha que alguien está a punto de pisar. Vamos a decirlo muy claro, los psiquiatras de algo tienen que vivir y su chiringuito no lo van a abandonar así de primeras y seguirán ejerciendo de árbitros de todo lo que está loco o no lo está y te juzgarán diciéndote...muchacho, lo tuyo no es muy normal y eso está tipificado en éste cuadro mental patológico que se llama...que además, tiene éste tratamiento y una pastilla roja todas las mañanas, al mediodía te tomas la amarilla y por la noche te zampas tres (hay que decir en su defensa, que no todos son así). Y quedamos para el próximo mes y para que me cuentes las mismas tonterías que me has contado hoy. El psiquiatra tipo, no escucha o escucha muy poco, el psiquiatra sólo receta pastillas y te preguntará ¿cuantas te has tomado? y a ¿qué hora?...porque si hace falta aumentamos la frecuencia del número de dosis o cambiamos de marca...y por dentro, te está llamando plasta.




















CARMEN MAROTO


Y en ese mar demacrado
donde los colores
han huido
de tu mano
dejando un gris
que lo inunda todo.
Y entonces, padre,
no sé si llueve
o lloro.



















JULIO CORTÁZAR


Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir. Tal vez
sea eso un árbol
o tal vez
el amor.
















DOMINGO 8 SEPTIEMBRE

 

Domingo 8 de septiembre. Domingo como toca, fiestas en el pueblo de al lado, en consecuencia éste pueblo (el de aquí, el mío) se ha quedado casi vacío del todo. Las campanas de la iglesia sonando todas locas y debe ser porque muy poca gente acude a su reclamo de trompeta. La gente habla bajito y no sé porqué. Hace calor pero ya no es la bestialidad del calor de agosto. Acabo de volver de desayunar y todo lo encuentro como demasiado quieto. Hay momentos así, momentos en donde todo va a cámara lenta y es cuando te preguntas ¿en qué dimensión estoy viviendo?. Pero bueno, viene por la calle un capullo en moto y a toda ostia y con el tubo de escape que más bien parece que lleva incorporado el Órgano de la iglesia y te destroza toda esa especie de paz interior, que tanto nos gusta. Y vuelta a empezar de nuevo y venga a recomponer el anterior decorado, la botella de agua estaba en ésta esquina, el móvil estaba en modo silencioso en medio de la mesa, la tele estaba apagada, la ventana sigue abierta y por ella penetran escasos sonidos, algunos imperceptibles y otros en cambio, ruidosos a más no poder. Y es que otra moto con tubo de escape a todo volumen, acaba de pasar. Y ya lo voy a dejar y voy a pasar al plan B de mi película. Y a partir de ahora me van a importar un pito los ruidos, es más ahora reclamo ruidos ensordecedores que atronen y sacudan mis viejos y patéticos sentidos.
Domingo dominguete y para cuadrar la rima y que te den por el culete. Los domingos de mi infancia, eran domingos de misa por la mañana. Y por supuesto eran los días de ponerse las mejores galas y de lucir todo lo estrenado. Me acuerdo de mi polo gris de tela fina y tacto agradable, que sólo me ponía los domingos y porque así estaba estipulado por mi madre (y lo que decía mi madre, iba directamente a misa). Domingos, misa y después venía lo mejor de todo el día, los aperitivos, que en mi tierra gallega eran más que abundantes y sabrosos. Y aquellos ricos berberechos o aquella preciosa nécora o aquella tapa de pulpo con cachelos que era para comerse los dedos. Aparte que los mayores o sea mis padres y sus variopintas amistades, se ponían tibios de vino y bueno, hasta el más antipático se ponía graciosillo. Otros en cambio, los menos, se ponían pesados y empalagosos y porque se habían pasado de dosis o porque el vino les ayudaba a descubrir como en realidad eran. También había el puto tocón de los cojones, que te pasaba su pezuña toda pringosa por la cabeza y después, de tocarse sus asquerosos huevos.
Estaba muy claro que el Domingo estaba partido por dos partes. La mañana que era grandiosa y espléndida y la tarde era triste y casi lagrimosa. Por la mañana te desbordaba el optimismo y todo te parecía fútil y pequeño, en cambio por la tarde te caían los huevos al suelo y porque poco a poco se aproximaba la hora del lunes lunero. Mañana cole, te decías. Era como ver al Domingo desde la trastienda y viéndole el culo a los actores. Yo llevaba fatal lo de los Domingos por la tarde y no sé... y me entraban unas ganas enormes de desaparecer para siempre. Pero nunca lo conseguí del todo. En cambio y años más tarde, le encontré el gusto a la tarde del Domingo y porque me enamoré de su aire melancólico y de su inmensa paz de día de lluvia. Me gustó su enorme vacío y su quietud con ese aire a decadente de vieja canción. El Domingo por la tarde, me suena a "fado" portugués cantado por ejemplo, en una calle siempre mojada (porque tiene que llover, sino no vale) y con su aroma a piedra mojada y en mi hermoso Santiago de Compostela...pues Santiago para mí es el culmen de lo entrañable y decadente...






















"Nada", Carmen Laforet

 

«Me gustan las gentes que ven la vida con ojos distintos que los demás, que consideran las cosas de otro modo que la mayoría… Me gusta la gente con ese átomo de locura que hace que la existencia no sea monótona, aunque sean personas desgraciadas, y estén siempre en las nubes como tú...»
























IRENE VALLEJO


El cuerpo es un símil de la realidad donde habita. Cuando a lo largo y ancho del mundo el confinamiento cerró las calles, empezamos a sufrir contracturas físicas y mentales. Somatizamos los duelos como dolores, y la ansiedad es una secuela cada vez más palpable de este paréntesis angosto e interminable. El miedo, las tensiones, el peso del trabajo y el poso de las soledades se traducen a un lenguaje de carne en nuestras piernas, estómagos, corazones y cabezas. Este malestar encajonado tiene raíces antiguas; “angustia” significaba en latín “desfiladero, lugar estrecho, abismo”. Lo mismo ocurre con la tensión que nos oprime: “estrés” procede de strictus, en el sentido de “estricto, apretado, estreñido”. La tristeza estrangula el aire, enmudece la voz. Hasta que, de pronto, como en un hechizo, ciertas palabras nos permiten abandonar el pasadizo helado y encontrar alivio.
Cuántas veces, tratando de levantar nuestro ánimo, hablamos con nosotros mismos para conjurar el miedo, igual que susurramos al niño temeroso de la oscuridad. Nos decimos que es preciso confiar, ser fuertes, no desistir. Esta capacidad para desdoblarnos en un yo sereno que trata de apaciguar al otro yo es una proeza sorprendente y antigua. Ya Homero contaba en la Odisea que, a veces, el llanto sacudía a Ulises, y entonces escondía la cara tras el manto, humedeciendo la tela en silencio. Al regresar a Ítaca, el navegante encontró su palacio ocupado por extraños y tuvo que mendigar en su propia ciudad. Derrotado, se dijo: “Corazón, sé paciente, en otras ocasiones sufriste reveses más duros, pero aguantaste”. Por primera vez en nuestra cultura, un humano habla no con sus semejantes o con los dioses, sino consigo mismo. El diálogo íntimo nació así, con una llamada a la calma y al sosiego.
Durante estos tiempos tormentosos, los duelos amputados han agudizado nuestro malestar. C. S. Lewis intuyó que el dolor por la muerte de un ser querido se expresa a menudo en el idioma de la angustia. Con más de 50 años, el devoto profesor de Oxford aceptó casarse con la poeta norteamericana Helen Joy Davidman —católica, divorciada y comunista—, que le pidió ayuda para evitar la expulsión del país cuando le denegaron el permiso de residencia. Por sorpresa, ese matrimonio de conveniencia en la madurez desembocó en un inesperado y hondo enamoramiento, que poco después truncaría el cáncer. Cuando ella murió, Lewis escribió en Una pena en observación: “Nadie me había dicho que la pena se viviese como miedo. La misma agitación en el estómago, la misma inquietud. No estoy asustado, pero la sensación es idéntica. Aguanto y trago saliva. Antes tantos caminos y ahora tantos callejones sin salida”. Lo conmovedor es que esas reflexiones anotadas en cuadernos, sus apuntes sobre la tristeza, se convirtieron en un libro que le ayudaría —como a tantas personas, todavía hoy— a escapar de la calle angosta, de la trinchera circular.
La ansiedad es una habitación estrecha. Luis Buñuel lo explicó en su película El ángel exterminador, donde unos amigos se reúnen a cenar en un lujoso salón y después, por una razón inexplicable, no consiguen atravesar el umbral para salir. Según el cineasta, habrían sido atacados por una plaga misteriosa e innombrable. Entre esas cuatro paredes se suceden la desesperación y el humor surrealista: una comedia trágica sobre la asfixia y el desasosiego. Cuando el túnel nos aprisiona, la risa ensancha los pulmones con aire fresco. Conversando con exiliados españoles en México, el director señaló la clave: “Los hombres cada vez se ponen menos de acuerdo y por eso se combaten entre ellos. Pero ¿por qué no se entienden? En la película es lo mismo, ¿por qué no llegan juntos a una solución?”. Según Buñuel, debería asombrarnos no que los personajes sean incapaces de salir, sino que no intenten colaborar. Hoy, más que nunca, hay que observar las penas, hablar con el corazón, reír en el desfiladero y atreverse a buscar ayuda. Hace falta coraje para dar rienda suelta a las palabras enjauladas. No siempre comprendemos cuánta fortaleza se necesita para vivir en la fragilidad.





















Todas las reacci

COMO DECIRLO...


Para esos algunos que piensan que la vida es así de fácil,

les dedico una linda canción de cuna

y para se duerman lo que les queda de vida

y así, no vuelvan a levantar cabeza

bueno,

esto que he dicho, es sólo un oximoron,

porque yo lo de cantar no se me da ni mal ni bien,

se me da fatal y porque mi oído nació disléxico

y oye palabras y escucha canciones y música

y además, le encanta oír música,

pero a la hora de reproducir yo, la música

y justo en esa hora y en ese mismo minuto,

la voz que me sale es como si fuera un alarido de tarzán,

pero sin mono y sin lianas,

e iba a decir, sin selva,

pero eso no es del todo cierto,

porque yo vivo en una maravillosa isla mediterráneo,

que tiene todos los encantos del mediterráneo

y eso significa que de alguna manera yo vivo en mi propia selva:

bosques de encinas, de olivos, de pinos,

de acebuches, de hermosos alcornoques,

de playas divinas, mejor dicho, pequeñas y preciosas

por tanto, son calas divinas,

aguas transparentes y gracias a las praderas de posidonia,

alga que brinda que nuestra alma sea menos oscura y más clarividente,

y agua templada y rica en especies marinas,

como debía ser todo

y todos debíamos ser ricos

pero también, buenas personas,

no me canso de decirlo,

lo importante es la condición

o como decía una de esa frases lapidarias tipo Paulo Coello:

"El problema no es el problema

el problema es tu actitud ante el problema"

y no sé porqué, pero leí esto y me dije:

¡Joder que profundo!

y debe ser tanta su profundidad como la de la Fosa Atlántica,

aquella sita cerca de Galicia, creo que a como a unas 200 millas

y donde llevaron a morir aquél siniestro petrolero todo destrozado,

"El Prestige" se apodaba...

que en su lecho de muerte le dió por esparcir sus entrañas de gasoil,

la marea negra, le llamaron y casi jode Galicia y casi la hunde,

pues Galicia vive mucho del mar,

bueno en realidad, muchos vivimos del mar,

yo no es que viva físicamente de él, bueno sí, un poco,

me encanta su marisco y su pescado,

pero yo del mar sobre todo vivo gracias

a su inspiración,

a su brisa marina

al torso desnudo de una marea viva

al sonido de sus olas

al silencio de su mar en calma y de balsa de aceite,

de sus cabreos de temporal,

de sus historias de monstruos marinos,

del tesoro del capitán pirata pata de palo,

de las historias de naúfragos y naufragios,

de la ballena azul en fase reproductiva,

de los japoneses aniquilando ballenas,

del misterioso triángulo de las bermudas,

en fin que en el mar hay para dar y tomar

y por eso mismo lo sigo, lo admiro y en el me inspiro:

Yo nací viendo el mar de mi ría de Vigo

y era un 5 de Febrero del año 1956

y mira que han pasado años...

y en concreto, han pasado 62 años,

(ahora mismo, van 67)

y que más puedo deciros,

sí...que sigo vivo y coleando.

Y eso hoy en día es...como decirlo...

¡es demasiado importante!.

Todas las reaccio























LA PUNTA DE UN ICEBERG

 Ahora todo es más difícil los reflejos van pidiendo un descanso los tendones se relajan y contraen menos y peor que antes la vista pide aux...