Yo nací así de simple.
Un día fuí parido y con nombres y apellidos
y lo primero que hice al nacer
y ante la visión que tenía por delante
fue llorar como un desconsolado.
Después mis huesos fueron creciendo
mientras mi mente era una máquina receptora de sensaciones.
Y fuí feliz en mi infancia
a pesar de todos los imponderables y trabas
que ponía mi madre
que no eran fáciles de ser esquivados
pero para eso tenemos la imaginación
para imaginarse mundos paralelos en los peores días de tu vida.
Muchos años más tarde,
mi querida psiquiatra me decía:
tu problema mental está en tu infancia
y de ahí parten todos tus problemas.
Me hizo escribir toda mi infancia
y la tía seguía emperrada que no tuve una infancia feliz
y yo diciéndole lo contrario
y que se puede ser feliz hasta en los peores momentos de tu vida,
pero la psiquiatra erre que erre
y al final,
le tuve que decir que sí
y para que me dejara de una puta vez en paz.
Y ahí la tipa se quedo tranquila
y de paso, se despreocupó de mí y de una vez por todas.
Y yo sé que tenía una herida de la infancia
que apenas estaba cicatrizaba,
además de viciada y sobredimensionada
se llamaba, violencia,
pero creo y estoy seguro de ello,
que hace años que la he superado.
Ahora enseño todo ufano
la quietud de mi paz interior.