ES EL RELOJ

 

Ahora con toda la vida por detrás

es el reloj el que avanza sin cesar.


Yo apostaría por mi,

pero no soy caballo ganador,

parezco fiero y atroz

pero con un sentimiento bien disparado,

puedo caer en un campo de minas

y reventar por todas mis costuras.


En realidad soy más muñeco que hombre.

FEBREROS



Hay un estrecho pasadizo
que me podría llevar hasta ti,
pero es tan estrecho
que temo quedarme encallado y acartonado.

Podría darle la vuelta al reloj de arena
y así volver al antes,
volver aquellos días de febrero que no fueron fríos
y a modo de excepción...
porque casi todos mi febreros
fueron de lluvia intensa
de frío hasta en los huesos
y lo sé... porque yo nací en febrero
y siempre quise saber
(la curiosidad mata al gato)
que tiempo predominaba en mi nacimiento,
tiempo siempre aproximado.  

Son mis previsiones,
que pueden fallar,
pero sería raro, 
pues a lo largo de mi vida y tengo 64 años,
tengo y como mucho, 
5 febreros de tiempo bueno,
una manita ante 59 veces de vientos de temporal
y de lluvia a mares
y de frío hasta en los dientes.

Por tanto,
estoy convencido
que ese día llovía lo que nunca había llovido,
que el viento se vistió de ciclón
y que el frío se dibujaba en el aire
y en forma de hielo...
y en un día así, nació un tal Bruno
y en su ría de Vigo.
Era el año 1956...

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JAMÁS ATRAVESARÉ EL AGUA

 

Jamás atravesaré el agua

con mis partículas y átomos destrozados,

tendré que atravesarla entero y no disoluto,

sólido como el cemento recién secado,

contundente de dedos y pensamientos

y obcecado en llegar al otro lado.


Jamás atravesaré el agua

en mi estado gaseoso y etéreo,

necesitaré un cuerpo de carne y hueso,

unos fuertes dientes

y un desarrollo mental inteligente

que elabore un plan de como atravesar el agua.
.

SUÉÑAME QUE ME HACE FALTA



Suéñame que me hace falta

suéñame y duerme entre mis sábanas

suéñame que aún estoy despierto y no dormido...

Mi sueño no es como uno tuyo,

el mío,

es insomnio en estado puro

y el tuyo,

es una melodía en la medianoche.

Dios cuando nos creó,

(o quién sea o como se llame)

nos hizo imperfectos y faltos,

a ti, te dio el poder de atrapar sueños

y a mí me concedió el vacío de sus desvelos.


 


 


 

AYÚDAME

 

Ayúdame a que corra el aire

a que ese hilo de voz se convierte en trueno,

a que me humilles si antes no me habías humillado,

a que me desangres con el corazón partido

y con el alma desgarrada en mil pedazos...


Ayúdame a darme muerte,

a asesinarme y ultrajarme,

a decir no cuando es no

y sí, cuando es afirmativo

y no me calles

no dejes que me calle nunca

por lo menos déjame hablar en susurros,

igual que hacías tú conmigo.

NADIE CON ESE NOMBRE (David González)

 




NADIE CON ESE NOMBRE




este es mi hijo

le decías a las camareras
de los chigres en los que parabas.

este es mi hijo

le decías a tus amigos y conocidos,

este es mi hijo

y en algunas ocasiones añadías:

bueno, hijo mío no sé si lo es,
lo único que os puedo decir seguro
es que nació en casa


este es mi hijo

estabas orgulloso de mí,
ahora lo sé,
muy orgulloso,

pero nunca pronunciaste mi nombre de pila,

padre,

nunca lo pronunciaste.

me llamo david.
david gonzález.



David González



LAS COSAS POR SU NOMBRE (David González)






LAS COSAS POR SU NOMBRE



en primer lugar
y ya desde el principio
y por espacio de años y años
y venga años
procedieron a llenar
mi cabeza
de pájaros

que razonan encerrados
en jaulas
aprendiendo a hablar

pájaros, sí

cientos y miles y cientos
de miles
de pájaros
de todas las especies
habidas y por haber
(algunas
ya extintas)

y después
más adelante
cuando ya ni siquiera tenía
migas de pan que echarles
me pusieron en las manos
una cartuchera
y una escopeta de caza

a esto
la sociedad lo tachará
de suicidio

yo prefiero
darle otro nombre,
su verdadero nombre:

asesinato



David González

MAR DE INVIERNO (Carlos Javier Morales)



 

MAR DE INVIERNO

 

ERA a primera hora de la tarde,

en medio del silencio de la siesta.

Yo daba mi paseo de los sábados

frente al mar invernal de nuestro pueblo.

En la roca más alta

un hombre de mi edad (¿o era más joven?)

comía ante la furia de las olas,

mirando al mar, mirando lo imposible.

 

Yo no lo conocía,

pero sentí la urgencia de advertirle

que era muy peligroso ¡una locura!,

bañarse en esas aguas.

Las olas estallaban con crudeza

bajo sus pies. Las olas le avisaban

de que el mundo, la vida,

terminan allí mismo.

 

El hombre dio un bocado

cubierto por la espuma de la ola más alta

y más violenta.

Con sus dos manos se cubrió la cara:

no sé si era la espuma o eran lágrimas

lo que quiso secarse.

 

Quise ofrecerle ayuda y otra ola

lo mojó por completo.

Pero él siguió sentado sobre la misma roca

y lo dejé allí solo.


MI MADRE

 

Mi madre era de educación espartana.

Ducha en agua frío en pleno invierno gallego.

Con su pequeña estufa de gas butano

que encendía un solo rato al día

y que le duraba casi todo el año.

Frío no pasaba porque se ponía encima

un buen puñado de mantas,

pero asomar una manita de entre las capas

 tenía delito y tenía castigo.

Te podías quedar tieso y aterido de humedad y frío.


Su pasión era su jardín minimalista,

cuatro flores y cuatro hectáreas de césped,

a los flores que le fueran dando

(aunque ella nunca lo reconoció)

y en cambio al césped había que mantenerlo

perfectamente cortado y a ras del suelo.


En otra cosa no, 

pero en máquina de cortar césped se dejaba medio sueldo.

Mi madre era espartana salvo cuando se ponía a cortar el césped.

LO NUESTRO

 


Lo nuestro...

lo nuestro no figura en ningún libro de novela histórica,

ni ha sido el prólogo de nada,

ni siquiera por las noches

 se oye su respiración agónica

y porque a pesar de lo que un día creímos,

la criatura había nacido muerta

y mutilada,

le faltaban brazos,

le faltaban piernas,

orinaba sangre,

escupía veneno,

anoxia cerebral

y colapso de ideas...


Lo nuestro fue bonito mientras duró,

sólo  que el mientras duró

duró lo que un helado al sol.

MI ABUELO NUNCA SALIÓ DE SU PUEBLO (Begoña Abad)






Mi abuelo no salió de su pueblo.
El pueblo tenía cuatro casas,
cuatro calles, cuatro caminos,
cuatro vecinos, cuatro perros.
No había en él ni obispos, ni ministros,
ni putas, ni altos cargos,
no había empresas, ni banca, ni iglesia había.
En realidad no salió nunca de su molino.
Ya es casualidad que por aquel lugar,
remoto y olvidado,
acertara a pasar la vida.
Mi abuelo hablaba poco, pero sabía mucho,
todo lo aprendió mirando la muela
que, implacable, con el mismo eterno movimiento,
machacaba siempre el grano, hasta hacerlo polvo.


Begoña Abad

SI YO NACIERA DE NUEVO




Si yo naciera de nuevo,

no sería el mismo.

Sería un ser parecido pero no igual.

Me llamaría igualmente Bruno,

me gusta ese nombre.

No sería médico,

pues hay tantos otros oficios bonitos

que por ejemplo, sería ingeniero

o filósofo o farero en un faro del fin del mundo.

Nada más nacer, 

empezaría a escribir poemas y versos

y no los 56 años.

(sólo llevo 8 años escribiendo)

Cuanto tiempo perdido,

cuantos años por la cuneta

y todo para concluir

que escribir es mi mejor obra.

ACEPTO ESTE DESTINO (Jacob Iglesias)

 



ACEPTO ESTE DESTINO

 

Estoy aprendiendo
a habitar estos días previsibles
en los que siempre me levanto a las 7:30
y desayuno siempre un tazón de leche
con galletas. Estos días ni tristes
ni alegres
de los que uno no espera gran cosa.
Ya es bastante
si el día amanece soleado,
y sigo respirando otras veinticuatro horas,
y no sufro ni provoco sufrimiento a otros,
y tengo una compañera
a quien agarrar de la mano,
y algunos poemas que llevarme al alma
antes de preparar el despertador
para que suene a las 7:30
y apagar la luz.

 Jacob Iglesias

DOS POEMAS DE Friederike Mayröcker


















Inventario de un lapso de vida

en mi mochila
un tronquito de tomillo
dos monedas
un lápiz romo
anotaciones arrugadas
migas de galleta
un broche verde para la ropa
la tarjeta de visita de una germanista japonesa
un peine pequeño y desdentado
las hormigas de Dalí sobre una hoja de música




Tilo cintilante

Hacia el clarísimo limón
oh arce tañendo tanto
el arpa; derraman 
guirnaldas su rojo sanguíneo
como cabello de mujer en llamas:
rastro playo de la
luz vagando
en el lácteo mediodía

Friederike Mayröcker (Viena, 1924)

LA PUNTA DE UN ICEBERG

 Ahora todo es más difícil los reflejos van pidiendo un descanso los tendones se relajan y contraen menos y peor que antes la vista pide aux...