Después de un buen final, siempre hay un nuevo principio. Y es hora de
reconocerlo, se va presentando el final de una etapa, de una etapa mía y
muy mía. Y ese final cercano puede tener una fecha en el calendario y
yo lo sitúo el día 1 de septiembre (1-S), el día en que empecé a publicar mi
primer blog, el blog de Bruno. Yo no sabía que era un blog, ni una
página web, ni nada que tuviera relación con estos inventos, saber sabía
que existían y que había personas que se dedicaban, entre otras cosas, a
escribir en ellas, pero de ahí a ponerme a escribir yo, si yo, en éste
tinglado, es una diferencia abismal, es un salto en el vacío.Y un año después aquí estoy, vivito y coleando y he escrito tanto y tanto que podría hacer un libro, cosa que tampoco descarto, pero de momento no me preocupa. Lo tengo como un objetivo de largo alcance, es como una quimera que persigo y seguro que lo conseguiré, pues el que se empeña en conseguir algo y aunque le parezca imposible, si se lo propone, se lo trabaja y se lo planifica y le dedica una buena parte de su tiempo y otra dosis importante de sus energías, al final cae como una perita en dulce. Cae porque tú has puesto las condiciones adecuadas para que caiga y caerá por su propio peso.
Ha pasado un año de locos, un año de velocidades vertiginosas y de situaciones dispares y a veces lindantes con la locura más loca. También he sentido cosas olvidadas y que tenía guardadas en el baúl de los recuerdos. Cosas o mejor dicho sentimientos, que me han hecho descubrir nuevos mundos o tener mejores sensaciones y algunas de ellas fueron alucinantes, lo único malo, que no todas pudieron acabar bien o sea con final feliz. Pero como decía el otro: mientras tanto que me quiten lo bailado. Todo esto se aderezó de dolorosos procesos internos, de repasos de mis vidas anteriores, de las presentes y futuras. Replanteamientos internos que siempre suponen roturas de fibras nerviosas y hasta musculares, son desgarros dentro de tú alma y que requieren su tiempo para recomponerlos. Tanto tiempo requieren que aún ahora estoy en ello y creo que el futuro que yo puedo ver, veo que tengo que seguir currándome por dentro.
Pero éste planteamiento no me supone una carga adicional de angustia, ni de miedos, ni de agobios, pues esa es otra cosa que en mi ha cambiado y es el planteamiento vital o como yo veo la vida. Y ahora la vida no me asusta, al revés me entusiasma y me muero de ganas por vivirla a tope y de vivirla hasta sus últimas consecuencias. Éste concepto es fundamental en mi proceso, es digámoslo así, la esencia del asunto, el corazón, el motor, el alma, el karma o el núcleo y esa esencia es lo que me mantiene al pie del cañón y hace que disfrute como un loco cada día que vivo. Ya sé que suena a pasteleo, a merengue y a película de Walt Disney, pero que os voy a decir, que así de cursi me siento en este momento.
Los demás conceptos o cualidades que tengo, sólo las fuí desempolvando, pues yo ya nací guerrero y con un hacha en la mano y la acidez que tiene mi humor medio inglés o mejor dicho, mi humor gallego-gaditano y un poquito de menorquín, pues ya circulaba por mis venas y sólo tuve que darle rienda suelta. De los aspectos negativos hoy no voy hablar, pero habelos hainos, sólo que como sigo en mi proceso de autoterapia o de terapia regresiva, tengo que respetar mi período de reflexión introspectiva. Asi que mas adelante iré entrando en ellos y que seguro que dan para varios libros.



