Pues en vista de mi éxito de entradas pero no de seguidores, me tuve que apuntar yo mismo como seguidor de mi mismo y ya tengo uno apuntado. Vamos que soy seguidor de mi mismo y eso manifiesta una cosa: que mi éxito de entradas es transitorio y que hoy puedo tener 300 entradas y mañana 20 y eso dando las gracias y todo. Pues ¡manda carajo!, con el éxito y manda carajo con el trabajo hecho y con lo sudores que he pasado.
Si ya lo dijo Confucio: la vida es más difícil de lo que parece y que es más difícil conseguir un triunfo total y absoluto, que 20 triunfos parciales y que carecen de importancia. Lo mío es mascar la derrota poquito a poco y a pequeñas dosis. Y no puedo decir que hace mucho tiempo no se intuía, pero de aquellas aún se mantenía en pie la esperanza, esa mentirosa que te hace creer en lo imposible. Aunque también le tengo que dar las gracias, pues gracias a ella superé días de agotamiento y me quemé hasta las pestañas en mis empeños, que ahora resulta que son infrutuosos.
Nunca es tarde para enterarse de las cosas y además es una costumbre muy mía, el enterarme varios años después de los hechos. Siempre pensé que yo soy brillante, pero que esa brillantez siempre me llegó demasiado tarde y que me pasa como cuando quieres contestar a alguien de inmediato, que te quedas en blanco y con la palabra en la boca y después, justo después y cuando ya es tarde, te viene a la cabeza la mejor contestación posible. Vamos, la que será muy brillante, pero que ya no te sirve para nada y como consuelo interno, piensas que ya se la dirás en otro momento y pasa que en la vida y lo siento, no hay dos momentos iguales y en donde puedas contestar lo mismo, por tanto te toca tragar saliva y cagarte en tú misma sombra.

Nunca es tarde para enterarse de las cosas y además es una costumbre muy mía, el enterarme varios años después de los hechos. Siempre pensé que yo soy brillante, pero que esa brillantez siempre me llegó demasiado tarde y que me pasa como cuando quieres contestar a alguien de inmediato, que te quedas en blanco y con la palabra en la boca y después, justo después y cuando ya es tarde, te viene a la cabeza la mejor contestación posible. Vamos, la que será muy brillante, pero que ya no te sirve para nada y como consuelo interno, piensas que ya se la dirás en otro momento y pasa que en la vida y lo siento, no hay dos momentos iguales y en donde puedas contestar lo mismo, por tanto te toca tragar saliva y cagarte en tú misma sombra.