Las 7 de la tarde,
de nuevo las campanas acechan,
el silencio es la nueva ley de la calle,
por ello, vuelve el silencio,
y los adoquines se calientan al sol del mes de abril,
y los coches envejecen por parálisis permanente,
nada se mueve bajo ésta luz crepuscular,
ni siquiera yo me muevo de mi sitio,
soy parte de éste decorado,
soy ese tío sentado delante de su mesa,
soy ese tío que escribe y que de vez cuando, sonríe,
ese que se para un rato,
que se piensa,
que hace un gesto en movimiento,
que cambia su rostro
cuando toma una decisión,
que de nuevo escribe
y se lee y relee,
en fin,
soy ese tío que se raya tras la ventana,
y ni soy dios, ni soy el demonio,
tengo mis neuras
pero ante todo soy un ser humano
que piensa que son las 7 de la tarde
y que ésta noche y sobre las 9
habrá que encender la chimenea,
antes mira lo que le queda de leña
y entonces, decide que hay que dosificarla,
pues en épocas del coronavirus,
no hay leña que se venda
y por tanto no hay leña que se compre.