Como amigos
Te quiero, pero como amigos -me dijo-.
Ella no come amigos que yo sepa, sé que en un tiempo
me comió entero y entonces no me enteré, sé que hace no tanto me mordió
el corazón, muy fuerte, hizo que se tambalearan mis límites, mi historia, mi
sentido de lo que era norte y de lo que era sur, no se debe entrar a una gruta
sin saber si dentro vive el oso salvaje del amor y menos si uno es propenso a
dejarse devorar por la belleza, que era complicado pensar en ella mientras iba
y venía por esta vida que a veces es muy sencilla y a veces dolorosamente
complicada, imaginarla, imaginarnos mientras lo de fuera se obstinaba en ser
como era o como debe ser y quién pone barreras al deseo, a las ganas de vivir,
a tanto como hay por descubrir.
Mis
respetos enfurruñados a su casi santidad, a su castidad, a sus decisiones, a su
vida, a sus opciones, a sus silencios o a sus largas descripciones de lo
que hace o cómo lo hace o a lo que no hace.
Mis
respetos absolutos a la distancia, a la ausencia, a todo lo que ella quiera,
para seguir siendo su amigo, aunque me coma.
Pero
sé que a eso no se atreverá.
(Y yo tampoco)