
y sólo entre mis penas,
y rodeado de mis desesperaciones,
y perdido entre dudas y acertijos.
Y sólo de nuevo,
sólo rodeado de alegrías,
de noticias del día a día,
y de que las horas pasan,
pasan con su lento caminar de tortuga,
pero pasan y con rumbo fijo,
y de ellas sólo queda su estela
y el vacío que dejan tras ellas.
Yo me muevo entre mis cosas,
a veces son obsesiones o paranoias,
y en otras son estallidos de bombas,
o de cohetes que salen del centro de mi alma,
y yo soy la anguila que se desliza,
que se desliza entre mis sueños,
y no dejo de preguntarme,
que hago aquí,
que hago aquí cuando podía estar allí,
y me tengo que activar,
y ponerme en pie y decirme que,
que siempre en movimiento,
que siempre atento y despierto,
y que siempre adelante
y sin dudas y sin miedos
y sobre todo,
y sobre todo sin temblar ante nada.
Yo tengo un muro que derribar,
y un muro que destrozar,
y no sé si saltarlo y huir,
o subirme a él
y buscar sus fisuras y sus puntos débiles,
y tengo eso pendiente,
tengo pendiente derribar ese muro,
ese muro que me atenaza y que a veces me mata.