Que la vida va por rachas, eso ya lo sabemos todos y que dependiendo del viento dominante podrás volar mejor o peor. Bueno, pues una vez tocado fondo y comprobado que el Infierno está que arde y que los habitantes del submundo siguen excavando cuevas y galerías, tengo que decir: ¡que he vuelto! y que lo era miseria, ahora no es tan miseria y lo que era angustia vital se ha convertido y oh¡¡ milagro, en calma chicha después de un temporal, en esa calma infinita y donde todo flota y se tiñe de colores. La verdad, es que me gustan lo sube y baja y sin estados intermedios y ahora, estoy feliz de la vida y antes, era un capullo dentro de su crisálida.
Y por eso yo me pregunto: ¿hay alguien en éste mundo que pueda aguantarme? o ¿que simplemente me pueda soportar?. Yo no lo creo y no lo creo porque hasta ahora lo he comprobado muchas veces y mis personas queridas del alma, se fueron rindiendo y doblando su espinazo y porque de repente, yo soy la luz y porque también de repente, me lleno de sombras oscuras y amenazantes y eso, no hay cuerpo que lo aguante, ni alma, ni cerebro. Y es que mi luz es especial, es brillante, es a destellos, es a fogonazos y el que se enganche a la estela de mi luz, la tiene clara y nunca mejor dicho, la tiene clara.
Pero mis bajadas no son porque sí, son con motivos, son con causas, son con hechos, pero como del hecho al hecho (era del dicho al hecho, pero a mi me queda mejor lo de hecho), hay un trecho, yo a ese trecho me lo como con o sin papas y paso de un hecho a otro, sin cambio de marchas. Y ¿podía ser de otra manera?, pues no y rotundamente NO y porque en mi manual de instrucciones lo pone claramente: ¡Cuidado! que éste tío quema y electrocuta y lo más normal, es que salgas escaldado y en pelota picada.