Viernes 8 de diciembre. Recién salido de guardia. Bueno, mentira, porque nada más salir de guardia me fuí al baño y a continuación y junto a mi hijo pequeño, nos fuímos los dos juntos al gimnasio. Hora y media duró la cosa y ahora empiezo a sentir (después de más de 3 meses) el placer que se tiene al liberar endorfinas en el gimnasio y puede a que a mi edad (cerca de los 68 años) esté descubriendo el placer que da tener un cuerpo cuidado. Yo que pensaba que a éstas edades estaría más cerca de una silla de ruedas que de estar levantando pesas. Pero debe ser que como siempre funcioné al revés, me voy a sentir más joven que nunca (dentro de lo que cabe). Y tengo mis dolores y mis déficits sensitivos y motores, que se han convertido en algo más que habitual y porque lógicamente la vejez hay que pagarla de alguna manera. No pensemos en sentirnos como cuando teníamos 20 años y porque es imposible. Yo asumo mis casi 68 años, pero de alguna manera procuro paliar las consecuencias de la vejez. Ni tengo ni voy a tener un cuerpo danone, pero tampoco quiero tener un cuerpo totalmente caducado.
Y entre esos 3 días a la semana que voy al gimnasio y esos 2 días que voy a jugar al padel, creo que me estoy poniendo cachas (e insisto en ello, dentro de mi cuerpo viejo). Me veo currando hasta los 70 tacos y eso me obliga estar en la mejor forma posible. Por necesidades económicas y liquidación de préstamo hipotecario y demás zarandajas y pamplinas, tengo que currar hasta donde me dejen y hasta donde pueda. Y eso tope de 70 años lo marca la ley. Cosas que uno no piensa, porque uno nunca piensa que alguna vez será viejo y que currar a éstas edades no es lo mismo que a los 30. De todas formas y como decía el otro, que me quiten lo bailado, que me quiten todo lo que he disfrutado y sinceramente lo digo y con el corazón palpitante en mi mano: todo lo que sigo disfrutando.
Éste año, por fin me librado de la cena o comida de navidad que se hace en el curre (como en casi todos los curres). Pero éste año he decidido no ir porque no quiero y porque no me apetece y así lo digo y lo planteo. Porque me aburren un huevo, porque la mitad de sus asistentes me parecen gilipollas y porque no me gusta mezclar y para nada, asuntos del curre con asuntos de diversión. Yo soy así. No tengo especiales argumentos que den peso específuco a mi decisión, pero no los necesito y porque mis argumentos son una mierda como tales argumentos, pero eso es lo que siento. Y no pretendo que nadie me de la razón y porque sé que no la tengo, pero mis argumentos de mierda son válidos para mi mismo y eso es, lo que realmente cuenta. He tardado demasiado tiempo en darme cuenta que soy un tipo raro y extraño.