Es cierto que somos personas y personas de principios o deberíamos serlo y la pregunta que me hago es que ¿hasta cuando uno permite que le pisen sus principios?. Bueno supongo que para empezar hay principios y principios o sea que hay algunos, que no lo son tanto y con estos últimos quizá se pueda ser más flexible, pero con los otros, los que son verdaderos principios, esos deben ser intocables.Y a mi y ahora me acaban de pisar uno de esos principios, mejor dicho ésta fue la última gota que colmó el vaso. Y hablo a nivel laboral o de curre. Y digo yo, ya está bien de está cruzada que están haciendo los Peperos, nos recortan los sueldos, nos cuecen a impuestos y siegan derechos laborales a ritmo frenético. Y yo digo ¡basta!, basta ya de querer hacernos siervos y esclavos. Y estoy harto de dar el mismo discurso a mis compañeros, ¡joder! que nos rebelemos YA y que presentemos batalla. Ya llevo dos años predicando en el desierto.
No sé, pues aún así y tal como soy, un ser utópico y hasta la médula, sé que convocaré otra reunión y a ver si de ésta vez les hierve la sangre de una puta vez a mis compañeros, porque sino los hierve con ésta nueva vuelta de tuerca por parte de nuestros jefes, pues nada, que os juro que me retiro a un monasterio budista a hacer meditación profunda sobre la vida de la hormiga. Qué a estas alturas no sé si me ofrecen más confianza las hormigas que la confianza que tengo en mis compañeros. Espero equivocarme y estar desacertado, pues sigo confiando en la especie humana.
Bueno yo nací para disfrutar, creo que como todos, pero parte de ese disfrute forma parte de la lucha. La lucha me enaltece y me suelta la adrenalina, la lucha es parte de mi vida y ya me callé muchas veces y durante mucho tiempo, como para seguir mudo el resto de mis días. La lucha te despeja la mente y también te hace ver el terreno que pisas, quién es tu verdadero compañero y quién es un aliado del enemigo. Y digo enemigo y muy consciente de ello, hace ya tiempo que los perros que nos dirigen ya nos mostraron sus dientes de acero y sus collares de púas. Así que a calentar motores y ya os contaré en que acaba esto, pero tampoco esperéis demasiado, yo no lo espero. Pero ya sabéis las cabras tiran al monte...y yo sin luchar me muero.


