
A veces me quedo mudo,
mudo y sin palabras,
y mudo de imaginación,
en otras, me quedo sordo,
sordo de no oír nada,
sordo para estupideces,
y sordo para seguir una discusión.
A veces me quedo ciego,
ciego y sin poder ver,
ciego en medio de la nada,
y ciego ante la desilusión.
en otras, no siento nada,
ni la llama de una vela,
ni el calor de una hoguera,
ni tus caricias de pasión.
A veces no huelo nada,
ni huelo tu olor de hembra en celo,
ni el perfume que te identifica,
ni las flores que llevas en tus manos,
y entonces me doy cuenta,
de que no oigo, ni veo, ni huelo,
ni hablo, ni siento, ni padezco,
y que yo soy, como soy,
y soy un trozo de carne puesta al sol.