POR ENCIMA DE TI

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No queda música tras el silencio
en tal caso ha quedado...
el desgarro del amor
y el aullido de los sentimientos.
Ha quedado la inquietud de aquél momento
y la textura que ahora me sabe a resentimiento.
Pero no pasa nada
pues todo ha pasado por encima de mí
y no tengo marcas ni llagas ni heridas abiertas
ni nada que clame venganza dentro de mí,
ahora, apenas me queda nada de ti.
Todo ha pasado
y lo muerto al hoyo
y lo que queda vivo
le auguro
una muerte precoz.

DIJE DE TODO



Dije la verdad
dije la mentira
y en todas ellas, me equivoqué.
Tenía una amiga que me decía:
es mejor mentir
y yo no la creí...
y me partí la cara por la verdad
y como un imbécil
me quede sin dientes
y sin nadie a quién poder echar las culpas.
Me quedé mirando al vacío
esperando que alguien me dijera
¡vente conmigo!
y yo en mi paupérrimo estado vital decía...
¡ya voy!
pero debía ser inaudible
o lo que es lo mismo
pasaron de mi
y no me extraña
¡yo también hubiera pasado!

¿PORQUÉ?


A mi me gustaría saber porqué habiendo nacido mirando al océano Atlántico y de cara y sin filtros por el medio...porqué ahora, me toca estar viviendo a orillas del mar Mediterráneo. Sin despreciar al mar Mediterráneo (nada más lejos de mi intención)...pero es que mi problema (entre otros muchos) es que añoro el Atlántico por todas mis células y poros. Disfruto con el Mediterráneo...pero hay algo dentro de mi...que me hace sentirme foráneo y forastero. No es mi Atlántico con su mar embravecido, con sus grandes olas espumosas, con sus inmensas mareas vivas, muertas y neutras. Es un mar y lo adoro...pero lo que me hace temblar de estremecimiento, es mi querido océano Atlántico. Volveré a él, sé que volveré a él y volveré a mojarme los pies sobre su arena tersa y húmeda, mientras me inundan los olores de la marea baja...que con sólo pensarlo...casi me hacen entrar en trance.

La siesta del martes (Gabriel García Márquez)


Escrito hacia 1958, este cuento relata la historia de una madre que llega a un pueblo para visitar la tumba de su hijo, Carlos Centeno, un ladrón que fue asesinado a balazos mientras intentaba forzar la cerradura de la casa de una viuda. Aun cuando en el cuento impera el sol y el calor sofocante, el instante en que Carlos Centeno es ultimado está exclusivamente enmarcado en un contexto lluvioso.
La señora Rebeca, una viuda solitaria que vivía en una casa llena de cachivaches, sintió a través del rumor de la llovizna que alguien trataba de forzar desde afuera la puerta de la calle. Se levantó, buscó a tientas en el ropero un revólver arcaico que nadie había disparado desde los tiempos del coronel Aureliano Buendía, y fue a la sala sin encender las luces. Orientándose no tanto por el ruido de la cerradura como por un terror desarrollado en ella por 28 años de soledad, localizó en la imaginación no sólo el sitio donde estaba la puerta sino la altura exacta de la cerradura. Agarró el arma con las dos manos, cerró los ojos y apretó el gatillo. Era la primera vez en su vida que disparaba un revólver. Inmediatamente después de la detonación no sintió nada más que el murmullo de la llovizna en el techo de cinc.

LA VIDA...


"La vida no es una línea recta,

pero tampoco es un laberinto sin salida.

La vida...

simplemente ¡es!

y después...deja de ser. Y punto".

José Luis Sampedro


"El tiempo no es oro, el tiempo es vida".

NIÑOS SOLDADO


¡¡Que fuerte y que bestialidad!!

GEMA CEPEDA

No sé si hacemos el amor o
el amor nos hace a nosotros.
Sábanas blancas al sol ondean
por un murmullo machacado.
¡Cuéntamelo al oído!
Aviso que las sardinas tienen más
agallas que algunos sentimientos.
Polvo de estrellas hacen migas
en una noche en pañales.
No todos besan igual, ni todos
los besos saben a frambuesa.
Humedad cristalina en
cada trozo de recuerdo.
No tengas temor a entregar el alma.
Se busca una eternidad en las costillas.
Llorar y llorar, limpiarse las lágrimas
y volver a sonreír.
Aferrarse al último halo de un sueño intacto.
Sesgar la herida para que vuelva a sangrar.
Tierra, fuego, oxígeno, luz y serotonina.
Salvando reos fugados de la
prisión de la pasión.
Se lustran las aldabas que abren
las llagas de un mutismo voluntario.
De los corazones salen voces,
de los lagos cisnes.
Los ilustrados escriben poesía
sobre unos pergaminos
tan especiales que
no se encuentran en ningún libro.
Un hombre y una mujer.

María García Zambrano


Olor a madrugada
Anduve haciendo viruta
con la madera de tu espalda
y al ver que no eras tú
amanecí
en el año del silencio.
Boca cerrada.
Me mordí los dientes y no brotó
la saliva de tus labios.
Es difícil no tener la tentación de embarcarse
en el crucero nocturno que ofreces.
Me contengo y enloquezco:
los barbitúricos se los doy al pájaro
me acuesto con la alfombra
me como tus camisas.
Una sombra ausente ha despertado.
Olía a madrugada.
Detrás de esa sombra estaba
todo el silencio posible.
Este valle tiene alas,
que aparecen en fragmentos.
A temperatura normal me desdoblo:
medio poeta medio ministra
pero siempre dividida por tu cuerpo.

FINAL PARA UN CUENTO FANTÁSTICO - I.A. Ireland -

-¡Que extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente-. ¡Qué puerta más pesada!
La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
-¡Dios mío! -dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!
-A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ("Un señor muy viejo con unas alas enormes")

 

En 1961, durante una visita al estado de Michoacán en México, García Márquez observó que algunos indígenas del lugar fabricaban ángeles de paja. Esta visión suscitó el germen primordial para la creación de “Un señor muy viejo con unas alas enormes”, en donde un ángel decrépito cae en el patio de una casa, tumbado por las fuertes lluvias que anegan los hogares del pueblo con cientos de cangrejos.
— Es un ángel –les dijo—. Seguro que venía por el niño, pero el pobre está tan viejo que lo ha tumbado la lluvia.
Al día siguiente todo el mundo sabía que en casa de Pelayo tenían cautivo un ángel de carne y hueso. Contra el criterio de la vecina sabia, para quien los ángeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de una conspiración celestial, no habían tenido corazón para matarlo a palos. Pelayo estuvo vigilándolo toda la tarde desde la cocina, armado con un garrote de alguacil, y antes de acostarse lo sacó a rastras del lodazal y lo encerró con las gallinas en el gallinero alumbrado. A media noche, cuando terminó la lluvia, Pelayo y Elisenda seguían matando cangrejos. Poco después el niño despertó sin fiebre y con deseos de comer. Entonces se sintieron magnánimos y decidieron poner al ángel en una balsa con agua dulce y provisiones para tres días, y abandonarlo a su suerte en altamar.

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...