¡TODO VUELVE A SU ORIGEN!

Hoy sé que algunos se están cagando en mi estampa y porque hoy mandé una buena andanada de escritos al Facebook y para que algunos de mis seguidores tuvieran carnaza, bueno de mis seguidores esporádicos. Pero siendo sincero también sé, que lo hice para provocar, para que la ratas inmundas que pululan por el mundo internaútico, recibieran un haz de destellos y nunca mejor dicho, tal como se llama mi blog, DESTELLOS. Los Destellos enciegan a los seres de las cloacas, en cambio iluminan a los que están y se sienten vivos y por si acaso me adelanto a ellos y les digo: que yo soy el que me cago en su estampa.

Y no lo digo de balde y de viva la Pepa, lo digo porque ya estoy sintiendo sus pinchazos de punzón venenoso y sé que estarán practicando el gurú, que por cierto no sé lo que en realidad es, pero suena que te cagas, suena a misterio tenebroso y con esqueletos de cabezas y velas derretidas. Los veo tal cual pinchando al muñeco de trapo y en sitios que es mejor no contar, pero que perfectamente os podéis imaginar. Pero lo que ellos no saben, es que tengo el antídoto y a mi los pinchazos me dan por el culo, pues me producen cosquillas en mis partes vitales.

Joder, es muy fácil: Destellos de sapiencia, Destellos de ideas sueltas, Destellos de producir una sonrisa, Destellos poéticos y Destellos de lo que me da la gana. Coño, que no sé merecen tantas palabras y tantas explicaciones, se merecen que se les lea el mismo panfleto mil veces y ya veremos los resultados. Porque hay torturas y torturas, pero la tortura de tener que escuchar siempre el mismo panfleto, es la que tiene más resultados. Los deja a todos descerebrados. Es que no lo veis, ¡todo vuelve a su origen!.

EL YIN YANG DEL ASUNTO

En definitiva esto es difícil de calibrar y con esto me refiero, a todo. Calibrar si estás en un buen o mal momento, calibrar si te  quedas corto o te has pasado dos pueblos, calibrar si lo dicho ha o no ha merecido la pena, calibrar si eres fuerte o débil, calibrar tu grado de sinceridad, tú honestidad, tú punto de dulzura, tú entusiasmo, tus ganas de ganar o vencer o de triunfar. Nos pasamos la vida, calibrando. Y hasta ahora solo mencioné ejemplos de calibrarse uno mismo, por lo tanto, quedan las calibraciones exteriores.

Qué éstas ¡ya son la hostia!, pues van desde valorar a los demás como personas, hasta el valorar a tu entorno y si nos tiramos el moco, hasta calibrar al resto del mundo y todo eso y todo eso..., sólo con el poder de nuestra mente. En el fondo somos todopoderosos, tenemos el poder del rayo, el rugido del trueno y la luz del relámpago y a pesar de tener ese poder infinito, vamos y nos quejamos. Claro que dentro de todo poder está la esencia de lo contrario, esa que sirve de motivo y causa para desarrollar ese poder.

Y dentro de los bueno está lo malo y dentro de lo malo está lo bueno. ¿Sé entiende el yin yang del asunto?. Porque si no se entiende más vale el volver a andar a gatas y empezar de nuevo el ciclo vital, porque seguro que algo se ha quedado por el camino y puede que sea una neurona suelta o varias neuronas pilladas por las drogas. De nuevo hay que calibrar, si merece la pena seguir viviendo en estado de empanado o volver al estado embrionario. Lo dicho, nos pasamos la vida calibrando.

LAS MENINGES

De tanto mirar hacia el suelo, de tanto buscar algo de valor por las aceras, me duele el cuello y más me duelen los pensamientos que llevo dentro. Me escuecen, me pican, me irritan la suave película que recubre mi cerebro y que algunos llaman, Meninges. Tengo Meningitis aséptica  o sea que mis Meninges se han inflamado no por bacterias ni por virus, sino por una causa mecánica. Y supongo que el peso de mi cerebro influirá, pues pesa más mi cerebro que el resto del cuerpo.

Y no hablo de volumen, porque sino simplemente sería un puto cabezón, hablo de peso en kilos. O me pesa el cerebro o me pesan los pensamientos o las dos cosas. Aunque ahora también me pesa la vida, me pesan los malos recuerdos, me pesan los momentos mejores, me pesa lo entrañable, lo sincero, la rabia, las penas, los lloros, los amores perdidos, las tardes contemplativas, los insomnios prolongados, las pastillas, el alcohol, las drogas ilegales, las mezclas de todo un poco y el mañana ya veremos.

Todo eso, tiene su peso. Algunos también le llaman, tener bien cargada la mochila, la mochila de andar por la vida. Bueno, pues yo ya la vacié en cantidades y en toneladas, ya me he explayado, ya he soltado mierda, sapos y culebras y aún así, vuelvo a tener ese gran peso cerebral. Espero que esto no esté viciado y padezca del efecto rebote: cuanto más me vacío de pensamientos, más se me llena la cabeza con ellos. Bueno el consuelo es que..., mientras haya pensamientos, hay vida.

JULIO CORTÁZAR