PORQUE ESCRIBO (Eduardo Galeano)
Eduardo Galeano
El cazador de historia
Porque escribo/2
"Si no recuerdo mal, creo que fue Jean-Paul Sartre quien dijo: “Escribir es una pasión inútil”.
Uno escribe sin saber muy bien por qué o para qué, pero se supone que tiene que ver con las cosas en las que más profundamente cree, con los temas que lo desvelan.
Escribimos sobre la base de algunas certezas, que tampoco son certezas full time. Yo, por ejemplo, soy optimista según la hora del día.
Normalmente, hasta el mediodía soy bastante optimista.
Después, de doce a cuatro, se me cae el alma al piso. Se me acomoda en su lugar de nuevo hacia el atardecer, y en la noche se cae y se levanta, varias veces, hasta la mañana siguiente, y así…
Yo desconfío mucho de los optimistas full time. Me parece que son resultado de un error de los dioses.
Según los dioses mayas, fuimos todos hechos de maíz, por eso tenemos tantos colores diferentes como tiene el maíz. Pero antes hubo algunas tentativas muy chambonas que les salieron pésimo. Una dio como resultado el hombre y la mujer de madera.
Los dioses estaban aburridos y no tenían con quién conversar, porque estos humanos eran iguales a nosotros pero no tenían nada que decir ni cómo decirlo porque no tenían aliento. Siempre pensé que si no tenían aliento, tampoco tenían desaliento. El desaliento es la prueba de que uno tiene aliento. Así
que tampoco viene tan mal que a uno se le caiga el alma al piso, porque es una prueba más de que somos humanos, humanitos nomás.
Y como humanito, tironeado por el aliento o el desaliento, según las horas del día, sigo escribiendo,
practicando esa pasión inútil.
ANTONIO MUÑOZ MOLINA
"Tan inútil como hablar con demasiada gente es leer demasiados libros, porque uno, al final, se queda con los tres o cuatro amigos de todas las horas y regresa o habita en muy pocos libros, en media docena de películas, en una fatigada lealtad a ciertos bares y a ciertos recuerdos que no obedecen a la invocación de la voluntad, sino a una costumbre íntima de la memoria. En la biblioteca del Nautilus hay tantos libros que no bastaría una vida entera para conocerlos todos, pero son muy pocos los elegidos una y otra vez para acompañar las tardes de soledad e indolencia o esa hora plácida de la noche en que el navegante sin nombre suele retirarse a la delicia de entreabrir un libro al abrigo del lecho y descender a sus páginas como se desciende luego al sueño que la lectura preludia. Igual que los amigos del corazón y los desengaños más devastadores, los mejores libros nos suceden en la adolescencia, y su materia, sedimentada por los años y los muchos regresos, termina por confundirse con nuestra propia vida".
(A. Muñoz Molina, "El teléfono del otro mundo", Diario Ideal, 10/11/1983)
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