Hoy es Lunes y es un Lunes como todos los Lunes y por tanto, hoy es un Lunes más en mi existencia. Porque mira que han pasado Lunes por mi vida, algunos gloriosos y otros odiosos, pero tengo que decir algo bonito a favor de los Lunes: para mí es el día en que te lanzas a un nuevo proyecto y por eso los Lunes decides: ésta semana voy hacer esto y acabo o abandono lo otro, porque hay cosas que más vale que las abandones y antes de que se hagan cansinas y aburridas. Y es que por mucho que estos últimos años he presumido que podía acabar con todo, de nuevo he comprobado que no es verdad, es decir, que a veces se puede y que otras veces, no.
Yo pensaba que podía ir por la vida abriendo frentes y más frentes y resolviendo luchas y arreglando desastres y parece mentira que un razonamiento tan sencillo y tan evidente pueda causar estragos y demasiados daños colaterales. Aún sangro a borbotones por mis heridas más recientes, que en principio fueron mal cicatrizadas y que ahora o eso espero, que cicatricen por segunda intención, es decir, a su libre albedrío. Ya no persigo la estética en la curación de mis cicatrices, porque a éstas alturas me da igual como cicatricen y porque en definitiva lo que yo persigo, es el parar de sangrar.
Y sin grandes dramas y sin grandes escándalos y poquito a poco y con mucho cariño. Vamos a ver, yo intento curarme en plan delicado y suavemente y con mucho cuidado. Para sufrir en balde ya están otros... "los sufridores", "los pupitas", "los que todo me duele". Mirar, yo sufro y seguramente más o menos igual que muchos de vosotros, pero mi estilo de sufrimiento es sufrir luchando y a todo trapo. Que sufra no significa que me haya convertido en un tierno corderito con dientes de leche, no señor, sino más bien todo lo contrario: dejadme sufrir en paz porque mis dientes están más afilados que nunca...
Yo pensaba que podía ir por la vida abriendo frentes y más frentes y resolviendo luchas y arreglando desastres y parece mentira que un razonamiento tan sencillo y tan evidente pueda causar estragos y demasiados daños colaterales. Aún sangro a borbotones por mis heridas más recientes, que en principio fueron mal cicatrizadas y que ahora o eso espero, que cicatricen por segunda intención, es decir, a su libre albedrío. Ya no persigo la estética en la curación de mis cicatrices, porque a éstas alturas me da igual como cicatricen y porque en definitiva lo que yo persigo, es el parar de sangrar.
Y sin grandes dramas y sin grandes escándalos y poquito a poco y con mucho cariño. Vamos a ver, yo intento curarme en plan delicado y suavemente y con mucho cuidado. Para sufrir en balde ya están otros... "los sufridores", "los pupitas", "los que todo me duele". Mirar, yo sufro y seguramente más o menos igual que muchos de vosotros, pero mi estilo de sufrimiento es sufrir luchando y a todo trapo. Que sufra no significa que me haya convertido en un tierno corderito con dientes de leche, no señor, sino más bien todo lo contrario: dejadme sufrir en paz porque mis dientes están más afilados que nunca...