Escribo poemas
porque necesito tener un lugar
donde lo que es ha dejado de ser.
Ese lugar
está lleno de viento
y olor a brea.
Llueve con frecuencia,
apenas escampa
y el horizonte está lleno de negros nubarrones.
Por la mañana aparece cubierto de fría escarcha.
Al mediodía sale el sol durante un rato,
un sol tímido y dubitativo,
pero brillante y siempre deslumbrante.
La tarde se viste de tono gris
y mientras se pone las botas de agua.
Pero la tarde es cálida
y por eso del calor humano
que yo digo que me sobra.
Al atardecer lo pinto de naranja azucarado,
sobre un mar azul alucinante
y al fondo del escenario
el azul del cielo se va pixelando de negro.
Después viene el señor de la noche
y apaga todas las velas
pero deja encendida la luna llena
y algunas estrellas del cielo
.