Que sí, que me muero de frío y yo ya no estoy para estos trotes frioleros. Estoy para que me cuiden y me lleven la cena y el desayuno a la cama y de paso que me den unos cuantos besos, jamacucos y que me digan, que me quieren. Y todo eso bien aderezado, con que me envuelvan en la mantita y que rico eres mi churri y todas esas cosas que siempre se dicen cuando estás apijotado, digo enamorado y atontado. Qué es lo mismo, pero enamorado suena más guai.
Yo reclamo cariño y lo reclamo todo el día, pero claro, quiero cariño acompañado de un polvete. Pero no voy a insistir en el tema, porque me aburro yo mismo con el tema del polvete. De todas formas ya se sabe lo que pasa, que se empieza por un abrazo cariñoso y se acaba por un polvete compasivo. Pues de esos quiero yo, quiero un polvete compasivo y sin sentimientos del que yo te quiero y del que yo te amo y del yo me como el coco, pues te echo un polvete porque sólo me das pena y porque no tienes donde caerte muerto.
Así me gusta y así me quiero, quiero un polvete compasivo por encima de todo (aunque sería mejor del otro tipo, queriendo y hasta la médula) y que nadie me hable de orgullo y que nadie me diga que no tengo principios, pues mi principio es más que claro, quiero un polvete sea como sea o casi. Y es tanto pedir o yo me siento engañado por la evolución de las especies y al final, resulta que soy un ser inhumano por decir lo que pienso y siento. Pues si señor, así seré juzgado y no se hable más. Seré juzgado y condenado.