CALVOS (Pensamiento ante el espejo)

Ahora mismo me acabo de duchar y me he sorprendido a mi mismo contemplándome en el espejo y me dije: tampoco estoy tan mal y hasta puedo decir que me gusto. Siempre se puede estar mejor, pero como todo es imposible hay que saber conformarse y con un suficiente llega, al fin y al cabo, es un aprobado. Los ojos ok, el color verde no se ha desteñido y si hay que poner un pero, se pone en las ojeras y las bolsas que tengo debajo de los ojos, pero sé que esas son propias de la edad, como diría un tío muy propio. Y claro, o les meto el cuchillo y me hago un tajo y después coso, o me jodo y entre las dos cosas prefiero joderme. Por lo demás es pasable, la piel está más vieja, acartonada y agrietada, pero tampoco tiene arreglo. Así que en términos generales, no me puedo quejar de mi cara e insisto de nuevo, hasta me gusto, aunque también puede ser porque soy miope y no veo un pijo.

                            Y el pelo, el poco pelo que tengo. Se podía decir que estoy calvo, pero no calvo lirondo. Lo de  los calvos es como lo de los quesos: los hay calvos calvos o calvos lirondos, los hay medio calvos, los hay semicalvos y los hay un poco calvos y perdón, los hay calvos incipientes. Y yo en ésta clasificación tan didáctica, estoy en los semicalvos, pues los medio calvos son los que tienen el poco pelo por parroquias, un poquito aquí y poquito allá y yo tengo poco pelo salvo en la coronilla, justo en el sitio que siempre me besan cuando me dan por el culo y ultimamente me están dando mucho y hago un inciso publicitario: "me cago en Rajoy y en toda su parentela".

                            Y lo de la calvicie se toma o se deja, o sea la asumes y te gustas con tú nuevo look o simplemente te jodes, claro que se puede hacer lo que hacen algunos, dejarse unos mechones de pelo largo a un lado y peinárselo hacia el otro lado o sea que tape las verguenzas. Y si tomas la otra opción, la de dejarla que esté pero sin asumirla, ya se sabe lo que pasa, que te comes el marrón con todos sus complejos y los complejos son difíciles de tragar y más difíciles son de digerir.

                             Así que mi postura es cortarme a ras el pelo, porque me gusta y porque me dá la gana y además el tener poco pelo y un poco largo es bastante asquerosillo, pues tú cabeza suda y con la grasa del pelo, se hace un rebujao que no veas y al final el pelo parece que te lo has untado con grasa de caballo. Con mucho pelo y largo, se disimula mejor la mierda que tiene tú cabeza. Así que, siempre cortito y arreando, que mañana tengo guardia de 24 horas y eso si que duele.

EL INCREIBLE HULT (Recuerdos agresivos)

Aunque todo hay que decirlo y a veces cuando llego a mi casa y se pone el perro ladilla a ladrar de alegría, pero con ese sonido tan molesto y agudo, a mi dan ganas de darle una patada en la boca y dejarlo sin dientes y sobre todo sin lengua y sin cuerdas vocales. Pero eso sólo me pasa a veces y además nunca lo acabo haciendo, os lo juro por estas. Si en el fondo soy un buen chaval, ahora, aviso, cuando me pilla el pronto, cuidado conmigo. Si hasta yo me asusto de mis prontos y menos mal que ahora los controlo más, porque de chaval mi pronto era peor que el del increible Hult, me iba directamente a la chepa del contrario. Y cuantos disgustos y problemas me traía ese gatillazo, pues una vez que saltaba iba a muerte y tampoco era para eso, ni mucho menos. No sé era un gallito de pelea y eso que daba el pego de ser un chico muy bueno, dócil y tranquilo. Los que me vieron en alguna de mis transformaciones, se quedaban acojonados y así perdí a algunos amigos y compañeros de clase. Porque en el cole ya era la hostia, ahí era puro instinto de supervivencia, era como Rambo, sólo que con menos músculo y sin llevar metralleta.

                            Hubo una época, que en mi barrio me iban a la chepa, cosa que ya expliqué en otro escrito. Los amigotes del barrio y eran como 6 o 7 y todos los días me esperaban a la salida del cole o en un callejón o detrás de cualquier esquina y eran peleas todos los días, peleas a muerte. Pero nunca me amilané y siempre, pero siempre fuí del cole a casa por el mismo sitio, era como una cuestión territorial, igual que hacen los perros y yo llevaba más hostias que las que daba, pero daba y daba bien, con saña y alevosía. Eso sí, llegaba a casa señalado por hemotomas y arañazos y aún encima al verme mi madre me daba la propina, decía que era por haberme dejado pegar. Tiene huevos la cosa. Pero así es la vida en el Bronx, dura y didáctica, muy didáctica.

YO NO OIGO (Poema)

Yo no oigo lo que dices,
no lo oigo y eso que no estoy sordo,
y te juro que no entiendo tús palabras,
pues tús gestos te contradicen,
tú cara, tú mirada,
el movimiernto de tús manos,
todos me dicen,
y me lo dicen a gritos,
que aún me quieres.

O soy sordo para lo que quiero,
o es verdad que debajo de esa coraza,
hay un mar de sentimientos,
y tú dudas porque a veces,
es obligatorio dudar,
y es la duda puesta en la balanza,
y a ver para donde se inclina,
o lo que es lo mismo,
lanzas una moneda al aire,
y a ver que nos depara,
si al final dá igual,
ocho que diez
que el cielo o el infierno,
el caso es quedarte con lo que te dice tú mente,
o escuchar los latidos de tú alma.

CUESTIÓN DE DECISIONES (Poema)

Es cuestión de decisiones,
de tomar partido,
de ver lo que hay detrás de las cosas,
de levantar alfombras,
de sacudir el polvo,
de airear y ventilar,
y es hora de vomitarlo todo.

Es cuestión de decidirse,
de dar un paso o varios,
de llegar al fondo,
de sumergirse,
y hacerlo con ansia y fuerza,
 y así, hasta que te falte el aire.

Es cuestión de no dudar,
o dudar para resolver,
o simplemente decidir,
y dejar la duda de lado,
y lanzarse al vacío,
y volar y volar y ver,
y observar, y retener,
y al tocar el suelo,
por fin saber lo que quieres hacer.

CAPRICHOS DE MAR (Observación)

Son las 4 de la tarde y ahora encontré un pequeño resquicio para colarme y sentarme delante del ordenador. Menudo día llevo, que calvario y aún encima la caldera sube y sube de temperatura y lo que viene el fin de semana, que al parecer ya vamos a arder como cerillas. Y éste año me niego a encender el aire acondicionado, pues traga que no veas y no está el asunto para grandes fiestas. Así que a sudar como un cerdo, con éste calor húmedo, pero húmedo de húmedo, parece que en cambio de estar en un trozo de tierra en el medio del mar, estamos sumergidos en las profundidades del mar. Ëste calor que te suda la cabeza, y que supuras sudor por tús pústulas y en el que los hongos se reproducen más que las moscas, éste es el calor del Mediterráneo.

                         Ahora es cuando echo de menos los veranos de mi tierra, los veranos frescos y en el que se alternan días de lluvia y otros tantos de niebla. Pero bueno es lo de siempre, si estoy aquí, lo primero es porque quiero y segundo pasa lo que pasa, que cuando estás aquí echas de menos tú anterior tierra y cuando vuelves a ella, echas de menos tú isla, así es la vida y así somos los humanos.

                         Porque en el fondo somos caprichosos y egoístas y lo queremos todo. O sea somos unos tocapelotas, que nos encanta dar la nota y siempre llevar la contraria. Igual que hacen los niños o eso decimos los adultos cuando vemos estos comportamientos. ¡No seas niño! se dice. Esto me recuerda a determinado tipo de personas, a las personas que se emcaprichan por todo y lo peor es que siempre hay algún o alguna pringado que le dora la píldora. Hay personas que tienen que levantarse a la misma hora, sea donde sea, o tiene que desayunar lo mismo, aunque no lo haya o que tienen que comer a la hora justa o sea a su hora y si se pasa un minuto de su tiempo, se ponen de los nervios y no sigo por que la lista sería demasiado larga. Pero a lo que vamos, son personajes maniáticos, así les llaman y en cambio para mí son verdaderos esquizofrénicos o mejor dicho, para no faltar a los esquizos, son un bulto de carne con dos ojos. Arrasan por donde van, pero arrasan con todo, con la pareja, con los amigos y hasta con los enenmigos y ya no digamos si coincides en un viaje con alguno de estos especímenes, entonces es mejor suicidarse antes de que empiece el viaje. En estos casos, es cuando se entiende la famosa frase que reza: "El amor es ciego". Porque al final el único que le acompaña a ésta especie depredodora, es el pringao de su novio o novia, que por su amor ciego, después se va a cagar en todos sus muertos.
Ave María

CUESTIÓN DE COMPENSACIONES (Reflexión añosa)

Hoy miércoles día 3 de Julio y son las 9 de la mañana y desde que estoy en mi sano juicio o sea hace muy poco, tengo que anunciaros que hoy hace otro día espléndido. Pero de nuevo me toca chingar y quedarme en casa, me espera una árdua tarea doméstica de subir, bajar y tirar cosas. Vamos de ir limpiando y recolocando el gallinero, para que dentro de dos semanas de paso a los inquilinos veraniegos. Es superior a mí, esto de tener que alquilar mi casa y tener que salir de ella, pero bueno, que remedio, peor fué en la guerra de Cuba. Iba a decir, eso dicen los mayores y claro me corté, a veces aún no me entero que ya tengo 57 tacos y yo soy un integrante más entre los mayores. Por mucho que uno lo sepa, por mucho que uno lo escriba, hay algo superior o algo invisible, que te impide que puedas asumir debidamente tú edad y sobre todo si es edad avanzada. Hay algo visceral, algo primario, algo intuitivo, que se niega a reconocer la edad que tienes.

                            Y mira que yo lo digo sin reparos, digo, pregono y grito, que tengo 57 tacos y ¿que pasa?. Pues pasa, que lo digo pero no lo asumo. Siempre tengo la necesidad de compensarme, tengo 57 años pero no los aparento o mira éste que tiene la misma edad que yo y él si que parece un viejo y yo a su lado parezco su hijo. O tengo 57 años y mira lo bien que lo llevo, que hago deporte, y corro y nado y practico vuelo sin motor, si soy más joven que los que tienen 40 años. Todas son maniobras compensatorias por mucho que no queramos reconocerlo. Además me siento joven y me han dicho hoy que no aparento la edad que tengo y si a eso le añadimos la mucha experiencia acumulada en tú vida, pues soy el tío más cojonudo del mundo. Habría que preguntarse si a los 20 años necesitabas compensarte y si con 16, no te llegabas a compensarte pero del revés o sea que querías tener más años.

                           Si hay manos invisbles en nuestras vidas, manos que manejan nuestros hilos vitales y que marcan las etapas y edades. Y es bueno reconocer que las hay, como lo es intentar asumir tú edad, vamos para vivir más sanamente, para vivir más tranquilo, para vivir sin tener que aparentar, pero en lo contrario tampoco pasa nada, si uno quiere pensar que tiene 45 años, cuando en realidad tiene 57, pues no pasa absolutamente nada. Pongamos que es un plus que se te concede por tantos años vividos, un plus con derecho a descontarte años y si uno vive mejor así y teniendo en cuenta que la vida que queda es cada más corta, pues que lo disfrute, que no pasa nada. Al fin y al cabo, se trata de vivir con más o menos años y si uno es más feliz quitándolos, pues nada, que se los quite.

                           Me acuerdo de mi madre que siempre olvidaba su cumpleaños y los nuestros, los de los hijos, y se olvidaba del nuestro para no calcular el suyo, pues era una forma indirecta de saberlo. Mi padre era mayor que ella unos 18 años, y esa diferencia de años se fué acrecentando a medida que pasaban los años, hasta que llegó un momento que parecía ser su padre, ella luchando como una loca por rejuvenecerse y mi padre con un pie en el cementerio. Pues nada, mi madre lo prefería así, vivir en su mentira y yo quien era para bajarle de su nube, pues nadie y así viviendo en su mentira, al final le llegó su hora. Y es cuando te planteas, si ella vivió sus últimos años así, queitándose años, porque le vas a amargar la vida. Así que cada uno es muy libre de hacer lo que quiera, yo por mi parte escojo de momento la vía del medio, o sea decir claramente la edad que tengo y de vez en cuando dejar a actuar a mi instinto primitivo y si quiere autoengañarse un poco, que lo haga libremente, pero sigo diciendo que tengo 57 años y que a veces yo me encuentro más joven. Cuestión de compensaciones.

EL NIÑO QUE LLEVAMOS DENTRO (Recuerdos inolvidables)

Todos somos niños grandes o por lo menos tenemos una parte de niño o como se dice vulagarmente: todos llevamos un niño dentro. Algo siempre se queda, algo inconsciente o a veces consciente, eso depende de cada uno. Yo tengo una parte muy grande de niño y sé que la tengo y es más, la reivindico y lucho por ella y porque se mantenga dentro de mí. Es curioso pero a  lo largo de todos estos años, mis mejores momentos, salvo cuando estuve enamorado, que lo estuve y mucho, siempre están relacionados con los niños, sobre todo con mis hijos, con mis benditos hijos y con sus expresiones, juegos y andanzas, alegrías y lloros.

                                         Los mejores recuerdos los tengo en relación a ellos y los veo colgados de la higuera de la casa de Chiclana y como trepaban por ella. Veo la cuesta de la casa y el tren de cachibaches que habíamos montado de aquella manera tan cutre pero a la vez espontánea. Esa cuesta abajo, claro vista desde arriba, que fué la escuela de su vida. Aprendieron a bajar a toda hostia en esos coches de plástico, donde cabían dos almas cándidas y sus primeras hostias, de esas que escuecen, pero de las que siempre se aprende. Sus primeros pinitos en bici, hasta aprender a mantenerse en ella y después pasarla a controlarla de tal manera que parecía que la bici fuera una extensión de su cuerpo. Me recordaba a mi cuando era un chaval y en concreto en la finca de Samil, andando en la bici siempre heredada de mis hermanos. Aquel circuito que me montaba y que transcurría bajo la parra, con esos clarooscuros de las sombras y daba vueltas y más vueltas y para no aburrirme iba aumentando la velocidad, hasta que casi me la daba. Pensaba que era el rey de la bici, por lo menos en aquél circuito inventado y seguramente lo sería, pues dudo mucho que alguien me ganara en mi propio terreno.

                                            La pequeña piscina que teníamos, que más bien era una bañera grande, pero a los ojos de los niños era una piscina olímpica. Ahora el agua les llegaría un poco por encima de su cintura. Pero bueno era fácil, era simplemente ponerse ojos de niño y a ponerse a jugar con ellos. La cara de felicidad de un niño es impagable, no puede haber algo más bello en éste mundo. Y aún encima desde éste misma piscina y llegado más o menos el mes de Septiembre y hasta bien entrado Octubre, se podía contemplar la estampa del vuelo de las bandadas de cigueñas y flamencos, sus vuelos en circulos concéntricos y con el fondo azul del cielo, aquello era África o era un continente desconocido.

                                           Y las comidas y las cenas en el jardín, a la doble sombra. O sea la sombre de esos espléndidos pinos mediterráneos y otro sombrajo que hice con mis propias manos. Un sombrajo echo de buganvillas de diferentes colores, de jazmines y madreselvas y todo mantenido por una esctrura chafalleira hecha de alambres tensados. Como lel sombrajo se iba haciendo cada vez más pesado,por el simple hecho de crecer, todos los años me tocaba ir poniendo un parche nuevo, o sea, más alambres tensados. Sería más fácil hacer un sombrajo como toca, un sombrajo con estructra de maderas bien hechas y en cambio tenía troncos de árboles secos que servín de puntos de apoyo, pero era como si fuera mi obra, una mierda, pero una obra mía. Nunca fuí un manitas hacendoso, el bricolaje se lo dejo para otros, pues soy un tanto patoso y de lo que más carezco es de la paciencia necesaria, para hacer las cosas como tocan.

                                        Las cenas también se hacían debajo del sombrajo, porque aquello era el centro neurálgico de la parcela, o sea donde se cortaba el bacalao. El único inconveniente de cenar al pairo, eran los mosquitos, los mosquitos asesinos, los mosquitos que procedían de las marismas de Chiclana y como la casa estaba pegada o casi a las marismas y si no te regabas con abundante antimosquitos, te dejaban como un colador. Las cenas a la luz de un candil o de una lámpara mora y con los cables colgando, como si el decorado tuviera más autenticidad si tenía un toque a descuidado, son imágenes que nunca se me olvidan y ya no se me olvidarán nunca, pues las llevo grabadas en el cerebelo.

                                        Es curioso lo de los cables colgando y si no eran los cables eran otros detalles y lo era porque a mi nunca me entusiasmaron los ambientes perfectos, el ambiente de postalita siempre me produjo sarpullido. Una gallina suelta, un gato que pasa, el perro que ladra, un trozo de cesped mal cortado, una mesa que se desencaja, una silla que cojea, unos cables que cuelgan, todos son detalles importantes, sin ellos yo no me encuentro del todo a gusto, necesito tener la imperfección al lado o un detalle que salga del guión establecido o que el decorado carezca de algo. Me encanta tener los cosas más o menos en su sitio, pero me entusiasma la improvisación, el que se funda una bombilla y hay que poner una vela, el que un cable se rompa y ¿para qué está la cinta aislante?, para unir al cable de esa manera y si no tenemos cinta aislante, pues tenemos cinta americana. Y estos parches me gustan que se vean y que se noten. Ya digo, para mi es darle autenticidad al decorado.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...