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| Éste era yo, cuando era guapo e interesante. |
Realmente a mi lo que me molestaba era, el que si yo quería cambiar de nombre se me respetara, pero en el fondo me da igual si me llaman Perico o Manolito. Bueno, los diminutivos si que me molestan, pues siempre tienen una segunda intención y aunque a veces son usados sin maldad, la mayoría sí la tienen. La maldad de la gente existe y se manifiesta de muchas maneras y entre ellas está el uso de los diminutivos y que algunos lo disfrazan con un barniz cariñoso, cuando en realidad llevan una carga despectiva.
Sólo hay que remitirse a la tierna infancia, que por cierto de tierna, ¡un huevo! y cuando y con quién se usaban los diminutivos. A lo mejor mis recuerdos no son los vuestros, pero si recuerdo que los diminutivos de cuando era chaval se usaban para los más "débiles", entendiendo por más débiles, los que eran considerados oficialmente. Los diminutivos le caían al chaval tímido y apocado de la clase, al raro sin saber lo que era raro, al bajito y al gordito o al que tenía muchos granos. Como veis incluso para describirlos uso diminutivos. Pues nada yo me llamo Javier, pero en realidad me llamo Bruno y al final casi se me pasa el santo de Javier, ¿y el santo de Bruno?, pues la verdad, es que nunca me acordé de cuando es. ¡Paradojas de la vida!.








