
De tanto andar sólo
voy conociendo la cadencia de mis pasos y de mis sombras
y sé como debo poner mis pies en tierra firme...
porque me gusta caminar de noche y caminar de día
y caminar cuando la marea baja y no moje mis delicados tobillos,
(a veces soy así, soy demasiado pusilánime y cobarde)
y caminar soñando que me he colgado de un viejo pino sin ramas y sin pretensiones,
y me acuerdo de aquél amanecer donde pude ver el color de tus ojos,
de noche... no pude,
de noche no se debe beber
y más cuando conduces tu propio ser hacia no se sabe donde,
quizá debí esperar a la mañana siguiente...
y cuando mi paladar era un zapato lleno de piedras,
quizá te pude decir...
¡te quiero!,
pero elegí el silencio
y a la espera que tus labios dijeran algo,
pero tú como yo...
elegiste el silencio más mudo y más crudo,
y ha pasado toda una vida
y sigo esperando el poder de aquellas palabras...
quizá... si las dices....
se romperá el embrujo,
aunque yo creo que ya se rompió
y por valentía y mucho pundonor por ambas partes
y antes de nuestro último viaje tengo que decirte
que me alegro.........
que me alegro de haberte conocido
y de habernos dicho por última vez
¡te quiero!
hasta siempre mi querida compañera...