Inagotable debía ser la vida

 

Inagotable debía ser la vida,

debía ser pero no lo es,

porque todo lo mágico se acaba agotando

y además, hemos nacido...para después, morir.

Vida nos la dieron en su momento

y recuerdo perfectamente el día

en que me dijeron por primera vez,

eres muy joven y tienes toda la vida por delante

y ahora, que han pasado casi 70 años,

la vida que tenía por delante

se ha quedado por detrás.

Ahora vivo de todas mis vivencias anteriores,

aunque alguna vivencia actual también me da vidilla,

ahora soy un compendio autobiográfico

y estoy lleno de anécdotas y viejas historias,

ahora miro al pasado y me digo

has vivido y mucho

y tendría que dar las gracias

por haber existido 

y por haber luchado por un mundo mejor.

























MIEDO

 A veces siento que me vacío,
y me vacío tanto
que al final caigo extenuado,
y es que me vacío tanto 
que me quedo sin aire,
y remuevo en los capítulos de mi vida,
e intento situarlos en el espacio tiempo,
ato cabos y coincidencias,
les pongo hora y fecha
y el porque hice lo que hice,
y no lo contrario,
y si fuí incisivo y valiente o fuí cobarde,
o si tuve miedo,
miedo, miedo, miedo,
que palabra más repetitiva en mi vida,
nací, viví y morí con miedo,
podría decir... cuando al miedo lo tengo a mi lado,
pero hay momentos en que lo desprecio,
y no le tengo miedo al miedo,
¿miedo a qué?,
¿miedo porqué?, me digo
y eso me lo pregunto cuando me siento libre.
Qué más quisiera yo,
no tener miedo, nunca más,
y que el miedo solo fuera un mal recuerdo,
o que fuera una palabra baldía,
o una palabra sin ningún sentido,
y que esas cinco letras,
solo sirvieran para hacer sopa de letras,
y miedo y cobardía,
y a esa dos palabras,
las destruiría con una sola,
¡VALENTÍA!


 



EL ORIGEN DE TU OMBLIGO

Que te piensas,
piensas que tú eres dios,
y que la tierra es el origen de tu ombligo,
y que todo el universo gira alrededor de tí
o de tus egos.
Pues me parece que no,
que no, que estás muy equivocado,
cuando tú vas...yo ya estoy de vuelta,
cuando tú naciste...yo había nacido dos veces,
que me vas a decir a mí que yo no sepa,
me vas a dar clases magistrales,
o me vas a enseñar como funcionamos,
y es más, ni lo uno ni lo otro,
yo te voy a decir de que van las cosas,
y van de que primero, aterrices
y te desmontes entero,
pieza por pieza y con todo tu esmero,
que te limpies, desatasques y te enjabones hasta el cielo de la boca,
y un buen chorro de agua dulce por encima,
y así, quizá,
 podríamos empezar a hablar.
Cada uno en su sitio,
yo en el mío y a la misma altura que el tuyo,
y los dos viendo de que va el mundo,
vemos, observamos y sacamos conclusiones,
entonces y a partir de ese momento,
podemos empezar a suponer de que va la vida,
y cuál es su funcionamiento,
pero primero,
deja de pensar que el mundo gira alrededor de tu ombligo.


 


Milán Kundera

 "Para liquidar a los pueblos se empieza por privarlos de la memoria. Destruyen tus libros, tu cultura, tu historia. Y alguien más escribe otros libros, les da otra cultura, inventa otra historia; después de eso, la gente comienza a olvidar lentamente lo que son y lo que fueron. Y el mundo que te rodea se olvida aún más rápido".




¿FRONTERAS?

 


El tercero de la foto. Por Juan Forn

 Todos conocemos la imagen: se ha vuelto ícono e incluso estatua, sólo que en la estatua se eliminó a uno de sus tres protagonistas. No es una crítica ni una denuncia: también nosotros eliminamos mentalmente de la foto a aquel flaquito pelirrojo que parecía estar de prestado en la escena. El año era 1968: la masacre de MyLai en Vietnam, el Mayo francés, los asesinatos de Martin Luther King y Bobby Kennedy en Estados Unidos, los tanques rusos acabando con la Primavera de Praga, la matanza de Tlatelolco y, apenas unos días después, empiezan las Olimpíadas, precisamente en México, con la sangre de los estudiantes muertos todavía fresca. En la final de los 200 metros llanos, el podio es ocupado por dos atletas negros norteamericanos y un australiano, bastante más bajito y esmirriado que ellos. Los dos negros suben a recibir sus medallas descalzos y con un guante negro cada uno, y cuando suena el himno americano bajan sus cabezas y alzan el puño enguantado, haciendo el saludo de los Panteras Negras (iban también descalzos, en alusión a sus hermanos de raza de los algodonales de Luisiana, que no tenían derecho a usar calzado). La foto dio la vuelta al mundo: en el reino de la confraternidad ecuménica a través del deporte, hacía su fulminante ingreso la protesta política. Casi medio siglo después me escribe un lector, uno de esos lectores exigentes que es una bendición tener, y me pide que cuente la historia de la foto y del blanquito que aparece en ella de prestado: el australiano Peter Norman. Yo tenía ocho años en 1968, y había sido educado en los valores del Barón de Coubertin: me acuerdo todavía de la consternación que despertó aquel episodio pero, como el resto del mundo, lo ignoraba todo sobre Peter Norman.

Los velocistas negros Tommie “Jet” Smith y John Carlos sabían, desde principios de 1968, que tenían chances seguras de ganar medalla: sus tiempos eran cada vez más mejores, no tenían rivales a la vista, el oro estaba entre los dos. También eran miembros de un grupo de atletas que habían creado el OPCR (Programa Olímpico por los Derechos Civiles) que apoyaba la lucha contra la segregación racial. Ante el desdén del Comité Olímpico por sus pedidos decidieron que, al subir al podio, portarían un distintivo de la organización como protesta. Smith había nacido en Texas, el séptimo de once hermanos, era hijo de un peón de los algodonales. Carlos era de Harlem, hijo de un zapatero remendón. Ambos tenían en claro por quién corrían. En las rondas preliminares arrasaron con sus rivales y en la final también picaron ambos en punta, Carlos a la cabeza y Smith mordiéndole los talones hasta que en el sprint de los últimos cincuenta metros superó a su colega y ya estaba alzando los brazos cuando vio por el rabillo del ojo al australianito Norman, que había hecho toda la carrera en sexto lugar, achicando a trancazos la distancia hasta instalarse como una cuña entre ambos.
Para entender cabalmente la escena hay que decir que Norman medía casi veinte centímetros menos que los dos afroamericanos: cada tranco de ellos era tranco y medio para él. Sin embargo algo le había pasado desde su llegada a México: no paraba de mejorar sus tiempos. Hasta entonces no alcanzaban a hacer sombra a los de Smith y Carlos, pero ahora estaba ocurriendo lo imposible. Norman hizo los 200 metros en 20.07, una marca que nadie había logrado hasta entonces. Obligó a “Jet” Smith a dejar la vida en esos últimos metros y convertirse así en el primer atleta en el mundo en bajar la barrera de los veinte segundos (clavó la aguja en 19.86). Carlos quedó en tercer lugar, con sus 20.10.
En el vestuario antes de subir al podio, Smith y Carlos encararon a Norman y le avisaron lo que iban a hacer. El australiano venía de una familia de “salvos” (así llamaban en su país a los voluntarios del Ejército de Salvación). Cuando Smith y Carlos le preguntaron si creía en los derechos civiles y en la igualdad ante Dios, contestó:
“Creo que todo hombre tiene derecho a beber la misma agua. Creo en lo que creen ustedes”. Y a continuación señaló el distintivo del OPCR y preguntó si tenían uno para él. Otro atleta norteamericano le dio el suyo. Smith y Carlos se preguntaban de dónde había salido ese blanquito que pensaba más en lo que estaban por hacer que en su medalla de plata. En el revuelo descubrieron que se les había perdido un par de guantes. “Que cada uno use uno”, sugirió con practicidad Norman. Desde el podio no pudieron apreciar del todo lo que pasaba en las tribunas: el estadio entero en silencio cuando, con los primeros compases del himno, Smith y Carlos alzaron su puño enguantado.
Ambos fueron desafectados y expulsados de la Villa Olímpica en cuanto bajaron del podio (al atleta que le dio el distintivo a Norman también lo suspendieron). Apenas volvieron a casa empezaron los problemas. Uno de ellos terminó lavando autos en Texas, el otro cargando bolsas en el puerto de Nueva York. Les escribían insultos en la puerta de sus casas, cada noche sonaba el teléfono con amenazas anónimas. Debieron pasar más de diez años hasta que pudieron volver al mundo del atletismo, ya como entrenadores, y después como portavoces de la igualdad en el deporte.
Para Norman fue peor. En Australia, las minorías raciales sufrían una forma más silenciosa pero igual de cruel de discriminación (en el censo nacional de 1968 se contaron las ovejas pero no los aborígenes). Expresar apoyo a la equidad racial fue condenarse al ostracismo. No sólo se le hizo difícil seguir corriendo; tampoco conseguía quién le diera trabajo. Repetidas veces lo invitaron a pedir perdón por el episodio de México, pero él se negó, y siguió entrenando por las suyas y logrando tiempos superiores a sus rivales. En los cuatro años siguientes batió trece veces la marca de calificación en los 200 metros para ir a las Olimpíadas de Munich en 1972, pero no lo convocaron al equipo nacional y, por primera vez en la historia de los Juegos, Australia no tuvo sprinter en las finales de 100 y 200 metros. Norman intentó dedicarse al fútbol australiano profesional pero una lesión en el tendón de Aquiles lo puso al borde de perder la pierna por gangrena. Se hizo adicto a los calmantes que le recetaban, luego alcohólico, luego se recuperó y empezó a militar en el sindicalismo y trabajar en una carnicería.
Usaba su medalla olímpica para trabar la puerta de su departamento.
Cuando se anunció que Australia organizaría los Juegos en el 2000, se ilusionó con que lo incluyeran en los festejos. Los organizadores de Sydney invitaron a todos los medallistas olímpicos australianos a desfilar el día de la inauguración, pero a Norman no sólo lo excluyeron del desfile: ni siquiera le mandaron entradas para ir al estadio. Era el mejor velocista de la historia australiana pero no existía. Incluso en la estatua que se había erigido en el campus de San José, California, conmemorando aquel podio de México 68, el segundo lugar estaba vacío.
Murió sin que nadie le pidiera perdón, el 9 de octubre de 2006. Los ya sexagenarios Smith y Carlos viajaron hasta Melbourne y llevaron el féretro en el funeral. La banda que acompañaba el cortejo tocaba “Carrozas de fuego”. El sobrino de Norman, Matt, había hecho un documental sobre su tío: no consiguió financiación en su país, pero logró terminarla igual. Después de colarla en el circuito de festivales y cosechar media docena de premios, el Comité Olímpico declaró el 9 de octubre Día Mundial del Atletismo. La marca de 20.07 sigue sin ser superada en Australia hasta el día de hoy. Ningún otro record en el atletismo mundial ha durado tanto.




José Hierro

 "Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas detrás de las nubes,
huellas que se llevó el viento".





VIAJE

 "Cuando yo era un chaval,
era un saco de orgullo.
Cuando fuí estudiante,
era todo entusiasmo.
Cuando me inaguré en mi etapa de adulto,
empecé a tener mis dudas.
Y ahora, que voy para viejo,
soy la suma de todo lo anterior,
soy orgullo, soy entusiasmo y soy duda,
pero de lo que estoy seguro y por encima de todo,
es que este viaje ha merecido la pena".



 


EL SILENCIO SIDERAL

 Tú hablas y siempre quieres hablar

y como si hablar fuera un sedante natural

que a veces lo es,

pero solo lo es a veces,

porque mira,

a mí seda más el silencio,

el silencio me adormece

y hasta a veces, me hace levitar

y asciende mi cuerpo

pero mi alma asciende mucho más,

además, están mis fantasmas...

ellos flotan como nadie puede flotar

y les encanta jugar con mi personalidad.

Y perdona que te diga otra cosa,

yo tengo mis mundos paralelos,

tengo mis propios satélites y planetas,

tengo un millón de estrellas brillantes y fugaces,

además, tengo dentro de mí 

el silencio del espacio sideral

y cuando estoy en él,

no necesito hablar

ni siquiera necesito respirar.

















PEQUEÑAS PATRIAS

  Me pregunto si los que viven toda su puta vida en el mismo sitio, no se aburrirán de ver siempre lo mismo y el mismo paisaje y las mismas caras y los mismos anhelos, además casi todo el mundo estará diciendo los mismos adjetivos grandilocuentes: ¡oh qué grande es todo!, ¡Oh qué maravilla!, ¡mejor que esto no hay nada en el mundo!, ¡esto es el paraíso!...¡No hace falta ir al Caribe para ver semejante belleza!. Y digo todo esto, porque mira que por el mundo no hay sitios y sitios inmensos, preciosos y maravillosos, pero claro, nunca lo serán tanto como lo es su ombligo y porque no los pueden ver todos los días del año y sacarles brillo y además, está el concepto patria, pues como mi patria no hay ninguna. Y si ellos se quedan contentos, yo también me quedo (pero menos, mucho menos. Es más llego a cabrearme con esa falta de miras más allá de su ombligo).




 

AGOSTO DEL 2.019

 Sé que sigo vivo porque estoy escribiendo, a no ser que se pueda escribir desde el otro lado de la película y como un puto zombi todo podrido. Pero bueno, acabo de llegar a mi santa casa (por supuesto, recién salido de guardia... hoy no iba a ser menos), he cagado muy plácidamente, me he dado una ducha de las buenas y nada más salir de la ducha, me he puesto a sudar como un verdadero cerdo y desde esas, no he parado de sudar ni un segundo. Estoy como para ir dando abrazos asquerosos y pegajosos, los cuales tengo exclusivamente reservados y con todo mi cariño de hiena, a mis peores enemigos. A mis amigos no les doy abrazos de oso en tiempos veraniegos, se los reservo para cuando llegue el otoño o el crudo y duro invierno. Mirar, voy a decir una máxima y porque con perdón, porque me sale de los cojones: en verano no hay cariño ni amor posible...Puede haber amor en la distancia, besos que se dan al aire y que a continuación, se soplan, caricias que se sueñan pero que nunca tocan y como mucho, se puede hablar de amor y con el ventilador a tope. Además en verano, no se está para realizar congresos de pareja y tú ¿porqué hiciste esto y no lo otro?...y yo diría... yo hago esto, porque en verano sudo como un cerdo y porque no soporto el intercambio de fluidos y sudores ardientes. Otros no soportan otras cosas y nadie les dice nada.

Pues hoy es Martes y día 6 de Agosto y ya he pasado mi ecuador de guardias. Por tanto hagamos algo por ser positivista y en cambio de ver la botella medio vacía, tendré que verla media llena y en consecuencia, sólo me queda media botella por llenar. Ya conocéis y sino lo conocéis... yo os lo cuento con sumo gusto y mucho cariño, el ejemplo del ahogado que se ha bebido medio mar (y que por eso está muerto y tieso), pues el positivismo nos dice...que a ese fulano le quedó medio mar por beber y a lo mejor el siguiente ahogado se bebe más de medio mar (y eso es muy positivo para los positivistas de mierda). Mi objetivo es acabar el Martes de la semana que viene ad integrum y sobre todo, estando en mis condiciones humanas (neurológicas, psíquicas y físicas) lo más intactas posibles. O sea, que por lo menos me queda algo entero y vivo dentro de mi, una raíz, un capullo (esto es más probable), un brote verde, una flor minusválida, una planta carnívora, un árbol enano, un poco o un mucho de ternura y ya está. Tampoco hay que ponerse demasiado tonto y meloso con esto, un poema vale, dos poemas también, pero toda tu vida haciendo poemas, va resultar como demasiado empalagoso y blandito. Mi tema es otro, mi tema es un poema y a continuación, una hostia dialéctica y de esa guisa, es como yo funciono.

¿Y que si así me va bien? y yo que sé...Yo sólo sé que me va y que más bien me va tirando a mal, pero a éstas alturas de mi vida no pretendo cambiar y hacerme un Bruno nuevo. El chasis ya lo tengo hecho y reforzado y es a partir de él, como yo me construyo y deconstruyo, pero el chasis está hecho y acabado y lo único que puedo corregir son los flecos y partes sobrantes y añadir los trozos que me faltan. Y mi esencia es mi chasis y esa casi no ha cambiado a lo largo de mi puta vida. Soy el mismo Bruno con 14 años que el Bruno de ahora, el que ha cumplido 63 primaveras y que precisamente no fueron celebradas en el corte inglés y fueron celebradas cuando llegué a tiempo de acordarme de que era la fecha de mi cumpleaños. Casi siempre me paso de fecha y me acuerdo días o meses después. Total que más da celebrar tu puto cumpleaños un 5 de Febrero que un 28 de Abril...y ¿da igual o no da igual?.


 


ANAÏS NIN

 

"¡Al diablo, al diablo con el equilibrio!

Quiero romper vidrios; quiero arder, aunque me quiebre. Sólo vivo para el éxtasis.

Es lo único que me afecta.

Las pequeñas dosis, los amores moderados, todas las dimitentes: nada de esto me

conmueve.

Me gusta la extravagancia, el calor…

¡La sexualidad que hace saltar el termómetro!

Soy neurótica, perversa, destructiva, peligrosa: lava, inflamable, desenfrenada.

Me siento como un animal salvaje que escapa del cautiverio.















NOSTALGIA


 El hecho de ser habitados por la nostalgia

demuestra

que el poso que dejan los sentimientos

es nuestra principal fuerza motriz.

Casi siempre volvemos al sitio donde nacimos

y allí volvemos a jugar a quién se esconde mejor

y recuperamos por un instante

el sabor que nos dejó

nuestro primer beso.

Después y poco a poco

nos vamos diluyendo hasta el día de hoy.

Y entonces y sin darnos cuenta...

nos hicimos viejos nostálgicos.




















El hecho de ser habitados por la nostalgia
demuestra
que el poso que dejan los sentimientos
es nuestra principal fuerza motriz.
Casi siempre volvemos al sitio donde nacimos
y allí volvemos a jugar a quién se esconde mejor
y recuperamos por un instante
el sabor que nos dejó
nuestro primer beso.
Después y poco a poco
nos vamos diluyendo hasta el día de hoy.
Y entonces y sin darnos cuenta...
nos hicimos viejos nostálgicos.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...