Hoy es Martes y día 20 de Enero, joder que llevo todo el día pensando que es día 21 de Enero, que tampoco pasa nada, pero me da rabia. Porque yo aunque pase de calendarios, de días y de fechas, necesito un poco de orden dentro de mi cabeza, necesito saber por ejemplo, cuando tengo que currar. Si yo aspiro a hacer bien las cosas, tengo que imponerme un poco de orden en mi coco y claro, llegar puntual al trabajo y en el tajo, currar como el que más.
Pero no en plan gilipollas y que aquí me las den todas. Currar por currar, no. Ahora currar por obligación, pues tampoco. Currar con cierto gusto, currar con ciertas ganas, currar porque me gusta currar de médico. Aunque a veces tengo síntomas de saturación, aunque a veces acabo hasta los mismísimos cojones del tema, aunque a veces prefiero ser el Brujo de la tribu que el médico, pues a pesar de todas esas veces, yo me reivindico como médico. Debe ser que la llamada de la sangre es más fuerte que todo eso.
Y reconozco que a veces se pone la cosa muy cuesta arriba y sobre todo se pone, porque en esas veces, yo peco de monotonía. Ya se sabe, el parado tieso que no respira, el asmático que le falta el aire, el epiléptico que convulsiona, el diabético que se hinchó a comer pasteles, el que quedo hecho papilla por la hostia que se metió con su coche, el que alucina por colores y en cuatro dimensiones, la que esperó hasta el último segundo para parir y lo hace en su puta casa, el que se atraganta comiendo por su lujuria lasciva. Yo que sé, pues todos estos casos, se repiten y repiten y ahí, es donde entra la Monotonía.
Pero no en plan gilipollas y que aquí me las den todas. Currar por currar, no. Ahora currar por obligación, pues tampoco. Currar con cierto gusto, currar con ciertas ganas, currar porque me gusta currar de médico. Aunque a veces tengo síntomas de saturación, aunque a veces acabo hasta los mismísimos cojones del tema, aunque a veces prefiero ser el Brujo de la tribu que el médico, pues a pesar de todas esas veces, yo me reivindico como médico. Debe ser que la llamada de la sangre es más fuerte que todo eso.
Y reconozco que a veces se pone la cosa muy cuesta arriba y sobre todo se pone, porque en esas veces, yo peco de monotonía. Ya se sabe, el parado tieso que no respira, el asmático que le falta el aire, el epiléptico que convulsiona, el diabético que se hinchó a comer pasteles, el que quedo hecho papilla por la hostia que se metió con su coche, el que alucina por colores y en cuatro dimensiones, la que esperó hasta el último segundo para parir y lo hace en su puta casa, el que se atraganta comiendo por su lujuria lasciva. Yo que sé, pues todos estos casos, se repiten y repiten y ahí, es donde entra la Monotonía.