QUÉ SABEN LOS PERROS...de FERNANDO BELTRÁN (Blog "Rua das Pretas")

 
 


Qué saben los perros que no sabemos nosotros.

Qué conocen, qué intuyen, qué nos quieren decir.

Esos ojos tan tristes.

Por qué nos miran fijo y tan adentro

como si al tiempo de querernos tanto

existiera algo nuestro

que no acabaran nunca de entender.


Por qué entonces su entrega,

su llanto inconsolable cuando nos ven marchar.


Por qué después, al regresar, tan sólo a ellos

les confiamos los pasos que a nadie más decimos,

si esos ojos tan tristes lo irán contando todo por ahí.


Por qué nos aman tanto

si saben de nosotros tantas cosas

que es mejor no saber.


Por qué se dejan siempre poner nombre.


Por qué temen al trueno.


Por qué no son cobardes si se mueren de pánico.


Por qué ladran a veces en mitad de la noche.


Por qué amanecen luego

tan contentos, aguardando en la puerta,

con incansables ganas de vivir.


Por qué saben que el juego

es la única tregua que nos queda.


Por qué son como niños, o eso al menos pensamos,

como si no fuera posible compaginar ternura 

y madurez.


Qué bondad descubrieron en nosotros

que no fuimos capaces

de dar a los demás.

Por qué mueren un día y nadie entiende

el inmenso dolor del que ya sabe

que al perderles también pierde

lo mejor de sí mismo.


Ese trozo de ser que nuestros perros,

cuando nos miran fijo,

de algún modo descubren,

aunque también que hay algo de nosotros

que no acabaron nunca de entender. 



Fernando Beltrán

 

TAMBORES

 

Mis historias mal escritas y peor narradas.

Mi vida en cuatro capítulos y medio.

Mis dos pilares que apenas sostienen mis huesos.

Mis versos de aire, viento y a veces, 

con algo de conocimiento.

Mis lunas llenas, asimétricas y poseídas por su cara oculta.

Mis agujetas del alma y de la epitróclea

del brazo izquierdo.

Mis noches de sed de sangre de justicia.

Mis disturbios mentales y paranormales.

Mis misterios vestidos de camuflaje

y de verde olivo y de que verdes eran mis valles.

Mis obsesiones batiendo tambores

y a la vez, tocándome mis cojones.

Mis miedos en fila india

y esperando turno en sumisa disciplina.

Mis aciertos aniquilando miedos

y escupiendo temores y sin sabores.

Mis manos encallecidas por la mala vida,

mis dedos cortos, gruesos y duros,

mi cerebro anóxico y mal parido

y mi alma... siempre sintiendo

y siempre queriendo.

AHORA...

 

Ahora que ando por el borde de mi propio acantilado.


Ahora que observo que la vida se me escurre 

entre los dedos y las ramas de los árboles.

Ahora que soy capitán pirata con pata de palo,

con parche en el ojo y mal afeitado y peor peinado.

Ahora, que estoy en busca de un tesoro que tenía enterrado

en quién sabe donde.

Ahora que soy más don nadie que antes

y más viejo y más entrañable,

tengo que decir que...

que el pasado es tiempo pasado por agua 

y que en otros tiempos, 

fue agua que movió molinos

pero que ahora 

apenas me altera.

PAISAJE BESTIAL


 

Lawrence Ferlinghetti / El dios enojado (Blog "Otra Iglesia es Imposible")

 


París Rue de la Bûcherie
six heures du matin
la campana de hierro penetra en las calles de piedra
una sangrienta asesina de sueño y pecado
a las seis de la mañana
el monstruo golpea para despertarme
Algún cura loco
aporrea la herrumbrosa campana
en su gran torre de piedra
Saint-Julien-le-pauvre o Saint-Séverin
o tal vez Quasimodo
en Notre Dame
El loco la flagela
con su porra de hierro
cubierto con su raída sotana
insistente
implacable
una oquedad enorme un estruendo perentorio
a través de las retorcidas calles al amanecer
La tierra tiembla
como un perro viejo al despertar
Dies irae! ¡Pecado y Salvación!
La Muerte hace rechinar sus polvorientos dientes
Todavía hay un dios enojado en alguna parte
haciéndonos la vida imposible

DE PASEO CON MI FANTASMA


 

¿DE DONDE VIENE EL MUNDO?.


Es una buena pregunta que parece un poco de pardillo.
El mundo viene de donde él quiere venir y de como más te guste decir. La cuestión es unir el pasado al futuro, es darle la forma adecuada, es darle un sentido y para ello puedes partir del principio del origen del todo o coger de unos años para aquí y desde donde te salga de los cojones (de donde coño tu partas es tu puto problema)... porque la cuestión final es la misma y es que el mundo puede ser una mierda o puede ser una de las ocho maravillas. Vamos, que saber de donde venimos no nos va a dar la solución de nuestro futuro y si lo fuera, pues para eso están las mentes calenturientas que se dedican a interpretar el origen del mundo y los principios de nuestra historia.
Quiero decir y para no pecar de payaso... que está muy bien analizar el pasado, pero sin olvidar el presente y lo que nos queda por delante.
Y no es que me ponga en plan flamenco y que me importe una mierda nuestra procedencia, pero a lo que no estoy dispuesto es que las tradiciones de donde venimos se conviertan en nuestras cadenas humanas e inhumanas.
Si hay que romper con todo, se rompe, si hay que destrozar los prejuicios, se destrozan sin dejar ninguno a flote y entonces vendrán otros tiempos futuros que seguramente no conocemos y serán tiempos nuevos y mejores. Pero en sí, la duda sobre nuestro futuro es buena, la duda nos hace avanzar.
Pues resulta que en la sociedad en la que vivimos, la duda no está permitida o está infravalorada. Ser un tío seguro por fuera y aunque por dentro estés temblando de miedo y de inseguridad, tiene un valor casi absoluto y serás calificado como una persona que va a dar el pego. Tendrás el éxito social asegurado y aunque por dentro seas un puto pelele de piel y trapo.
Y si estás inseguro de ti mismo y por fuera y por dentro, serás un tío débil que siempre va a sobrar en ésta sociedad. Serás clasificado como un desperdicio social, un flojito de mierda, un endeble y un muy poquita cosa.
Y si eres un tío que además te basas mucho o muchísimo en tu pasado y antepasados y haces honor y con fe ciega en las tradiciones más rancias y obsoletas, serás la ostia bendita y serás el puto rey de lo rancio. Yo odio (odio...de esa manera que al final no lo es tanto) a los que interpretan el mundo basándose en que siempre se hizo así y toman ese hecho como una verdad absoluta e inamovible y como si fuera un verdadero acto de fe.
Que nadie se sorprenda con que en estos tiempos negros en que vivimos resurjan los odios racistas más profundos, las envidias más cochinas, las patrias feudales con sus castillos medievales y por supuesto que se imponga de nuevo la Santa Inquisición y venga a rodar cabezas.
Lo antiguo, siempre hay que verlo desde una perspectiva de que fueron otros tiempos y que haremos lo que sea para extraer de ellos lo mejor que han tenido, pero eso sí, a la vez repudiando lo malo y lo peor que nos han dejado como herencia.
Cosa que no hacen los islamistas, católicos y protestantes más ultra ortodoxos, pues ellos sólo quieren volver a lo más oscuro y más primario de nuestro pasado. Y eso a mi personalmente, me resulta cuando menos, que aterrador.

DOMINGO 8 DE SEPTIEMBRE DE 2.019



Domingo 8 de septiembre. Domingo como toca, fiestas en el pueblo de al lado (Mahón), en consecuencia éste pueblo (el mío, que se llama Es Castell) se ha quedado casi vacío del todo. Las campanas de la iglesia sonando todas locas y debe ser porque muy poca gente acude a su reclamo. La gente habla bajito y no sé porqué. Hace calor pero ya no es la bestialidad del calor de agosto. Acabo de volver de desayunar y todo lo encuentro como demasiado quieto. Hay momentos así, momentos en donde todo va a cámara lenta y es cuando te preguntas ¿en qué dimensión nueva estoy viviendo?. Pero bueno, viene por la calle un capullo en moto y a toda ostia y con el tubo de escape escupiendo fuego y un ruido ensordecedor y al fin, te destroza toda la especie de paz interior, que tanto nos gusta y que tanto nos había costado.

Y vuelta a empezar de nuevo y venga a recomponer el anterior decorado que tenía escrito en mi cabeza. La botella de agua estaba en ésta esquina, el móvil estaba en modo silencioso en medio de la mesa, la tele estaba apagada y como casi siempre, la ventana sigue abierta y por ella penetran escasos sonidos, algunos imperceptibles y otros en cambio, ruidosos a más no poder. Y es que otra moto con tubo de escape a todo volumen, acaba de pasar. Y ya lo voy a dejar y voy a pasar al plan B de mi película. Y a partir de ahora me van a importar un pito los ruidos, es más ahora reclamo ruidos ensordecedores que atronen a los demás seres que habitan en éste pueblo perdido, pero a mí va a ser que no. Cierro la ventana y enciendo el aire acondicionado y se acabó la película de miedo que os estaba contando.
Domingo dominguete y para cuadrar la rima y que te den por el culete. Los domingos de mi infancia, eran domingos de misa por la mañana. Y por supuesto eran los días de ponerse las mejores galas y de lucir todo lo estrenado. Me acuerdo de mi polo gris de tela fina y tacto agradable, que sólo me ponía los domingos y porque así estaba estipulado y ordenado por mi madre (y lo que decía mi madre, iba directamente a misa). Domingos, misa y después venía lo mejor de todo el día, los aperitivos, que en mi tierra gallega eran más que abundantes y sabrosos. Y aquellos ricos Berberechos o aquella preciosa nécora o aquella tapa de pulpo con cachelos que era para comerse los dedos. Aparte que los mayores o sea mis padres y sus variopintas amistades, se ponían tibios de vino y bueno, hasta el más antipático se ponía graciosillo. Otros en cambio, los menos, se ponían pesados y empalagosos y porque se habían pasado de dosis o porque el vino les ayudaba a descubrir como en realidad eran. También había el puto tocón de los cojones, que te pasaba su pezuña toda pringosa por la cabeza y después, de tocarse sus asquerosos huevos.
Estaba muy claro que el Domingo estaba partido por dos partes. La mañana que era grandiosa y espléndida y la tarde era triste y casi lagrimosa. Por la mañana te desbordaba el optimismo vital y todo te parecía fútil y pequeño y en cambio por la tarde, te caían los huevos al suelo y porque poco a poco se aproximaba la hora del lunes lunero. Mañana cole, te decías. Era como ver al Domingo desde la trastienda de la vida o desde la cara oculta de la luna. Llevaba fatal lo de los Domingos por la tarde y me entraban unas ganas enormes de desaparecer de una vez para siempre. Pero nunca lo conseguí del todo.

En cambio y años más tarde, le encontré el gusto a la tarde del Domingo y porque me enamoré de su aire melancólico y casi triste y de su inmensa paz de día de lluvioso (casi ni un alma por la calle). Me gustó su enorme vacío y su quietud con ese aire decadente de vieja canción con letra de añoranza. El Domingo por la tarde, me suena a "fado" portugués cantado por ejemplo, en una calle siempre mojada (porque tiene que llover, sino no vale) y con su aroma a piedra húmeda y resbaladiza y en mi hermoso Santiago de Compostela...pues Santiago para mí es el culmen de lo más entrañable y más húmedo que tengo dentro de mí.





































Joaquín Matamoro y Neus Santacana Burguet

MIRADME


Miradme...
yo estoy aquí,
no soy de aquí pero aquí estoy...,
en realidad...
soy de otro lado, soy de otro sitio,
soy de esa mitad del mundo donde se acuesta el sol,
aunque ahora y en éste momento
estoy más cerca de donde el sol nace
ahora, soy más de oriente que de occidente
y a la vez soy menos equidistante y más alucinante.

Miradme y miradme bien
porque en éste momento
estoy atravesando alguna ventana atemporal
o un orificio o ranura de cualquier puerta,
no sé, miradme bien y veréis...
que soy más alma que cuerpo.

UN TRES POR UNO



No añoro los días de guardia. Es más, me dan por el culo los malditos días de guardia. Y me entra una pereza universal y volátil y a la vez, innombrable. Porque habría que ir entendiendo (digo yo) que yo voy avanzando y a pasos de gigante hacia la decrepitud casi total y casi absoluta y que poco a `poco voy oliendo más a muerto que a vivo.
Que me caen trozos de mi viejo cuerpo,
que cada día tengo un nuevo dolor en mi historial delictivo,
que si me quejo es porque algo me duele y con más intensidad que antes,
y si me duele no es porque sí, ni por capricho
y será y es porque algo más se va pudriendo dentro de mi...

(Dice la canción que me acabo de inventar)
Los días de guardia se los regalo para quién los quiera y sus noches de puta tortura no se las deseo ni a mi peor enemigo. Bueno, seamos sensatos y valoremos todo en su grado más exacto: me cago en los días de guardia y en toda su parentela resacosa de duerme vela del día siguiente. Vale...hasta ahí vale. Pues los días que a continuación de las guardias tengo libres de todo pecado y que son para disfrutar hasta su último segundo, a esos no le pongo ningún pero. Porque suelen ser entres tres a cuatro días de liebre asueto y por esa misma razón, sigo pringando noches. Porque prefiero tener un ramillete de días libres. Porque además vamos a ver, si no hago noches tendré que hacer más días y para poder cubrir las mismas horas de curre (eso es matemática pura y dura). Así curro un día de 24 horas con su noche y libro tres días. Un tres por uno, se llama.

OLORES Y DEMÁS...


Hoy no estoy contundente ni estoy al dente y crujiente...hoy estoy suave como la seda más fina. Bueno, estoy envuelto en capas de sudor y porque ha vuelto el calor de los cojones. En la vida, que poco dura la alegría fresca. Hoy estarán contentos los que quieren tener la caldera a tope y a 200ºC. Supongo que no se puede tener todo y al mismo tiempo querer una claridad meridiana y apabullante en la cúpula del cielo y a su vez querer conservarse en fresco y en frío y hasta puede que congelado, pero no en rigor mortis y al mismo tiempo mojado por la hermosa lluvia de septiembre. ¿Quieres estar mojado?...pues vas a estar mojado en tu propio sudor y en capas superpuestas y como si fueras una puta cebolla sudada. Las gotas caen de mi cabeza y se deslizan como pequeñas serpientes por mi cuello y para acabar muertas, en mi camiseta toda sudada y pringosa. Menos mal que gasto más pasta en desodorantes que en el propio comer y por eso tengo ese seguro a todo riesgo contra el sudor y sus consecuencias oloríficas.
Es como el otro día cuando estaba desayunando en el bar (como hago siempre y todos los días) y estaba saboreando como un loco (como lo que soy) mi rica tostada de jamón serrano con aceite de la mejor oliva y pasó que de repente me llegó un tufo a sobaco todo reseco y todo podrido, que tuve que contener las arcadas como mejor pude. Y el caso es que el menda del puto sobaco, estaba a varios metros de mi, pero no había duda en el asunto mi querido Watson... porque cada vez que levantaba un poco su podrido brazo, extendía su podredumbre como una nube densa y mortífera que alcanzaba a toda la barra del bar. Pero observé las demás caras y para ver si había alguien más en la barra con cara de naúsea y vómito, pero no encontré un alma gemela y pensé, ¿seré yo el puto susceptible de los cojones?. La duda aún la tengo encima y hasta puede que ellos (los demás) tuvieran callo y por eso de alguna forma, puede que estuvieran más hechos a ese tipo de pestilencias.

Bueno, tengo que aclarar que lo mío con los olores es medio paranoico y por un buen y agradable olor me dejo llevar al fin del mundo. Ahora bien, como se me atraviese el olor de una persona (sobre todo, el corporal), esa persona acabará a su vez, siendo atravesada en mi mente y como si fuera un muñeco de trapo a punto de ser quemado y para siempre. Pero para que pase eso, me tiene que pasar lo mismo que el otro día cuando estaba desayunando y que ese mal olor sea tan fuerte que provoque en mi náuseas y vómitos cuasi incoercibles. Vamos a ver, tiene que ser un olor condensado y bien alimentado con mucho esmero y con mucho celo. Tiene que ser denso y espléndido de guarro y que para ello esa persona ha tenido que poner todo su empeño en no lavarse durante unos cuantos días o semanas (hay casos, de meses y años). Sería algo parecido al denso olor a poza negra, que para mi es el olor que encabeza esa lista y valga la redundancia, negra. El primer olor del ranking, el olor a poza negra. El segundo, el olor a sobaco reconcentrado. Y que decir del olor del sobaco bien mezclado con el hilo sintético con el que se hacen muchas prendas hoy en día.

Y para olores ricos, el mío propio. Cada uno le tiene aprecio a su propio olor corporal pero sin pasarse de tiempo de lavado.

Luis García Montero -

 


 ( ... ) Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,

cruzo la desmedida realidad

de febrero por verte,

el mundo transitorio que me ofrece

un asiento de atrás,

su refugiada bóveda de sueños,

luces intermitentes como conversaciones,

letreros encendidos en la brisa,

que no son el destino,

pero que están escritos encima de nosotros.   
  

NUNCA...

 

Nunca fabriqué tanto en tampoco tiempo.

Nunca escribí tanto como lo estoy haciendo ahora.

Nunca fui tan claro y sincero con todo lo que veo y siento.

Nunca te diré te quiero

porque te quise 

y vino un hachazo y justo al principio

y se me quebró todo el encantamiento.


Por tanto

te quise un día o dos

o noventa

y te desquise otro tanto o más.


Y una vez que mudé de piel 

ni siquiera me quedaron cicatrices

que me pudieran recordar

que un día te quise tanto

y que otro día

nos vimos y pasamos de largo.


Y HOY HUELE A SALITRE DENTRO DE MÍ

 

Tengo las penas colgadas como bolsas de piel descamada.
Tengo ojos verdes porque adoro lo verde y lo fútil.
Tengo cuatro peniques y medio en mi bolsillo vital.
Tengo arte para dar y tomar,
y para después, regalar.
Tengo vicios que deberían ser juzgados por un tribunal popular.
Tengo alegrías que no conoceré
pero que siempre quise tener.
Tengo penas que están muertas de miedo
y otras que están inmunizadas contra el mal.
Tengo miedos con cuernos, rabo y cara de diablo.
Tengo historias que saben a queso,
y otras que huelen a tarde otoñal
mientras el suelo se tiñe de verde, ocre y amarillo,
realzo mis historias
y las desmigajo en poemas que hablan del viento
o de la luna o del mar en calma o embravecido...
repito... tengo historias para dar y tomar
y hoy mi historia podía hablar de las ballenas
y del triángulo de las bermudas,
hoy me siento marino de tierra adentro
y hoy huele a salitre dentro de mí.

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...