
Y hoy el lunes lunero y es día 23 de Diciembre, víspera de Nochebuena y hoy es mi última guardia de éste año, no vuelvo hasta el 4 de Enero. Así que a ver si las horas se apuran y ya me veo saliente de guardia y dispuesto para disfrutar de mis 10 días de asueto. No sé el porqué pero no me apetece nada estar de guardia, iba a decir como siempre, pero eso no es verdad, pues normalmente no tengo ese problema. Me gusta currar en lo que curro y por tanto, disfruto con ello.
El día es claro y limpio, eso sí, bien regado de abundante humedad, humedad a chorros. A veces me da la sensación que de noche y cuando uno está durmiendo, le dan la vuelta a ésta Isla y la superficie pasa a estar debajo del agua, sino es imposible explicar semejante grado de humedad. Por el día dios se compadece un poco de nosotros y le da al botón que pone: secado de bacalao lento y ahí aparecemos nosotros siempre chorreantes y rebosantes y nunca secos del todo..
¿Y rebosantes de qué?, a lo mejor rebosantes de envidia ajena. Por lo menos en mi caso sí, pues yo reboso envidia a quién tenga una montaña delante o un río o un bosque de montaña. Pues éstas son las carencias principales de ésta Isla, ni ríos, ni montañas, ni nieve, ni por supuesto padecerás del mal de altura, el pico más alto es de 300 metros y desde él divisas la Isla entera.

O sea plana tirando a ondulada, como las patatas fritas o como si a la Isla le pasaran un peine por su superficie, pequeñas oscilaciones del terreno pedregoso, porque esa es otra, está Isla está hecha como sus muros, piedra sobre piedra y así hasta el centro de la tierra. Bueno una vez dicho lo que echo de menos, tengo de nuevo que quitarme el sombrero ante la belleza que tiene ésta Isla, porque hay que poner a las cosas en su sitio y valorar sus aguas cristalinas, sus calas magníficas y sus bosques mediterráneos.
Los Isleños o aborígenes son punto y aparte. Es como sumergirte dentro de la población del Parque Jurásico, ellos tienen sus costumbres ancestrales y entre ellos se entienden y con los demás un poco menos, pero a su modo nos respetan y nosotros, por supuesto, a ellos. Pero el que venga a Menorca, que empiece por calmarse y sino que se tome un valium, aquí la vida transcurre de otra manera, transcurre tranquilamente y a veces, quizá demasiado. Pero más vale quejarse de exceso de calma chicha que de lo contrario. Yo prefiero un vaso de tila que uno de anfetaminas, todo es cuestión de gustos, pero el que venga que tenga claro que esto no es Ibiza y suerte de que no sea.