Desmigar la vida tiene su faena y es que hay que desmigarla hasta su última miga de pan, hasta que no quede nada y al fin, poder decir: ya entiendo el como funciona la vida. Mi meta es esa, desmigar hasta el último recuerdo y hacerlo añicos y desde el prisma que se tiene o que se debe tener en una etapa madura y como en la que estoy ahora, recomponer los recuerdos y hacer bonitos y preciosos mosaicos de vivencias. Es decir, que de entre todo lo malo y todo lo bueno que he vivido que salga petróleo, porque una cosa si que tengo clara, que como uno no empiece por analizar su pasado, su presente va a ser una mierda y de su futuro, ya ni hablamos.
Bueno, al mismo tiempo hay que ir andando con los tres pies: pasado, presente y futuro y das un paso hacia atrás y das otro, en donde tienes que ver donde pones tus pies y en el tercero y último, mirar hacia donde vas. O sea que hay que hacer un variadito de tres y sin desquiciarte por ninguno. Hay que ir compensándose y si ves que te quedas demasiado anclado en el pasado, hay que darse una hostia dialéctica y terapéutica para sacudirse de ese pasado. No es fácil, no es nada fácil no quedarse atrapado en una época o en un momento o también envuelto en tu puto presente o colgado de un futuro utópico y lejano.
Hay que investigar el pasado y para encontrar los porqués y además, saber los porqués sin tener agobios ni angustias. Yo he hecho en ésta vida muchas cosas mal y no me alegro por ello, pero tampoco me angustio, es decir, ha pasado ya el tiempo necesario e imprescindible para poder analizarlas desde la lejanía y ahí, no entran ni los agobios, ni las angustias, ni los arrepentimientos y sólo entran los hechos que ya nadie puede cambiar y que a veces, fueron cojonudos y que en otras, fueron más bien penosos.