LOS TRES PIES

Desmigar la vida tiene su faena y es que hay que desmigarla hasta su última miga de pan, hasta que no quede nada y al fin, poder decir: ya entiendo el como funciona la vida. Mi meta es esa, desmigar hasta el último recuerdo y hacerlo añicos y desde el prisma que se tiene o que se debe tener en una etapa madura y como en la que estoy ahora, recomponer los recuerdos y hacer bonitos y preciosos mosaicos de vivencias. Es decir, que de entre todo lo malo y todo lo bueno que he vivido que salga petróleo, porque una cosa si que tengo clara, que como uno no empiece por analizar su pasado, su presente va a ser una mierda y de su futuro, ya ni hablamos.

Bueno, al mismo tiempo hay que ir andando con los tres pies: pasado, presente y futuro y das un paso hacia atrás y das otro, en donde tienes que ver donde pones tus pies y en el tercero y último, mirar hacia donde vas. O sea que hay que hacer un variadito de tres y sin desquiciarte por ninguno. Hay que ir compensándose y si ves que te quedas demasiado anclado en el pasado, hay que darse una hostia dialéctica y terapéutica para sacudirse de ese pasado. No es fácil, no es nada fácil no quedarse atrapado en una época o en un momento o también envuelto en tu puto presente o colgado de un futuro utópico y lejano.

Hay que investigar el pasado y para encontrar los porqués y además, saber los porqués sin tener agobios ni angustias. Yo he hecho en ésta vida muchas cosas mal y no me alegro por ello, pero tampoco me angustio, es decir, ha pasado ya el tiempo necesario e imprescindible para poder analizarlas desde la lejanía y ahí, no entran ni los agobios, ni las angustias, ni los arrepentimientos y sólo entran los hechos que ya nadie puede cambiar y que a veces, fueron cojonudos y que en otras, fueron más bien penosos.




LOS FORMALES

A veces pasa eso, que alguien te sorprende y que te sorprende en el momento más inesperado y yo estoy echando de menos un momento de esos. Hace ya un tiempo que nadie me sorprende, demasiada paz social, demasiado comportamiento previsto, demasiado formalidad. Sí, demasiada formalidad y creo que es la palabra que mejor define éste asunto. Un ser formal, es un sujeto que sigue las reglas o instrucciones al pie de la letra, que es adecuadamente educado y que cumple sin falta lo establecido. Un ser formal carece de autocrítica, pues no considera la posibilidad de poder fallar y por tanto, no entra en su mollera de formal que él pueda equivocarse.

Su función en la vida es cumplir las diversas etapas de la vida pero sin profundizar en ninguna de ellas. O sea cuando fue niño fue niño, pero un niño con toques de adulto y cuando fue adolescente, fue un chaval lleno de granos y espinillas pero rezumando una estúpida sensatez. Y cuando ya fue adulto, tenía un toque de madurez adulta y un toque de demasiada responsabilidad y aburrimiento. Desde luego no son seres brillantes, pues nunca se arriesgan y ese tema de la creatividad como que no les va. Ellos nunca darán la cara, la cara la ponen otros y ellos siempre van por detrás.

Como personas no son fiables, pues dentro de su escudo de formalidad tienen una buena capa de mentira o sea que hablan muy formalmente pero que igual que hablan, mienten. Y no distinguen entre el bien y el mal, pues en su filosofía vital está escrito: que por encima de todo y sea como sea tienen que sobrevivir y una mentira o dos o 50 valen y porque el fin, que es salvarse, justifica las putas mentiras. Como amigos dejan mucho que desear, lo serán de nombre, lo serán de posturita, lo serán de apariencia y a la hora de la verdad, son más falsos que Judas. Eso sí, ellos no fallan de acordarse de los temas formales: la de felicitarte en tu fecha de cumpleaños, en la de tu santo y por supuesto no se olvida de llamarte en Navidades y en Fin de año.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...