A VECES...



A veces me duele el alma y las costillas
por tanto decirte
¡te quiero!.

Quizás hubiera preferido
decir menos
y haberme quedado sin historia
y sin más argumentos.

Pero me pueden las ganas
y el ansia de quererte
y al final,
prefiero vestirme de ansia
más que de pena y de que he perdido las ganas.

Prefiero la ansiedad
que produce la utopía
que el conformismo
de la quietud de una noche sin luna.

Vosotros conocéis el poder que tienen la noches
y yo conozco el poder que tiene la utopía
y sobre todo
conozco las noches en que me durmió la luna.

EL OLVIDO QUE SEREMOS (Héctor Abad Faciolince)



«Cuando mi papá llegaba de su trabajo en la Universidad, podía venir de dos maneras: de mal genio, o de buen genio. Si llegaba de buen genio —lo cual ocurría casi siempre pues era una persona casi siempre feliz— desde que entraba se oían sus maravillosas, estruendosas carcajadas, como campanadas de risa y alegría. Nos llamaba a los gritos a mis hermanas y a mí, y todos salíamos a recibir sus besos excesivos, sus frases exageradas, sus piropos hiperbólicos y sus abrazos largos. Si en cambio llegaba de mal genio, entraba en silencio y se encerraba furtivamente en la biblioteca, ponía música clásica a todo volumen y se sentaba a leer en su sillón reclinable, con la puerta cerrada con seguro.

Al cabo de una o dos horas de misteriosa alquimia (la biblioteca era el cuarto de las transformaciones), ese papá que había llegado malencarado, gris, oscuro, volvía a salir radiante, feliz. La lectura y la música clásica le devolvían la alegría, las carcajadas y las ganas de abrazarnos y de hablar.

Sin decirme una sola palabra, sin obligarme a leer y sin echarme el sermón de lo sana para el espíritu que podía ser la música clásica, yo entendí, sólo mirándolo, viendo en él los efectos benéficos de la música y de la lectura, que en la vida todos podíamos recibir un gran regalo, no muy caro y más o menos al alcance de la mano: los libros y los discos. Ese señor oscuro y malhumorado que había llegado de la calle con la cabeza cargada de las malas influencias y las tragedias y las injusticias de la realidad, había recuperado su mejor semblante, y la alegría, de la mano de los buenos poetas, de los grandes pensadores y de los grandes músicos.»

NO TODO...

 



No todo es disparar y escupir al cielo

y a esa nube que pasa toda alocada

y que deja huella difuminada.


A veces, hay que dispararse en los pies

y a quemarropa 

y para que no quede nada de tu existencia.


Otras veces,

hay que rascarse entre los dedos

y porque si algo pica... es porque algo

ha nacido entre esos dedos.


Hay que ser más enteros

y menos crueles

y más personas 

y más humanos

y si hay que decir

¡basta! se dice 

y no debía pasar nada...


Pero al parecer

el ¡basta! a veces sobra

y te piden que te disfraces de cordero

y que le chupes la p...... al propio cordero

pero no pasa nada,

se la chupas

y después, le escupes el hueso...


Al fin y al cabo 

todos tenemos algo de hueso,

otra parte de cartílago,

y el hueco que nos sobra

lo cubrimos de fina piel.

PUNTUALICEMOS



La libertad de expresión no es decir un montón de gilipolleces y después quedarse tan tranquilo. O bueno sí, pero si las dices en tu propio nombre y con firma o lo que sea, que te responsabilice de su autoría (Es una manera de decir que serás el responsable de lo que dices). Lo que no toca, es hablar por ejemplo como médico siendo parte de un hospital o institución sanitaria y para decir, que tú no crees en las vacunas en pleno acojone de pandemia. Repito, que personalmente y como médico a secas, es decir, sin representar a la institución o hospital que te está dando de comer, puedes decir lo que te apetezca. Yo creo que cada uno debe hacerse responsable de lo que piensa y dice...pero si yo voy a atender un infarto como médico, tengo la obligación y el deber de darle el tratamiento que mejor creo yo y la medicina y sino creo en ello...pues en consecuencia tendría que dejar de trabajar como médico de urgencias y tendría que dedicarme a vender coches (por ejemplo). No puedes estar diciendo: "no creo en las vacunas" o "tienen demasiados efectos secundarios y muchos son mortales" sin demostrar científicamente que es una verdad como un templo. Si trabajaras en un templo religioso, con decir que una deidad divina me lo dijo mientras dormía...pues eso, quedaría apuntado como una verdad de fe o como un milagro que ocurrió en una noche de verano.

Y ahí no habría nada más que demostrar, pues si crees en ello, te comerás ese pastel y otros más. Pero estamos hablando de ciencia y todo lo científico necesita demostrarse y comprobarse. Y máximo cuando un médico sale con el nombre de su hospital a la espalda. (¡Joder! que no es el nombre de la discoteca en que estuviste a noche). Yo si quisiera rebatir lo de las vacunas, hablaría en mi puto nombre y lo diría todo muy clarito y con muy buena letra y espero, que pausadamente. Pero yo no podría salir en una entrevista con mi mono o bata de trabajo, con un fonendo en el cuello y detrás con el cartelón de mi Hospital y para decir, que lo que hago y vendo no sirve para nada, que todo es mentira y que a todos nos engañan como bobos que somos, porque tengo muy claro que me iban a sancionar y es más, yo estaría de acuerdo en que me sancionaran. Como decía el otro: "cada uno que aguante que aguante su vela". Y ahora que no vengan los salvadores de lo etéreo, hablando de lo absurdo de ésta sociedad y de que nadie se merece una llamada de atención clara y contundente por decir lo que no debería ir diciendo un médico de urgencias.


Si te odiara ( Susana Thénon ). Blog "Otra Iglesia es imposible"

 


Si te odiara,

el mundo no se inmutaría;

nunca el mundo se ensaña

con los que odian.

En cambio te amo

y todo es catástrofe alrededor:

las voces, las manos, los rostros,

todos quieren apedrearnos.



20-II-58

Susana Thénon (Buenos Aires, 1935-1991),

SILENCIO ( Octavio Paz). Blog "Azul de Mar"


                                                                   

Silencio


Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.


Francisco Brines


 

Muere a los 89 años el poeta Francisco Brines, último Premio Cervantes" 



Ladridos jadeantes en el césped
le hacen mirar, con el calor el día
va rodando a su fin y de las rosas
sube un olor, y una inquietud constante.
En el silencio rueda la alegría
súbita de los perros. Y él entiende
esa felicidad, el desvarío
que ellos muestran. Hermosa fue la vida
cuando el cuerpo era joven, y el deseo
la costumbre inicial de cada hora.

Un aire corto llega desde el mar
y ha alargado la sombra de los montes.
Echa su vida atrás, desnuda el cuerpo
delante de otro cuerpo, y unos ojos
le buscan y él los busca.
En el amor era veloz el tiempo,
iba pronto a morir, y en vano el joven
pensaba detenerlo, se soñaba
vencido en la vejez y desamado.
Entonces su victoria
era querer aún más, con mayor fuerza.

Mira, desde su frente, con los ojos
fijos la línea de los montes, áspero
muro de plata que en el mar se hiela.
Ya no lucha la tarde y se hace rosa
la luz en su cabeza pensativa.
Llegan, desde el camino, frescas voces
llamándose. La casa, oscurecida,
se ha perdido en los árboles, y él oye
el dulce nacimiento del amor,
escucha su secreto. Ya de nuevo
vive su corazón, y el hombre tiembla,
siente cargado el pecho, y apresura
un llanto fervoroso.


Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...