Como algunos cuentan billetes de a euro o de a dólar, yo cuento entradas y salidas de mi Blog y cuando veo que un País de éste puto mundo se me escapa, me entra la rabia. Pero ante eso no puedo hacer nada y además si la cosa me toca mucho los cojones, le echo la culpa al traductor del Google, y en ese momento pienso, que debe ser una mierda de traductor y que lo sacaron de la cola del paro los de Google y por supuesto, que no entiende el lenguaje subliminal de mi película y por tanto, que no sabe traducirlo el lenguaje de la puta calle.
Porque vamos a ver, yo soy médico y toda la película que se quiera, pero soy más de la calle que el que se pasa el día en ella. Y para ello no preciso presentar mis méritos, aunque a veces se me pidan, pero yo nací en la puta calle y chupé más de ella que muchos de los que andan por ahí sueltos o encarcelados o pendientes de cadena perpetua. La calle la mamé y la chupé. La calle la viví en mis carnes y aunque durante los tres meses de verano nos hacíamos la escapada a la playa de Vigo o lo que se llama Veraneo, el resto de los 9 meses los pasábamos chupando teta proletaria u obrera.
O sea que tres cuartas partes de mi persona son de carne de cañón o de carne triturada al gusto de los más pudientes. Y mira las contradicciones que tiene la vida y entonces resulta que mi vieja hizo esfuerzos sobrehumanos y mira que me enseñó o eso pensaba ella y mira que me dio educación de libro oficial sobre las buenas costumbres y mira que me dio por el culo del como se coge el tenedor o el cuchillo o con que mano se corta el pan. Y al final y mira por donde, resulta que no aprendí casi nada de mi Madre, yo sólo aprendí lo que la puta vida me ha enseñado, a que no hay dogmas de fe, a que todo lo que parece claro, después no es tan claro, a que no hay normas sociales o las que hay, apestan a bacalao precocinado . Y la conclusión es más que clara, ¡solo valen las ideas que tiene sentido como humanos!.
Porque vamos a ver, yo soy médico y toda la película que se quiera, pero soy más de la calle que el que se pasa el día en ella. Y para ello no preciso presentar mis méritos, aunque a veces se me pidan, pero yo nací en la puta calle y chupé más de ella que muchos de los que andan por ahí sueltos o encarcelados o pendientes de cadena perpetua. La calle la mamé y la chupé. La calle la viví en mis carnes y aunque durante los tres meses de verano nos hacíamos la escapada a la playa de Vigo o lo que se llama Veraneo, el resto de los 9 meses los pasábamos chupando teta proletaria u obrera.
O sea que tres cuartas partes de mi persona son de carne de cañón o de carne triturada al gusto de los más pudientes. Y mira las contradicciones que tiene la vida y entonces resulta que mi vieja hizo esfuerzos sobrehumanos y mira que me enseñó o eso pensaba ella y mira que me dio educación de libro oficial sobre las buenas costumbres y mira que me dio por el culo del como se coge el tenedor o el cuchillo o con que mano se corta el pan. Y al final y mira por donde, resulta que no aprendí casi nada de mi Madre, yo sólo aprendí lo que la puta vida me ha enseñado, a que no hay dogmas de fe, a que todo lo que parece claro, después no es tan claro, a que no hay normas sociales o las que hay, apestan a bacalao precocinado . Y la conclusión es más que clara, ¡solo valen las ideas que tiene sentido como humanos!.