Pues es hora de empezar a cerrar el chiringuito, ya se escondió el sol, ya se fueron los guiris ingleses con sus risas de hienas y ya se fue hasta el apuntador, sí, ese que aparece en todos los chiringuitos de playa y para solo junar o mirar a las tías y con una puta cerveza se pasa en la barra toda la puta tarde y claro, si tú le saludas, el tío prenda se descoloca y porque el solo concibe que le salude una tía y no un tío guarro, como soy yo. Guarro pero rebelde, guarro, pero sincero, guarro y que no se pierde detalle. Y volviendo al tema que nos atañe, resulta que el tío prenda nunca va en bañador y va vestido desde los pies a la cabeza y si es una playa nudista, el siempre lleva camiseta y bañador.
Por tanto, el siempre se identifica, de alguna forma siempre se identifica, pero por si aún no te habías enterado, solo tienes que mirar a sus ojos de salido y entonces comprenderás, que es de los que piensan que sus ganas de follar se deben a como se visten las tías, ya sabéis, todo es culpa de esa minifalda, de ese pantalón ajustado, de ese bikini que es como un hilillo, de ese tanga provocativo, de esos pezones que apuntan al mar y a veces, al horizonte, de esos ojos acaramelados y de que le asoma un pelo púbico por debajo del bañador. Y os juro y por mis muertos que en casi en todos los chiringuitos de éste, a veces, asqueroso mundo, los hay y los veréis en la barra del bar y con una birra reseca en la mano y la otra, a veces, se pierde entre su entrepierna y para mantener su calor ambiental.
Claro, que una vez en una playa que era nudista y yo no sabía que era nudista y porque me daba exactamente igual, pues iba yo como un amigo y se nos cruzó un hombre de las cavernas o de Cromagnon y como era en la puta orilla no llevaba la birra en su mano, pero el capullo iba con su camiseta y bañador, se nos acercó todo cómplice y claro, para hablar de las tías de la playa y hacía un calor de justicia. Pues el menda y con todo ese calor ambiental de más de 40º, le llamaba a los coños, ¡hornos! y aquella menudo horno tiene y otra gota de sudor de mi frente que caía en la arena y claro, a la segunda descripción de un horno, lo mandamos directamente al carajo, pero el caso, es que aunque hiciera un frío que pelara, lo mandaríamos al carajo igual y por razones más que evidentes.
Bueno, creo, creo no, seguro, que a esa playa también bajaba el curita del pueblo a otear hornos y solo faltaba la guardia civil con sus mejores galas. Y eso que en esa playa no había chiringuito, sino figuraros como estaría el chiringuito y lleno hasta la bandera y una sola cerveza por cabeza, bueno si se le puede llamar cabeza a lo que tienen esos señores encima de su cuello y lo digo, porque más bien tiene forma de polla sudorosa.
Por tanto, el siempre se identifica, de alguna forma siempre se identifica, pero por si aún no te habías enterado, solo tienes que mirar a sus ojos de salido y entonces comprenderás, que es de los que piensan que sus ganas de follar se deben a como se visten las tías, ya sabéis, todo es culpa de esa minifalda, de ese pantalón ajustado, de ese bikini que es como un hilillo, de ese tanga provocativo, de esos pezones que apuntan al mar y a veces, al horizonte, de esos ojos acaramelados y de que le asoma un pelo púbico por debajo del bañador. Y os juro y por mis muertos que en casi en todos los chiringuitos de éste, a veces, asqueroso mundo, los hay y los veréis en la barra del bar y con una birra reseca en la mano y la otra, a veces, se pierde entre su entrepierna y para mantener su calor ambiental.
Claro, que una vez en una playa que era nudista y yo no sabía que era nudista y porque me daba exactamente igual, pues iba yo como un amigo y se nos cruzó un hombre de las cavernas o de Cromagnon y como era en la puta orilla no llevaba la birra en su mano, pero el capullo iba con su camiseta y bañador, se nos acercó todo cómplice y claro, para hablar de las tías de la playa y hacía un calor de justicia. Pues el menda y con todo ese calor ambiental de más de 40º, le llamaba a los coños, ¡hornos! y aquella menudo horno tiene y otra gota de sudor de mi frente que caía en la arena y claro, a la segunda descripción de un horno, lo mandamos directamente al carajo, pero el caso, es que aunque hiciera un frío que pelara, lo mandaríamos al carajo igual y por razones más que evidentes.
Bueno, creo, creo no, seguro, que a esa playa también bajaba el curita del pueblo a otear hornos y solo faltaba la guardia civil con sus mejores galas. Y eso que en esa playa no había chiringuito, sino figuraros como estaría el chiringuito y lleno hasta la bandera y una sola cerveza por cabeza, bueno si se le puede llamar cabeza a lo que tienen esos señores encima de su cuello y lo digo, porque más bien tiene forma de polla sudorosa.