Demostrado queda, no somos nadie o somos demasiada poquita cosa en medio de éste hermoso y complejo universo. Somos motas de polvo de estrellas o finas gotas de lluvia o somos las dos cosas, motas de polvo de estrella bajo la lluvia. Pero de ahí, no pasamos y aunque pensemos que a lo largo de nuestra vida vamos a ser héroes, que como mínimo, van a salvar el mundo...pues yo os digo, que la realidad nos muestra totalmente lo contrario y como mucho llegaremos a ser héroes de cuento o de película o de pacotilla.
Los héroes son de otra pasta muy distinta. Cuando sus músculos se tensan el mundo empieza a temblar. Sólo con su mirar pueden atravesar paredes y muros y continentes enteros y hasta agujerear mundos paralelos. Con un soplido que salga de su boca, pueden crear temporales y ciclones. Con un estornudo, crean lluvia de estrellas y meteoritos. Si se ponen a cantar, nos reventarán los tímpanos. Y cuando silban, las ratas salen de las alcantarillas y huyen para buscarse la vida en otro lugar y sitio.
Los héroes antes fueron hombres y mujeres, pero lo fueron hace tantos siglos, que por el camino (diferente al nuestro), han tenido algún que otro salto cualitativo...que poco a poco los han convertido en semidioses o en dioses. Lo nuestro ha sido más progresivo, más poquito a poco y tranquilamente. El cambio de ellos, ha sido bestial en todos los sentidos y han evolucionado, como sacudidos por grandes e inmensas ondas expansivas que los han hecho ser enormes y grandiosos.
Pero me temo que al final, todo da igual y da lo mismo ser pequeñas y diminutas motas de polvo bajo la lluvia, que ser semidioses o dioses con extraordinarios poderes...porque en definitiva, no existe lo infinito y tarde o temprano, todos nos iremos muriendo. Hasta los dioses se mueren y acaban desapareciendo.

