
Primero, porque de buen chaval, ¡un huevo!. He sido las dos caras de la misma moneda, he sido un hijo de puta, como lo contrario. He sido tierno, pero también grosero y déspota. He sido tan dulce como agrio. He sido espléndido y en eso nunca dejé de serlo y estoy orgullosos de ello. He sido un descontrolado y lo peor es que lo he reivindicado. He sido cruel, inconsciente, mentiroso y drogadicto. Aunque a veces, he sido cariñoso y eso es lo que me ha salvado, el que en los buenos momentos he repartido besos, abrazos y caricias y también dí alguno en los momentos malos. También he sido comprensivo algunas veces y quizá lo más destacable de mi y de mi forma de ser o de estar, es ver al mundo desde una perspectiva optimista o dicho de otro modo, ser capaz de contagiar mis explosiones de vida.

No pretendía entrar en temas subterráneos, pero hay momentos en que tienes que verte de frente y escupirte a la cara, después sientes esa especie de tranquilidad suave y silenciosa, esa tranquilidad que siempre viene detrás de un temporal. Necesitaba éste minuto de silencio, por mí y sobre todo, por los demás que dejé en las trincheras o en las cunetas, a veces tirados y en otras abandonados. A ellos y cada uno a su nivel, les dedico éste minuto de silencio.
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