Provengo de una tierra lejana

 Provengo de una tierra lejana

estoy a más de 1.000 km.de distancia

ahora estoy por donde sale el sol

y antes miraba como se acostaba.

Provengo de una familia de medio pelo

siempre queriendo dar el pego

siempre queriendo ser más y más.

Me crié entre patos y gallinas

rodeado de árboles frutales

tirando piedras a todo lo que se movía

contemplaba lunas y como el maíz maduraba,

siempre iba encima de una bicicleta heredada

con o sin frenos

no había cambio de marchas

pero si había cambio de ideas

y ahí, me sentía fuerte y ávido de conocimientos.

Mi madre, mi querida madre

se encargaba "de la letra con sangre entra"

y era una maestar en este tema,

pegaba más que hablaba

y nunca me preguntaba lo que pensaba,

un niño no piensa, se decía

y si piensa...malo,

y habrá que pegarle más fuerte

y hasta que la letra entre

o hasta que la sangre fluya por alguna parte.

Eran otros tiempos

y además,

nadie me podrá quitar mi dicha,

fuí feliz en mi infancia

y a pesar de haber vivido en un mundo lleno de hostias.
























VENTANAS INDISCRETAS


 Las ventanas son indiscretas. Y yo escribo en un cuarto que está en el primer piso de mi casa y tiene un par de ventanas que dan a la calle y que las mantengo abiertas y hasta que no puedo más con el calor que hace y entonces las cierro a cal y canto y venga a tirar de aire acondicionado y porque si no me muero envuelto en llamas. Pero mientras tanto, es decir mientras tengo las ventanas abiertas, escucho pasar a la gente y siempre me quedo con una frase suelta y después, me pongo a imaginar como seguirá esa frase. Hoy pasaba un pavo diciendo "el pobre, no tiene relación social" y después, ya no pudo oír más, pero tampoco quería escuchar más y porque prefiero suponer lo que irá diciendo. Y el menda primero, hace un ejercicio de empatía y a la vez, de lástima hacia el pobre tío y claro...el pobre con lo poco social que es, pero y ahí viene el pero, pero gracias a mí que le doy conversación y le presto algo de mi atención, el pobre sigue levantando cabeza. Pero del pobre tío hemos pasado a lo bueno que soy yo y un pis pas. A veces, con el tono con el que se dicen las cosas, no hace falta decir más. Se puso una medallita caritativa en dos segundos.

Y yo pensando, pues que me venga a visitar a mí, que soy muy poco social (casi rozando lo antisocial) y así vera como a la primera, lo mando directamente a tomar por culo. Yo no soy pobre en nada, salvo en dinero claro, pero si el tío considera que viene a salvarme de mi propia soledad, que espere sentado y porque ya nada puede cambiar mi forma de ser y de estar por la vida. Yo, reivindico mi soledad y para ser un poco social y digo solo un poco, tengo que hacer verdaderos esfuerzos. Antes no, antes me encantaba perderme entre los amigos o compañeros de lo que fuera y ejercer mi mejor simpatía y quererlos y amarlos a todos y venga vamos hacer esto y venga vamos hacer lo otro y cuantos más planes colectivos tenía, me iba mejor por la vida. Ahora, huyo de los planes colectivos, de las reuniones, comidas o cenas y prefiero, quedarme solito en casa. Después decimos que no cambiamos, que somos los mismos de antes y cuando en realidad somos seres evolutivos que vamos cambiando, a ves lo hacemos pausadamente y otras veces, lo hacemos a grandes saltos cualitativos

En conclusión, yo no soy el mismo que antes, me parezco en cosas pero en otras soy un ser totalmente diferenciado al que era. Ahora, amo la soledad y los ratos tranquilos. No puedo con el bullicio y con las 20.000 conversaciones que se hacen al mismo tiempo y cuando te reúnes en grupo y sobre todo, cuando van regadas de abundante vino y bebidas alcohólicas. Antes me encantaba emborracharme y ponerme ciego hasta las trancas y así lograba mantener ese nivel de empatía. Pero ¡¡oh¡¡ algo cambió dentro de mí y no sé si es mejor o peor que antes, pero así son las cosas y así os las cuento.

















 

A. Muñoz Molina, "Desolación de una quimera"

 

"Alguien ha escrito que no se puede amar impunemente la belleza. Los perros de Acteón persiguieron y desgarraron a su dueño, que había cometido la audacia de contemplar a Diana mientras se bañaba desnuda. En una de sus narraciones en prosa, Luis Cernuda, que amaba Grecia porque también en ella está el imposible Sur, cuenta la fábula de Apolo y Marsias, secreta metáfora de sí mismo, y de su propio destino: Marsias, con exaltada inocencia, reta a Apolo y le disputa la primacía en el ejercicio de la música, y el dios, vengativo y celoso, lo condena a un suplicio atroz, porque la poesía y la música son dones que sólo a los dioses pertenecen, y el hombre que los arrebate para sí merecerá el mismo castigo que Prometeo.
La soledad es Luis Cernuda, y también el destierro, y la huida, y el oficio inútil de escribir y no resignarse a la muerte en vida de quien ha sido abandonado por una pasión y un cuerpo: No es el amor quien muere, escribió, somos nosotros mismos. Pero el suyo fue un destierro íntimo y definitivo, una señal de ceniza que iba siempre con él como el color de sus ojos o los gestos de sus manos y que lo separaba de los otros hombres mucho antes de que la guerra y la distancia lo alejaran de España".





































JULIO CORTÁZAR

Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.



























UNO ROMPE LAS COSAS


Nada
o casi nada se rompe porque sí.
Suele haber un como, un porqué y una causa
que a veces, es una causa perdida,
pero ¡coño!
todos nacemos perdidos
y en cambio,
¡aquí seguimos!.
Uno rompe las cosas
porque de alguna manera
se lo estaba buscando
y porque a veces
nos gusta jugar bajo la señal de peligro
y por eso
se nos rompen las cosas,
las ideas y los amores
y hasta las ilusiones
se nos hacen añicos de cristal.
Pero como decía antes
¡aquí seguimos!,
nos hemos destruído un montón de veces,
nos hemos recompuesto
y reconstruído como mejor pudimos,
y sí, nos faltan trozos de alma y cuerpo,
pero la estructura que nos mantiene en pie
sigue más o menos intacta
y junto a ella,
está ese trozo de alma que menos mal
que se reproduce por esporas y por las ganas de querer.


























UNOS Y OTROS

Unos tienen uñas
y otros
tienen pezuñas
y en todos hay piel y corazones
y de vez en cuando,
encontramos un gato
que maúlla dentro de nuestras articulaciones.

















MI EGO Y YO


Además,
un concepto peor de mí tendría,
si todo esto no lo tuviera controlado.
Si ese gigante que a veces me acecha
de forma inhumana y descontrolada,
no fuera yo capaz de ponerlo a buen recaudo
y bajo unas inmensas rejas
y unos potentes candados de acero.
Mi ego y yo,
yo y mi ego,
a veces,
los dos vamos de la mano
y otras veces en cambio,
estamos uno frente al otro
y en distintas trincheras
y a tumba abierta y a guerra a muerte
y nunca pararemos de batallar
hasta que uno de los dos
arranque las entrañas del otro y su corazón palpitante.
Y entonces es cuando pienso...
que así...me va.




















María Calcaño | "Grito indomable"

«Cómo van a verme buena
si me truena
la vida en las venas.
¡Si toda canción
se me enreda como una llamarada!
y vengo sin Dios
y sin miedo…
¡Si tengo sangre insubordinada!
Y no puedo mostrarme
dócil como una criada,
mientras tenga
un recuerdo de horizonte,
un retazo de cielo
y una cresta de monte!
Ni tú, ni el cielo
ni nada
podrán con mi grito indomable».
Todas las reacciones:

























Cuidado con los ojos - Antonio Muñoz Molina

 

Hará falta aprender a no mirar directamente a los ojos de nadie, incluso a no mirar, o a fingir que no se está viendo, que no se hace caso o no importa lo que se ha visto. La mirada franca es un peligro, y también la expresión que aparece en la cara, el desagrado o la sorpresa, el entusiasmo, el deseo. A los niños sus padres les dicen que no miren fijamente a los desconocidos: en la infancia la prohibición de mirar es tan incomprensible como la de señalar con el dedo, y nos deja ya para siempre un instinto de cautela, una intuición de fronteras invisibles, que, no se pueden traspasar, sin castigo.A un hombre joven lo acaban de matar por el modo en que miraba, según han dicho con más desenvoltura que remordimiento sus asesinos. En uno de esos lugares nocturnos donde el fin de semana se resuelve en vértigo de alcohol alguien se quedó mirando a un grupo de cabezas rapadas y en su cara apareció tal vez una expresión de la que él mismo no era consciente, o que no significaba nada, y esos individuos lo rodearon y lo apuñalaron y lo dejaron muerto, en medio de la confusión, entre gente sudorosa que no miraba y no veía, entre coches que pasaban y no se detenían aunque el hermano del muerto hiciera señales desesperadas pidiendo ayuda. Uno va viviendo como puede su vida y mira a alguien y la expresión y el brillo de sus ojos son su delito y su condena instantánea, y un minuto después en lugar de bebiendo una copa o dejando que la noche se extinga en esa melancolía última de. extenuación y trivialidad con que las noches tan largas suelen acabarse, uno estará muerto o muriéndose, el vientre desgarrado a navajazos, los ojos viendo por última vez una confusión de piernas que se mueven, de algunos cuerpos ájenos, cada vez más verticales en la distancia de quien yace en el suelo.
"Y tú qué miras", dicen siempre retadoramente los niños más fuertes o más chulos a los más débiles. Hay una intolerancia de quien no admite ser mirado, y el roce inmaterial o la interrogación de unas pupilas son agravios que cientos canallas no dejan sin perdón. Para la culpabilidad, o la vergüenza oculta cualquier mirada es acusatoria. Mas personas más intimamente soberbias se las reconoce, porque nunca llegan a mirar a los ojos. Y hay también una cobardía y un acomodo pusilánime de la mirada, un hábito de apartar los ojos para no ver o para que no parezca que uno. ha visto. Hace poco, en un reportaje de la televisión, lo ex vecinos de María Dolores Cataraín Yoyes, aseguraban que no habían visto nada ni escuchado nada el día de su asesinato, en medio de la plaza de, un pueblo en el que todo el mundo se conoce. Nadie vio al pistolero, nadie escuchó un disparo, nadie vio a la mujer caída junto a la criatura que había sacado a pasear.
Cuidado con los ojos: no hará falta decir nada, ni mostrar nada, bastará el simple hecho de haber mirado. En algunos países anglosajones las astucias y los protocolos de la mirada son de las cosas más difíciles de aprender para un español, porque nosotros tendernos a mirar a los ojos a quienes se nos acercan ya sostener la mirada desde una cierta distancia, no por nada, sino por el puro imán de las pupilas, por ese encuentro que ocurre sin consecuencias entre dos mundos desconocidos.
Esa costumbre puede causar dificultades enojosas a los no iniciados: tanta atención, ¿no será maleducada, no mostrará un conato de acoso sexual? Las normas de comportamiento visual son sutiles: en un. pasillo universitario norteamericano por ejemplo hay que mirar a quien se nos acerca, porque si no se le mira cabe la posibilidad de que eso sea considerado una ofensa, pero hay que mirar justo, un solo instante y a una cierta distancia más bien preventiva, una sola mirada que se cruza con otra y que va acompaña da por una sonrisa igual de rápida.
No hay que mirar con mucha atención, no hay disculpa para la vehemencia de los ojos. Durante más de de 10 años una parte de nuestro adiestramiento en el cinismo público ha consistido en el aprendizaje de las cosas que era preferible no mirar, igual que cuando va uno por la calle y presencia una reyerta o el desmayo de alguien o los aspavientos de un perturbado y aparta enseguido los ojos, vuelve la cara y apresura el paso no vaya a verse atrapado, contaminado, comprometido. No mirar el cadáver cubierto por una manta y la sangre que salpica una acera, no enterarse de las andanzas siniestras de unos policías fuera de la ley, no advertir el modo en que cambiaron de comportamiento, de vestuario y de coche algunos conocidos que se dedicaban a la política, no ver la degradación lenta de las calles de una ciudad, no dejar que la. vista se detuviera más de un segundo en la figura de un mendigo, de un borracho, de un yonqui. Hubo un momento en la alucinada vida española de esta década tan larga en el que él acto de mirar con los ojos abiertos era una inconveniencia censurable.
"Ojos que no ven, corazón que no siente", les oíamos decir a nuestros mayores cuando nos enseñaban sus doctrinas enigmáticas sobre los peligros del mundo y nos reñían por señalar o por mirar abiertamente a los desconocidos. La imagen más cruel que yo he visto en el cine es la de la navaja de afeitar que corta un ojo abierto en Un perro andaluz mientras una nube muy rápida cruza sobre el globo blanco de la luna. A un hombre joven que no había hecho mal a nadie y que estaba empezando animosamente su vida lo han matado a navajazos por el simple delito de mirar: quién se atreverá a no apartar los ojos de esa clase diaria de horror, sabiendo que personas más sagaces y juiciosas pueden acusarlo de mirar lo que no deben, de fijarse demasiado, de señalar un peligro que ya está entre nosotros y del que por ahora preferimos apartar los ojos.

























MI I+D (INNOVACIÓN más DESARROLLO)

No sé quién me lo decía el otro día y me lo explicaba con mucho engolamiento, que una página web debe tener dinamismo. Y yo pensando, pues a la mía ya no le puedo meter más caña, salto de un asunto a otro, opino, profundizo en mis pensamientos y tonterías, transcribo lo que veo y siento, vuelvo a mis viejos recuerdos, me sumerjo en una poesía muy mía, ¿que más me puedo pedir?. Siempre hay que pedir más, no se puede pecar de conformismo, pues si quieres tener luz y la vela se va apagando, ya debes tener otra dispuesta para ser encendida (filosofía profunda, la mía). Y eso es que voy teniendo en mente, darle un pequeño o gran giro, pero la verdad y de momento no sé como hacerlo.
Me voy a apuntar a un curso de escritura y espero aprender mucho o por lo menos un poco, pues todo hay que matizarlo y es que ya me he llevado varios chascos en este tema de la escritura. Entré en páginas web de relatos y microrelatos y la verdad que tampoco fue para echar cohetes y era dificil encontrar uno del que podías decir, este merece la pena. Ahora sí, con mucho bombo, sabían venderse y todo era innovación y técnicas nuevas, pero la realidad era bien distinta, muy poco pero muy poco se salvaba de la quema. Faltaba la inspiración y los temas se repetían. Así que sí, que tendré que aprender todo lo que pueda, pero ahora sé, que mucho de lo que escriba va seguir dependiendo de mí y de mi musa, de los dos y al cincuenta por cien para cada uno. Es el tiempo del I+D, Innovación más Desarrollo, así que sólo debo empezar a aplicarme en este bonito cuento.





























ANDANDO


30 de Agosto del 2.013 y viernes. Creo que hoy van dos semanas de mis vacaciones medio frustradas y por tanto y sumando y restando y si hace falta multiplicando, sólo me queda una semana. Pero bueno es lo que hay y hasta ese momento, a exprimir los limones del limonero. Me quedan tres o cuatro días de camping con mi hijo pequeño, en una cala preciosa de esta isla, Cala Galdana, se llama. Quizá sea una cala tipo guiri, las hay más virgenes y tranquilas, pero no tienen camping y además ya estamos en Septiembre y el pescado está casi todo vendido y la cala empieza a ser para los autóctonos, por tanto la cala será para nosotros y unos cuantos más. Hoy toca preparar tienda, sacos, cañas de pesca y demás parafernalia campinguera. La comida queda para mañana y pasado mañana listos para la aventura.
Recuerdo el último viaje que hice con mi hijo pequeño y fue a Barcelona, tres o cuatro días maravillosos. Menuda paliza metí al chaval, mucho a pie y algo en metro y venga a andar y andar hasta que ya no podíamos más. Como contraprestación al esfuerzo que hizo mi hiijo, me tocó llevarlo a Cornellá, en concreto a los campos donde entrena el Barça y mala suerte la nuestra, era un día de concentración de selecciones nacionales, con lo que no vimos a ningún jugador importante. Pero nos dió igual, es decir tampoco lloramos por ello, sólo comimos donde mejor pudimos y nos dirigimos la mar de contentos al Camp Nou, a ver copas y más copas y el estadio y los 20 euros por cabeza, para semejante cuento chino. Pero como disfrutó el chaval, disfrutó como lo que es, como un niño y yo como soy otro niño pera más grande y mucho más viejo, también disfruté, todo hay que decirlo. Después tocó dos tardes de cine y paseos y más paseos, y tantos paseos que aún recuerdo su cara de agotamiento. La mía no, pues ni tan siquiera se descomponía un poquito, de aquellas mi cuerpo funcionaba como una dinamo, cuanto más andaba más se recargaba. Y poco más, que no fueran desayunos, metros, comidas y por supuesto paseos, paseos y más paseos y así hasta caer extenuados.




























Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...