BIPOLAR

Hay momentos y momentos, hay momentos viscerales, hay momentos entrañables, hay momentos de decisiones, de cabreos, de odios, de amores, de besos y de pasiones. Hay momentos para todo y yo creo que la clave está en saber disfrutar de cada momento, pues hasta de un cabreo uno se puede reír y sino es en el mismo momento, lo será más adelante. Que no quiero decir, que de todo nos podamos reír, pero si digo, que nos podemos reír mucho más de lo que nos reímos. Mira que no he tenido cabreos y cabreos a lo largo de mi vida y ahora viéndolos con la perspectiva que da el paso del tiempo, de muchos me escarallo de la risa, de otros no y porque fueron y son hechos que no tienen ni una pizca de gracia. Una cosa es sacarle la posible gracia a las cosas o hechos y otra muy distinta, es ser un graciosillo, cosa que algunos no entienden y por su empeño de hacer una gracia de todo.

Yo durante estos 4 últimos años me he reído de casi todo, pero no de todo y a veces es verdad que me costó encontrar la frontera que separaba una cosa de la otra y de todas formas me he reído hasta de mi sombra, pero también me he cabreado hasta confundir el cabreo con las ganas de matar a alguien. Sí, me río de todo, pero soy tan pasional que me cabreo igual que me río y ya sé que esto suena a cosa bipolar, pero si lo bipolar es pasar de un estado de risa a uno de cabreo, yo creo que en este asunto soy el primero de la clase. De todas formas a mi ya no me importa aceptar que padezco algún tipo de enfermedad mental y porque a lo largo de mi vida una vez o dos, fui diagnosticado de no se qué..., de algo que ni siquiera tiene nombre para la psiquiatría y donde se mezclaba la ansiedad, la depresión, la toxicomanía y la baja autoestima.

Y esto no lo digo yo, lo decían los santos psiquiatras o sea los popes del coco. Y ahora me estaba acordando de uno que era la hostia, era pomposo y grimoso y era el prototipo de psiquiatra: largas barbas espesas y largas, poco pelo pero largo y engominado, gafas de intelectual tipo Harry Potter, gran bebedor y con un fuerte control de sus emociones. Vamos, que no lo pillabas en un renuncio y porque el tío vendía todo el día su puta imagen de loquero. Claro que de aquellas yo estaba tan jodido que hasta el tío prenda me parecía un ídolo, pero aún así y al poco tiempo, se me derrumbó su imagen y porque en el fondo era demasiado relamido y pedante. Hoy en día lo mandaría a la mierda a los dos o tres segundos y en tal caso el que tendría que escuchar las diatribas sobre la personalidad, sería el menda lerenda, pero para demostrarle en su puta cara de psiquiatra, que era un verdadero gilipollas y que eso no tiene solución, ni tratamiento. No todos los psiquiatras son así de imbéciles, pero por mi experiencia hje comprobado que un tanto por cien bastante alto presentan parecido grado de imbecilidad y por eso llego a pensar que en esos tiempos yo estuve fatal.

LA PLACIDEZ VITAL

En la vida siempre tenemos la misma estrategia, pues está claro que nuestro propósito prioritario, es seguir viviendo y por supuesto, lo mejor posible. Por tanto, sólo cambia la táctica a corto y a medio plazo y en consecuencia buscamos atajos que nos lleven lo más rápidamente posible a ese estado de placidez vital, que al fin y al cabo resulta ser inexistente, pero que no por ser utópico pierde su parte de deseable. Sí, nos pasamos la vida persiguiendo fantasmas y queriendo un mundo mejor y cuando en realidad nos dan unas migajas de todo lo que deseamos, pero de alguna forma ya estamos acostumbrados y cuando nos dan un beso lo convertimos en un acto de amor o de pasión y ¿porqué no?, si es en lo único que somos libres, somos libres en nuestro extenso y prodigioso poder de imaginación.

Bueno, lo de libres es una forma más de hablar y porque en nuestra realidad cotidiana nuestro margen de maniobra se torna sumamente estrecho, pero como decía el otro, algo es algo y algo es más que nada. Hay trucos y atajos, hay formas de acelerar las cosas, pero no hay milagros y quién se introduce falsamente en un estado de bienestar lo pagará más adelante con creces. O estás bien o estás mal y punto y nada de limbos intermedios de estoy regular o estoy más o menos o voy tirando, porque todos estos estados transitorios indican que realmente estás mal pero que aún no te han hundido el barco, aunque el naufragio se siente próximo.

Bueno, hay personas que viven en un limbo perpetuo y que se consideran neutrales en todo y es más,  hasta consideran esa neutralidad como una virtud. Siempre hubo soplapollas, siempre hubo gusanos rastreros, siempre hubo seres con sonrisas bobaliconas y digas lo que le digas, sonríen igual. Pero ni yo ni tú tenemos la culpa de su existencia, ni yo quiero ser bueno con ellos, ni tampoco quiero ser malo, simplemente quiero ser auténtico y si mis pensamientos les resultan demasiado radicales, quiero que se mojen y que me digan: yo no estoy de acuerdo. Y esto pasa en todos los terrenos: en la política pasa con los dicen ir de centro, en las guerras pasa con los que van de neutrales y en la vida pasa con los que nunca se mojan. Conclusión: hay que mojarse y si hace falta hasta el cuello y porque nuestro posible estado de bienestar personal y social depende de ello.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...