Perdí los papeles,
extravié la autoestima,
dejé de quererme,
me maltraté como un sádico torturador,
me ahogué en un vaso de agua y sin motivo,
me salieron ronchas y ampollas,
me explotaron los ganglios y los bubones,
me cayeron las muelas,
en fin, me dejé de querer
y hasta tocar fondo no paré.
Después las corrientes del fondo marino
llevaron mi cadáver hasta la bocana del puerto,
y ahí, ya me puse a disposición de la alta mar,
mientras iba perdiendo trozos de mi amado cuerpo,
mientras iba dando de comer a las pequeñas criaturas
que me rodeaban,
aunque de vez en cuando,
algún depredador se acercaba hasta mí,
y me daba un doloroso bocado.
Y todo esto,
por perder los papeles y el norte
y algo más...
que ahora mismo no sé lo que es.