Es decir, que ésta inteligencia emocional se basa en saber engañar mejor a los demás. Tú puedes pensar que eres un fenómeno de la naturaleza, pero no lo puedes decir como tal, tienes que ser más fino y sibilino y no decir nada de lo que piensas y lo que debes hacer es marcarte un plan o como le llaman ellos, un plan emocional. Yo le llamo, un plan de trapicheo, pues se trata de venderte bien a ti mismo y para ello es fundamental tener un plan para saber venderte. Vamos, que el señor inteligente que por serlo lo dice y lo reivindica, pues no es tan inteligente emocionalmente y porque simplemente dice lo que piensa y eso, en ésta sociedad, nunca se debe decir. Por lo tanto, no importa tanto la esencia e importan más las formas y el postureo.
La inteligencia emocional es una patraña. Es aceptar las previas reglas del juego y lo único que te viene a decir, es que tienes que saber utilizar las normas del juego. No puedes decir que eres el mejor, primero, tienes que ganarte adeptos y su puto reconocimiento como seres aditivos y entonces y quizás, ya puedas decir que eres el rey del ganado. En cambio de ir por cambiar las normas, éstas se aceptan y nos dicen que eres inteligente emocionalmente, si sabes jugar con ellas.
Vamos que no se lucha porque se diga la verdad de la cosas, sino que se lucha por adornarlas y así más fácilmente venderlas. Y como si las verdades estuvieran en un mercado de valores y por tanto dentro del sistema capitalista. Eso mismo es, la inteligencia es un valor más en la escala de los valores bursátiles, la inteligencia ha salido al mercado bursátil y por tanto, repito, hay que saber venderse. Así el mercado capitalista se puede fijar en ti y tu vendes tú inteligencia al mejor postor.


















