Aquí, en la Isla, con la llegada de la primavera se cuelan las
primeras moscas. Yo tenía la idea de que su aparición era más veraniega o
sea que necesitaban más calor para sobrevivir y mira por donde las veo
revolotear en el centro de mi sala. O así fué toda la vida y yo no me
enteré de nada, lo cual es bastante probable, o es que está funcionando
el cambio climático y que a éstas alturas, puede que haga más calor que
antiguamente. Claro que también podía ser, por la gran capacidad de las
moscas para adaptarse al medio y se estén convirtiendo en una especie
invasora. Más o menos como les pasa a las cucarachas, o a las ratas o a
las gaviotas, que poco a poco van ganando terreno y su presencia es tan
cotidiana como puede ser la presencia de un perro.
Las moscas cojoneras, las moscas tocapelotas, y las peores de ellas son las moscas de la mierda. Esas moscas grandes y verdes, que hacen un ruido que te cagas y como te descuides y dejes un trozo de comida descubierta, al rato ya te están cagando sobre ella. Claro que para moscas, las que tuvimos en un sitio de comidas y esto que digo fué en mi Galicia natal y en concreto en Ribadeo. Un día cualquiera de verano, fuimos a comer a una aldea cercana a Ribadeo, en un sitio donde dios perdió la cartera, en una aldea de cuatro casas y que al parecer el sitio presumía de carne y pescado delicioso. El lugar era cochambroso, todo destartalado y sucio, pero lo peor fué entrar hasta el comedor, pues aquí empezó la guerra. Le dabas una hostia a una mosca y por arte de bibirloque aparecían cien más y así toda la comida. Por cierto una maravilla de carne, el pescado no tanto, sólo que un poco incómoda de comer, de continuo había que estar dando hostias, pues eran moscas sedientas de carne. Y ese run-run contínuo que tienen las moscas, ese run-run que penetraba en el cerebelo, pues entre las picaduras y el run-run, la comida se convirtió en un calvario. Aún no entiendo porque dios no hizo a las moscas silenciosas.
Lo que más envidio de las moscas, es que puedan volar, pero también envidio sus salidos ojos. Ese par de ojos sobresaltados y negros, ojos que reclaman a gritos unas buenas gafas de sol, tipo a las que ahora están de moda y que al ser sus ojos tan grandes en referencia al tamaño de su cuerpo, estoy más que seguro que su visión es magnífica. Es como si a nosotros nos pusieran un par de ojos de vaca o de elefante. Después lo que más valoro en ellas es su ritmo de vida, sólo tienen como meta tocarnos las pelotas, no tienen otra misión en su corta vida y aclaro corta para nosotros, pues su vida en realidad sólo son unos meses, pero la viven tan intensamente y le ponen tanta dedicación y entrega, que para ellas un mes humano debe ser como diez años. Y es que las moscas se superan a ellas mismas, van superando todo tipo de insecticidas y es más yo pienso que los insecticidas ahora ya las engordan y por tanto les sirve de una nueva fuente de alimento.
Yo a las únicas moscas que respetaría son las moscas tse-tse, porque su picadura produce sueño y en tal caso para que no se pasen de dosis y su picadura se haga letal, las manipularía geneticamente y les dejaría sólo el veneno necesario para producir el sueño. Con una mosca encerrada en un bote y puesta en la mesilla de noche, nos ahorraríamos todo el pastillero de somníferos y todo gracias a una sóla mosca y claro, gracias a su picadura.
Claro que para alucinar un poco más, no sabeis quien es el primer ser vivo que llega a un muerto. Por supuesto que son las moscas, para ellas un muerto es un festín gratuito, una fiesta de orgía y ellas son las primeras pirañas. Se dan un banquete de muerte, nunca mejor dicho. Y por último están las moscas de la basura, pero éstas moscas no me dan tanto asco, me lo dan, pero más asco me da la basura, pues cuando aparecen es significado de carne o pescado pasado y con un fuerte olor a putrefacto y esto su olor si que tira para atrás a cualquiera.
En las moscas el zumbido ronco me pone de los nervios y más cuando quiero dormirme. Aunque para zumbido molesto tenemos el de los mosquitos, ese zumbido agudo y amenazante, ese sonido que significa el preludio de su muerte o el aviso de su muerte prematura. Pues es insoportable, te obliga a levantarte y con una mala hostia, que te lias a hostias con ellos. Y que placer se siente cuando vas viendo a los mosquitos espachurrados. A los mosquitos la sangre les pone y como les pone, se enciegan a picarte con su aguijón todo el cuerpo, son en definitiva, pequeños vampiros. Y a ésos, a los mosquitos, no les encuentro nada positivo, ni les envidio nada de nada, es más por mi los aniquilaría de la faz de la tierra. Siempre me acuerdo de los mosquitos de Chiclana, mosquitos malvados y grandes como caballos. Mi casa estaba cerca de las marismas y las marismas son conocidas por sus aguas estancadas y por tanto caldo de cultivo idóneo para su reproducción. El día allí, aún tenía un pase, pero llegado el anochecer, a esa hora en que se esconde el sol, aquellos bichos inmundos salían de sus cuevas y con su pico afilado atacaban a todo lo que se movía, a todo lo que llevara sangre en sus venas. Estas bestias con alas, superaban todos los repelentes, ni en spray, ni en pomada, ni en supositorio, ni con escafranda, los hijos de puta lo atravesaban todo. Después, pasada una hora del anochecer, bajaban su actividad febril y ya sólo quedaba algún elemento aislado. De todas maneras había que dormir fumigando previamente o ponierndo esos enchufes eléctricos que llevan repelentes. Y aún así, alguno se colaba y a despertarte y venga a dar hostias, hasta que hacías que el mosquito aplastado formara parte del decorado de la pared.
Las moscas cojoneras, las moscas tocapelotas, y las peores de ellas son las moscas de la mierda. Esas moscas grandes y verdes, que hacen un ruido que te cagas y como te descuides y dejes un trozo de comida descubierta, al rato ya te están cagando sobre ella. Claro que para moscas, las que tuvimos en un sitio de comidas y esto que digo fué en mi Galicia natal y en concreto en Ribadeo. Un día cualquiera de verano, fuimos a comer a una aldea cercana a Ribadeo, en un sitio donde dios perdió la cartera, en una aldea de cuatro casas y que al parecer el sitio presumía de carne y pescado delicioso. El lugar era cochambroso, todo destartalado y sucio, pero lo peor fué entrar hasta el comedor, pues aquí empezó la guerra. Le dabas una hostia a una mosca y por arte de bibirloque aparecían cien más y así toda la comida. Por cierto una maravilla de carne, el pescado no tanto, sólo que un poco incómoda de comer, de continuo había que estar dando hostias, pues eran moscas sedientas de carne. Y ese run-run contínuo que tienen las moscas, ese run-run que penetraba en el cerebelo, pues entre las picaduras y el run-run, la comida se convirtió en un calvario. Aún no entiendo porque dios no hizo a las moscas silenciosas.
Lo que más envidio de las moscas, es que puedan volar, pero también envidio sus salidos ojos. Ese par de ojos sobresaltados y negros, ojos que reclaman a gritos unas buenas gafas de sol, tipo a las que ahora están de moda y que al ser sus ojos tan grandes en referencia al tamaño de su cuerpo, estoy más que seguro que su visión es magnífica. Es como si a nosotros nos pusieran un par de ojos de vaca o de elefante. Después lo que más valoro en ellas es su ritmo de vida, sólo tienen como meta tocarnos las pelotas, no tienen otra misión en su corta vida y aclaro corta para nosotros, pues su vida en realidad sólo son unos meses, pero la viven tan intensamente y le ponen tanta dedicación y entrega, que para ellas un mes humano debe ser como diez años. Y es que las moscas se superan a ellas mismas, van superando todo tipo de insecticidas y es más yo pienso que los insecticidas ahora ya las engordan y por tanto les sirve de una nueva fuente de alimento.
Yo a las únicas moscas que respetaría son las moscas tse-tse, porque su picadura produce sueño y en tal caso para que no se pasen de dosis y su picadura se haga letal, las manipularía geneticamente y les dejaría sólo el veneno necesario para producir el sueño. Con una mosca encerrada en un bote y puesta en la mesilla de noche, nos ahorraríamos todo el pastillero de somníferos y todo gracias a una sóla mosca y claro, gracias a su picadura.
Claro que para alucinar un poco más, no sabeis quien es el primer ser vivo que llega a un muerto. Por supuesto que son las moscas, para ellas un muerto es un festín gratuito, una fiesta de orgía y ellas son las primeras pirañas. Se dan un banquete de muerte, nunca mejor dicho. Y por último están las moscas de la basura, pero éstas moscas no me dan tanto asco, me lo dan, pero más asco me da la basura, pues cuando aparecen es significado de carne o pescado pasado y con un fuerte olor a putrefacto y esto su olor si que tira para atrás a cualquiera.
En las moscas el zumbido ronco me pone de los nervios y más cuando quiero dormirme. Aunque para zumbido molesto tenemos el de los mosquitos, ese zumbido agudo y amenazante, ese sonido que significa el preludio de su muerte o el aviso de su muerte prematura. Pues es insoportable, te obliga a levantarte y con una mala hostia, que te lias a hostias con ellos. Y que placer se siente cuando vas viendo a los mosquitos espachurrados. A los mosquitos la sangre les pone y como les pone, se enciegan a picarte con su aguijón todo el cuerpo, son en definitiva, pequeños vampiros. Y a ésos, a los mosquitos, no les encuentro nada positivo, ni les envidio nada de nada, es más por mi los aniquilaría de la faz de la tierra. Siempre me acuerdo de los mosquitos de Chiclana, mosquitos malvados y grandes como caballos. Mi casa estaba cerca de las marismas y las marismas son conocidas por sus aguas estancadas y por tanto caldo de cultivo idóneo para su reproducción. El día allí, aún tenía un pase, pero llegado el anochecer, a esa hora en que se esconde el sol, aquellos bichos inmundos salían de sus cuevas y con su pico afilado atacaban a todo lo que se movía, a todo lo que llevara sangre en sus venas. Estas bestias con alas, superaban todos los repelentes, ni en spray, ni en pomada, ni en supositorio, ni con escafranda, los hijos de puta lo atravesaban todo. Después, pasada una hora del anochecer, bajaban su actividad febril y ya sólo quedaba algún elemento aislado. De todas maneras había que dormir fumigando previamente o ponierndo esos enchufes eléctricos que llevan repelentes. Y aún así, alguno se colaba y a despertarte y venga a dar hostias, hasta que hacías que el mosquito aplastado formara parte del decorado de la pared.