Mensajes, correos, noticias, llamadas, y putas preocupaciones que dan
vueltas dentro de tú cabeza. Así es como comienza un día cualquiera, un
día tranquilo o un día de ajetreo, lo mismo da un lunes que un domingo,
no importa el día del calendario, ni si estás más o menos ocupado. Y
éste es sólo el comienzo, después espera el coche, aparcar, la llegada
al curro, el tener que hablar con los compañeros y por fin, empiezas a
situarte y a adaptarte a tú medio. Ésta vorágine que os cuento en cuatro
líneas, es el pan nuestro de cada día y si sumamos los acontecimientos
del resto del día, el resultado es más bien macabro, menudas palizas nos
metemos cada día.
Tenemos el poder de la información y en
cierta manera sabemos utilizarlo, sabemos usar internet y absorver
información a la velocidad del vértigo y de alguna manera intentamos ser
selectivos con éste proceso, pero por otro lado nos bombardean
continuamente con información no selecionada por nosotros mismos. Al
final, si ya sé que tenemos cerebro, pero saber discernir la buena
información de la información contaminada, éste es un proceso muy
minucioso y complicado.
Éste proceso de depuración de la
información, te produce un dolor de cabeza que no calma ni leer el Hola.
Nuestra aptitud ante estos acontecimientos, suele ser defensiva, nos
protegemos como podemos y acabamos no queriendo escuchar nada, pues en
el fondo estamos sobrepasados. Y es natural que busquemos refugio o que
nos escapemos por otros senderos, al fin y al cabo, somos seres humanos y
como humanos tenemos un límite y el límite está en cuanto los huevos te
estallan, de tanto que tienes acumulado.
Si a su vez se tiene
un día como el que yo tengo hoy o sea agotado, bloqueado y mosqueado,
pues para que os voy a contar para que quiero yo información adicional,
si no puedo ni con mi propia información. Y eso que me apetecía escribir
sobre mi amigo el Rey y su Corinna y los encargos del Gobierno del PP a
ésta matahari, la espía de las espías y la culpable de sacar, entre
otras muchas cosas, a público las papeles del Bárcenas. Pues ella
trabajó hasta que quebró en la agencia Método 3, esa agencia de
investigadores privados con sede en Barcelona. Ella puso los contactos,
pues estaba bien relacionada con las altas esferas, con las realezas
europeas y arábicas y con diversos gobiernos y la agencia de espías le
enseño las malas artes del espionaje internacional, nacional y real.
Corinna, la gran espía, se trasladó a Barcelona allá por el año 2009 y
se instaló en la casa de Pedralbes, la casa de Uñaki Urdangarín y de la
princesa Cristina. Se pasó un verano entero y ocupó el ala norte de la
casa, el ala que tenía vistas al mar Mediterráneo. Se trasladó a ésta
villa, un día de finales del mes de Junio y se acompañó de un pequeño
pero efectivo séquito: el maquillador, el peluquero y el fontanero. Los
tres acompañantes se dedicaban cada uno a sus cosas, pero también
ejercían de guardaespaldas o sea que estaban cachas y siempre con cara
de cabreo.
La cuestión es que ella, se había matriculado en un
curso que daba la agencia "Método 3" en el centro de Barcelona, justo al
lado de la Barceloneta. El Urdi, como ella le llamaba al Urdangarín, le
había prestado uno de sus bugas, un lindo y poderoso Kramel y en él se
desplazaba todas las mañanas, acompañada por su trio de matones. Ella
había conocido al Urdi y a la princesa Cristina, en uno de sus viajes
anteriores a Barcelona, en uno de esos viajes que había quedado con
Juanca. Los dos palominos, se habían citado en le Palace Hotel, en la
suite nupcial que el Rey tenía reservada de siempre y ésta vez, era una
cita a escondidas. Pero el Juanca, ya sabemos como es el Juanca, es
campechano y simpático y despues de una cena frugal en el tolli, pero
regada de abundantes botellas de vino, como a su majestad le gusta, pues
al Juanca se le ocurrió la simpática idea de ir a visitar a su hija y
al Urdi. Corinna, ella tan cauta, no quería, pues como le iba a
presentar el rey a ella, si era su hija y ella su querida. Pero yo
conozco al Rey como la palma de mi mano, sobre todo conozco mejor la
palma de la mano, con la que me hago unas preciosas pajas, y él, el Rey,
se subió al coche oficial y detrás de él, tuvo que ir la Corinna.
La entrada en el castillo, digo en el chalet del Urdi, fue más bien
tirando a bochornosa. El Rey que ya de aquellas cojeaba un poco,
producto de su desgastada cadera, pues ese día cojeaba mucho más y no
sólo cojeaba, se tambaleaba como un buque a merced del temporal y él,
escorado y la princesa Corinna, tirando de su brazo, pero el Rey, aparte
de campechano, es un tío muy alto y en uno de sus bandazos, se llevó
consigo a la princesa y acabaron juntos sobre una mata de lindas
magnolias. En esas salió raúdo el Urdi y cogió a la famosa pareja y como
pudo los introdujo en su casa, después les hizo pasar al gran salón y
mientras el se alejó a decirle a la Cristi que ya estaban aquí su padre,
el Juanca se lanzó al botellero y se hizo con una botella llena de
Soberano, su brandy preferido, y sin mediar palabra se empezó a empinar
la botella.
Y en esas llegó su hija Cristi junto al Urdi y
venían haciéndose carantoñas y haciendo risitas por bajines. Al
acercarse los dos a la borracha pareja, a la Cristi se le cambió la
cara, pues enseguida se dió cuenta, de que su viejo estaba borracho como
un piojo. El Juanca hizo el amago de levantarse del sillón, pero le
patinó la pata chunga y casi se cae al suelo, pero trastabillando
consiguió ponerse de pie y le dió un abrazo de oso a su querida hija.
Ella, aguantó como pudo semejante envite y recuperó la respiración y a
continuación le preguntó: ¿Que quién era aquella?. Ésta pregunta sonó y
retumbó en las paredes del palacete y dejó helados a los presentes,
además, al decir aquella, y se cortó pues iba a decir aquella tía, el
Rey balbuceó unas palabras indescriptibles, pero que venían a decir
(según el tradutor), que era la princesa Corinna, una buena amiga suya y
que él, era su padre el Rey (el siempre tan simpático). Las dos se
desafiaron con la mirada, no sabían lo que hacer y por un instante se
quedaron una enfrente de la otra, tanteándose y viendo quien la primera
que bajaba su guardia. Después de ese instante y ante la mirada
persistente y borracha de Juanca, las dos comprendieron que tenían que
saludarse y sin ganas se dieron ambas, la mano.
Despues se
sentaron en el gran salón y a partir de ahí el Juanca ya dominó el
ambiente. Contó chistes verdes muy simpáticos sin parar, sólo
interrumpidos por largos tragos a la botella. El Urdi también habló un
rato, contó lo bueno que era en asuntillos económicos y que estaba hasta
las trancas de pasta y que él era el jefe de la mafia, digo de su grupo
de amigotes que conoció en la escuela de empresariales y que se movían
como anguilas dentro de los Gobiernos Autónomos. Se fueron relajando y
las dos princesas empezaron a hacer migas y colrin colorado, éste
cuento, de momento, se ha acabado.
CONTINUARÁ...