Pensé, que si las personas fuéramos lluvia, yo sería un diluvio y tú...y tú serías llovizna. La verdad es que estoy loco por enamorarme de la lluvia y de saltar sus charcos. Pensé en que si hoy lloviera que al mojarnos bajo el manto de la misma nube negra, por fin, entenderíamos el porqué de nuestra existencia...Mi alma, es de lluvia y mis penas son lágrimas de rocío.
Pensé que al vernos de nuevo, se escaparían mis fantasmas, que lo negro se convertiría en blanco y que lo bueno crecería como un árbol. Pero veo que me equivoqué, lo bueno sigue ahí, impoluto y lo malo es como un cáncer maligo que crece y se extiende. Yo reconozco que soy yo el que tiene fantasmas, que mi mente es árida, que mis pensamientos son extraños, que mi alma no es de gas, es de titanio. Sí, mi alma es dura y porque la vida fue dura conmigo.
Mi alma es el producto resultante de todo lo vivido y lo vivido es mío y no es de nadie más, eso sí puedo compartirla, puedo cederla durante un tiempo, pero no puedo venderla o dejarla a alguien largo tiempo, pues me arriesgo a quedarme sin ella. Mi alma está trabajada hasta el último milímetro, está estudiada, está analizada, pero aún así le queda un trozo de la nada, le queda un resquicio para que venga otra alma y se enamore de ella. ¡Ay!, pero si llueve mi alma se ablanda, se pone informe y si tú estás a mi lado, puede que nuestras almas se fundan en una.